Que la vicepresidenta del Gobierno central tenga la encomienda directa de Mariano Rajoy para pacificar el conflicto político con Cataluña es una muestra ahora ya inequívoca de que el presidente del PP ha decidido tomar cartas en el asunto. Hasta la fecha también lo hizo, pero a su manera: el silencio y la inacción fueron una forma de plantarse ante los empujones nacionalistas que recibió de forma continuada durante la legislatura y agotar, en buena medida, a sus oponentes.

Era obvio, no obstante, que esa política de quietud no podía mantenerse más que si hubiera dispuesto de una mayoría absoluta que las urnas no le concedieron. El nuevo escenario político, más atomizado, obliga a los gobernantes a buscar alianzas y consensos que les permitan llevar a cabo una parte de su programa.

Soraya Saénz de Santamaría será pues la enviada especial de Rajoy al territorio del conflicto. Su papel será el de agrimensora, que para entendernos es un antiguo arte a partir del cual se tomaba constancia de las dimensiones y accidentes geográficos de un espacio determinado. La vicepresidenta deberá poner toda la carne en el asador del diálogo si desea que haya algún tipo de avance. En caso de que su misión catalana solo fuera gestual y no moviera nada, podríamos ver renacer aún más enconado el conflicto político entre uno y otro lado del Ebro.

La agrimensora de la triple SSS tendrá un despacho en Barcelona, junto a su valido Enric Millo. No está mal que eso suceda, porque uno de los males políticos que nos preocupan en los últimos tiempos tiene su origen en la renuncia que José María Aznar hizo a ejercer como Estado en Cataluña. Lo fió todo a Jordi Pujol y sus miméticas políticas económicas a cambio de los votos de CiU en el Congreso de los Diputados. Desde entonces sólo hubo un gesto fallido y en etapa socialista: desplazar la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) a Barcelona. Pujol se llevó una plaza para Pascual Estevill en el Consejo General del Poder Judicial, otra para Carles Vilarrubí en Telefónica y una tercera para Rafael Español en Endesa. Es curioso porque los tres tienen o han tenido serios problemas con la justicia en estos últimos años. Pero, qué se le va a hacer, estos eran los escuderos de Pujol.

Que la agrimensora Sáenz de Santamaría acuda regularmente a Barcelona es una buena noticia. La proximidad permitirá que el diálogo y la negociación sobre el terreno sean más fructíferos

De hecho, que la agrimensora Sáenz de Santamaría acuda regularmente a Barcelona es una buena noticia. La proximidad permitirá que el diálogo y la negociación sobre el terreno sean más fructíferos. No hay mejor partido ganado que el que se hace a domicilio, lo sabe cualquier deportista que participa en prácticas en las que el desplazamiento es habitual. La vicepresidenta debe tomar bien la dimensión al territorio, en un sentido menos geográfico y espacial que sociológico. Le interesa quedarse con el sentir de las personas más que con la representación que en ocasiones hacen de ello sus líderes políticos.

Es una gran noticia que la agrimensora haya empezado a desempolvar el centímetro y los equipos de topografía.

CODA:

Gracias a todos aquellos que habéis mostrado en público y en privado solidaridad con Crónica Global ante los infundados ataques que un grupo de extremistas y anónimos tuiteros nos han dedicado en las redes sociales en las últimas horas manipulando y retorciendo nuestras informaciones y opiniones y, finalmente, llamando al boicot contra la publicación.

No se preocupen amigos lectores, ese grupúsculo ultramontano, hiperventilado en el nacionalismo español y que actúa siempre sin dar la cara, al más puro estilo mafioso de un coordinado sindicato del crimen, no conseguirá mover un ápice la línea editorial que aplicamos desde el 1 de julio de 2015 en esta publicación y que tan buena acogida tiene entre la audiencia.

Todos saben que no somos independentistas, pero tampoco damos cobijo a quienes con actitudes sectarias defienden una España casposa, facha y de anticuario. Por fortuna, esa idea de país la hemos conseguido expulsar entre todos hasta de nuestra memoria.