Julio Rodríguez Izquierdo (presidente de Schneider durante 31 años) ha marcado un hito en la historia de una de las compañías con un perfil más curioso, Cementos Molins. La firma catalana nació en 1928, cotiza en el mercado continuo desde 1942 y más del 90% del capital está controlado por la familia fundadora, diferentes generaciones de Molins.
Como el propio empresario manifestó en un encuentro con la prensa tras la junta anual de accionistas celebrada este jueves: "Después de un Molins Parera, Molins Figueras, Molins Ribot y Molins Amat, un Rodríguez ejerce de consejero delegado de la compañía".
‘Protección’ de la CNMV
El paso es mucho más que una simple decisión cosmética de cara al mercado. A los Molins el mercado bursátil se les trae un poco al fresco. Sí, han pensado en excluir la firma del parqué, pero como reconoce el propio Juan Molins Amat, ahora presidente de la compañía con un papel que no será institucional, la sombra de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) “nos protege a todos”.
Entre las características positivas que encuentran en el regulador está que ningún miembro del clan "puede realizar una alcaldada” y añade transparencia en la compañía. Son muchas generaciones las que conviven en la organización (son unos 180 accionistas), por lo que cuanta más publicidad tengan las cuentas más cordialidad existirá en la mesa navideña.
Protocolo familiar
Los Molins incluso se dotaron en el año 2000 de un protocolo familiar que, más allá de sindicar las acciones para que no existan fisuras en la gestión de su capital, marca qué características deben cumplir los familiares para que puedan sumarse al equipo humano de la cementera. Pasan procesos de selección sin ninguna ventaja respecto a otros candidatos. Los Molins son conscientes de que los gestores juegan con material sensible (muchas bocas dependen de la compañía) y buscan el máximo expertise en la elección.
El desembarco de Rodríguez Izquierdo es un buen exponente de esta línea. La familia aún es muy importante en la gestión, pero ha habido movilidad en las principales sillas. Al ser nombrado presidente, Juan Molins desplazó a un cargo honorífico al patriarca del clan: Casimiro Molins, de 95 años.
Equilibrio y estabilidad
El ex consejero delegado sacó pecho al recordar que los accionistas externos (que representan tan sólo el 10% del capital) “siempre” han valorado la compañía como una empresa "prestigiosa”.
Por ahora no estiman grandes cambios en el capital. Nadie de la familia quiere vender y no se prevé ampliar el capital. Molins Amat confesó que la última ocasión en que planteó este extremo, "el tío Casimiro me preguntó si él también podía comprar". Y ése es un jardín que quieren también evitar. Los equilibrios están claros y se deben mantener.