Doce meses. Este es el tiempo del que dispone la familia Rubiralta para dar carpetazo a la difícil situación económica del gigante siderúrgico Celsa. La compañía opera en toda Europa y la cúpula, encabezada por Francisco Rubiralta, insiste en que sus cuentas están saneadas y su negocio es viable. Los libros de contabilidad no dicen lo mismo. El rojo se ha instaurado en sus cuentas, la deuda financiera ha incrementado hasta los 2.700 millones de euros (factura 3.900 millones) y cuenta con un fondo de maniobra negativo de 280 millones desde finales de 2013, los últimos datos consolidados en el Registro Mercantil.
La banca acreedora, un pool de entidades encabezado por Caixabank, BBVA, Bankia, Banco Sabadell, Banco Popular y varios extranjeros, quiere evitar a toda costa ejecutar los créditos con Celsa y tomar el control del grupo industrial. Por ello, han ofrecido otro año de margen a los Rubiralta para que aprovechen el filón de la recuperación económica y puedan empezar a cumplir con sus obligaciones económicas.
Evita vender Celsa Nordic
El presidente afirma que el cierre de 2015 presentará un pequeño beneficio, según El Confidencial. Esto permitiría devolver según lo previsto la deuda y mantener el control de la joya de la corona de la compañía: la filial que engloba el negocio en Noruega, Suecia, Finlandia y Dinamarca, Celsa Nordic. Se trata de una de las sociedades más rentables del grupo, emplea a 800 personas y es líder en determinados mercados de los países nórdicos.
Los Rubiralta admitieron a principios de año que intentaban vender la filial. Seis meses después, afirmaron que no habían recibido ninguna oferta suficientemente interesante y ahora reconocen que se resisten a desprenderse de la firma por su impacto en la cuenta de explotación. Con todo, aceptan que será el primer activo del que deberán desprenderse si las mejoras económicas no están consolidadas en verano de 2016, indican fuentes cercanas a la cúpula.
Venta de los terrenos industriales
La enajenación de Celsa Nordic también fue motivo de disputa entre el pool de acreedores. Parte de la banca apostaba por venderla sin más dilación y otro grupo prefería mantenerla un año más en la órbita de la empresa. Hubo una votación a principios de junio y los segundos se impusieron por mayoría.
El presidente ofreció como contrapartida la venta de los terrenos industriales de Celsa para aumentar los extraordinarios. Han iniciado la búsqueda de algún inversor que le interese tomar en propiedad unos 27.000 metros cuadrados de factorías con la garantía de que el grupo industrial se mantendrá como inquilino.