El tipo nominal del impuesto de sociedades español apenas ha bajado cinco puntos en los últimos veinte años, frente a los 38 de Irlanda, por ejemplo, o los 24 de Portugal.
Y es de los menos eficientes de la UE porque aquí lo que hemos hecho ha sido mantener la tarifa, pero aumentar las deducciones. El tipo, que está en el 30% --aunque el efectivo en 2011 fue el 18,7%--, se podría bajar a la mitad y mantener la misma recaudación, dice el profesor José Ignacio Conde-Ruiz, de Fedea.
Ineficiencia generalizada
Todas las figuras impositivas españolas son menos eficientes que las de los países del entorno, razón por la que la recaudación tributaria es ocho puntos de PIB más baja que la media de la UE.
Para subrayar la ineficacia del impuesto sobre los resultados de las empresas, Conde-Ruiz apunta que entre 2007 y 2009, periodo en que la actividad cayó el 4%, Hacienda vio descender sus ingresos un 15,3%. En su opinión, este tributo está más pensado para las plusvalías de las operaciones inmobiliarias que para la actividad empresarial normal.
Endeudarse permite desgravar
Las exenciones fomentan, por ejemplo, que las empresas recurran a los créditos, se endeuden, porque el pago de intereses se resta de los beneficios, en lugar de promover el aumento de capital que hace más sólidos sus fundamentos.
En 2014, las empresas no financieras españolas se dedujeron 33.844 millones por el pago de intereses. De no haber existido esa deducción, Hacienda hubiera aumentado en 9.000 millones los ingresos por este impuesto.
Otra deducción que acepta el Fisco español para eludir la doble imposición de las multinacionales son los dividendos obtenidos en el exterior, lo que dar lugar en ocasiones a la modificación artificial de los precios de transferencias entre filiales para optimizar impuestos.