CCOO de Cataluña dio el disparo de salida el pasado 1 de mayo a un proceso que denominaron Asamblea Sindical Abierta y pretendía “repensar el sindicato del siglo XXI”, en palabras de su secretario general, Joan Carles Gallego. En los últimos dos meses el proceso ha llevado a la organización a sentarse con gente del sindicato y como trabajadores ajenos para replantear su papel en un entorno en el que ha cambiado radicalmente “el mercado laboral y las relaciones sociales” y la organización mantiene “la misma estructura heredera de Salvador Seguí, de Joan Peiró y del sindicalismo de principios del siglo XX”.
La crisis ha cambiado radicalmente el mercado laboral y también ha propiciado que CCOO de Cataluña se viera abocada a fusionar federaciones e incluso aplicar un expediente de regulación de empleo para recortar sus gastos fijos.
¿La renovación del papel que debe ejercer CCOO de Cataluña es un proceso voluntario o la crisis les ha llevado aquí?
Hemos ido adecuando el sindicato al nuevo contexto, pero ahora debemos dar otro salto porque no sólo vale hacer reestructuraciones. La situación de los trabajadores y las relaciones laborales han cambiado. La precariedad está instalada y los empleados tienen muchas dificultades para organizarse, y si no lo hacen difícilmente podrán cambiar esta precariedad. Están aislados en empresas externalizadas, entran y salen del mercado en un contexto que refuerza el papel del empresario. Y, todo ello, en un momento en que las nuevas tecnologías y las herramientas de comunicación cambian los mecanismos de participación.
Era el momento de reflexionar abiertamente con los afiliados y los trabajadores y contar también con la opinión del entorno con el que cooperan, con los profesionales y las instituciones.
¿También llega el momento de sacarse de encima la imagen del sindicalista vago?
Somos conscientes de que la crisis ha propiciado un ataque del poder económico al sindicalismo para facilitar las políticas neoliberales, los recortes y las contra reformas laborales. El sindicalismo está en el punto de mira y también existe una campaña sistemática contra el papel que han jugado durante años los representantes de los trabajadores. En paralelo, hemos cometido algunos errores.
¿Hacen autocrítica?
Sí. Los últimos años hemos mejorado en transparencia y en los controles internos. Hace cinco meses que aprobamos un nuevo código ético actualizado porque en algunos casos, aunque afectaban a personas concretas, ha existido una mala gestión que no se soluciona actuando sobre esa persona en concreto. Se deben detectar qué mecanismos fallan para que no ocurra de nuevo.
¿Habla del caso de SEAT y de las tarjetas black?
Efectivamente, aprobamos una gestora en SEAT porque existía una mala gestión de las horas sindicales. En el caso del uso irregular de las tarjetas de Caja Madrid apartamos rápidamente a los afectados de sus responsabilidades dentro del sindicato. Pero no podemos actuar sólo de manera reactiva, debemos establecer mecanismos para evitar que estos casos ocurran de nuevo.
¿Cómo se ha fiscalizado la actividad de las secciones sindicales?
Hemos realizado auditorías internas para evitar nuevos casos como el de Caja Madrid y cuando un sindicalista ejerce una representación institucional los recursos van directamente a la organización y no a la persona. No renunciamos a estar presentes donde se toman las grandes decisiones empresariales, que también afectan al plano laboral y a la ocupación, pero los recursos que se obtengan de esos consejos deben ser declarados, justificados y remitidos a la organización.
¿Cuál es el modelo sindical ideal?
El del centro y el norte de Europa, donde llega mucha información y puedes participar en la toma de decisiones. Los sindicatos tienen una capacidad muy grande de intervenir en las cuestiones laborales, mucho más que aquí donde las reformas laborales han fomentado el poder unilateral del empresario.
¿Eso es sólo culpa del Gobierno? ¿No hacen autocrítica de cómo se gestionaron las cosas?
El balance de la actuación del sindicato es positivo. Construimos nuevos derechos tanto en condiciones laborales como de protección social que han sido barridos con la gran crisis a partir de 2008. Además, se nos limita la capacidad de intervenir por ley y aparecen derechos contradictorios como en el caso de las ETT, donde conseguimos un convenio muy bueno que equiparaba a los trabajadores en misión a las mismas condiciones que el resto de la empresa. El problema fue que al poco apareció una ley que creó la figura de las compañías de servicios integrales que permitían eludir el convenio.
Son cuestiones de este tipo las que se debaten en la Asamblea Sindical Abierta, cómo mejorar la organización, cómo colaborar más entre nosotros y cómo vincular a las grandes empresas, las que realmente tienen secciones sindicales, para obligar a sus proveedores a tener en cuenta las condiciones de sus empleados.
¿Cuándo tienen previsto presentar las conclusiones?
El próximo 7 de noviembre en la clausura del proceso. Algunas de las conclusiones serán de aplicación inmediata y otras formarán parte de los debates previos al XI Congreso, que se celebrará en diciembre de 2016.
Será el primero después de la crisis.
Personalmente, inicié mi etapa en la secretaría general de CCOO de Cataluña a finales de 2008 y he visto todo el ciclo de la crisis. Debemos hacer un balance importante de cómo se han gestionado las cosas, con sus luces y sus sombras, y mirar cómo damos un salto adelante para que la recuperación llegue a todo el mundo. Debemos pasar a la ofensiva para recuperar los derechos perdidos y conseguir de nuevos adaptados a la nueva realidad del mercado laboral.
¿Se presentará para cumplir con su tercer mandato?
No tengo limitación estatutaria y podría hacerlo. Personalmente no hay cansancio, pero esa es una decisión que debemos tomar de forma colectiva. La ventaja es que en CCOO funcionamos de forma colectiva y colegiada y ese es un debate que debemos abordar el año próximo.
¿Hay la puerta abierta a la regeneración?
En CCOO tenemos la puerta abierta a la regeneración. De hecho, ya existe una gran regeneración interna en nuestras estructuras, donde conviven órganos directivos con gente de entre 50 y 60 años, otros que tienen entre 40 y 50 e incluso gente con responsabilidades más jóvenes. Estos procesos están garantizados pero no hay nada cerrado ni decidido. Dependerá del momento.
También son un sindicato dividido en dos sectores, el oficialista y el crítico.
Somos un sindicato muy plural y diverso. Durante años es verdad que a lo mejor se ha agrupado en dos polos, aunque la crisis ha propiciado la aparición de más grupos, muy diferentes y muy cruzados con cuestiones que no son estrictamente políticas, también aparecen las vitales y sectoriales. Esta pluralidad es buena para CCOO pero se debe gestionar correctamente para conseguir un proceso integrador.
¿Esto lo han hecho correctamente?
Hemos reforzado los marcos en los que se manifiesta la pluralidad de la organización. Desde el último congreso hasta ahora han pasado dos años y medio y, en este tiempo, hemos convocado hasta 16 encuentros del consejo nacional cuando los estatutos marcan que deben celebrarse como máximo tres al año. Es el máximo órgano del sindicato con gente escogida de listas diversas tanto en el congreso como en sus organizaciones.
¿No es un modelo muy burocrático?
El sindicato es una estructura muy grande con 150.000 afiliados, con locales en toda Cataluña y presente como primera organización mayoritaria en casi todas las empresas y sectores. Esto genera una estructura que ofrece servicios hasta al último delegado que entra por la puerta e incluso a los trabajares que no están afiliados. Esta estructura se habrá podido burocratizar en los últimos años, hemos emprendido un proceso de desburocratización, por necesidades económicas, pero siempre con una visión estratégica. Por primera vez en dos años hemos cerrado un ejercicio con un superávit de 120.000 euros. Ahora, queremos estar más cerca de donde está la gente y los problemas.
¿Es el gran objetivo de la Asamblea Sindical abierta?
Para nosotros el 7 de noviembre es muy importante, se trata de actualizar el sindicato en un momento de cambio en el entorno importante. El sindicato debe ser fuerte y tener un instrumento muy adaptado. Por ello, el modelo que salga de allí será básico para nuestro futuro.