El optimismo fue la nota dominante en la junta de accionistas de Cementos Molins, celebrada este jueves. El grupo catalán controlado por la familia Molins aprobó unas cuentas que apuntan 31 millones de beneficios, así como la recuperación del músculo inversor tras un año de estrecheces en este capítulo.
La firma presupuestó para este año una inversión propia de 127 millones de euros que si se tienen en cuenta las alianzas con otras sociedades en el extranjero, donde se encuentra el grueso del negocio, eleva la inversión consolidada hasta los 302 millones. Todos los proyectos se centran en reforzar las actividades que ya están en marcha para mejorar su competitividad.
La producción en España, para exportación
Estas cifras distan de los 36 millones consolidados que inyectaron en 2014 y de los 62 de 2013. Son las sociedades internacionales las que se llevan la mayor parte de las inyecciones de capital. Para el nuevo consejero delegado del grupo, Julio Rodríguez, la principal muestra esta política es que "sólo se destinan a España 10 millones de los 302 previstos", un importe que casi se limita a cubrir las tareas de mantenimiento.
La producción nacional también va destinada casi por completo al exterior. "De las 800.000 toneladas exportadas casi 500.000 fueron a parar a Brasil y el resto en el norte de África", explicó el director general, Salvador Fernández. La implementación en el país latinoamericano no está en los planes inmediatos de la compañía por la depreciación de la construcción (el sector cayó el 10% en 2014), por lo que el cemento y clinker (el material básico para producir cemento) que se fabrica en Cataluña continuará cruzando océanos.
Grueso del negocio en México
A pesar del alto nivel de exportación, el verdadero negocio de Cementos Molins se encuentra más allá de las fronteras europeas. “Somos un grupo en Cataluña de resultado mexicano”, según resumió el director de finanzas, Carlos Martínez Ferrer.
El negocio en ese país es la principal palanca de los resultados antes de impuestos (Ebitda), que llegaron a los 62 millones en 2014. Le siguen los 21 millones cosechados en Argentina, los 14 de Túnez, los 13 de Bangladesh, los 12 de Uruguay y, finalmente, los seis millones del mercado nacional.
La recesión se cebó con el sector, que bebió directamente de la burbuja inmobiliaria. "Nosotros llegamos a tener 600 camiones de hormigón en España ahora sólo contamos con 40", detalló el presidente, Juan Molins Amat. La cementera catalana sobrevivió mejor esta etapa que otras empresas españolas del sector al llegar a ella con un bajo apalancamiento que le permitió iniciar nuevos proyectos en el exterior para compensar el batacazo del negocio en el país.
Reestructuración de su deuda a largo
La reestructuración de los más de 30.000 millones de deuda con los que contaban a finales de 2014 se firmó el pasado ejercicio, cuando las condiciones financieras eran más favorables para los intereses empresariales que en plena recesión.
El principal objetivo de Cementos Molins fue pasar de corto a largo el periodo de devolución, prolongando la amortización hasta 2022 con cuotas anuales inferiores a 45 millones. El grupo también consiguió un nuevo balón de oxígeno de 121 millones. De ese monto, 26 millones estuvieron disponibles en el ejercicio en curso que se destinarán, básicamente, a cubrir las inversiones previstas.
Previsión para 2015
La cementera familiar cerró el primer trimestre de 2015 con un incremento consolidado del ebitda de 39,63 millones, el 43% más que el ejercicio anterior. Prevén una pequeña desaceleración del avance positivo para la segunda mitad del año que no llegará a depreciar la buena marcha de los negocios. La cúpula de la compañía se muestra optimista.