Llega el 12 de octubre y con el otoño el circo catalán de la política abre una nueva pista donde otros trapecistas y payasos realizan su función. Toca ahora en el ámbito de la política local, en Badalona. Es el lugar en el que Xavier García Albiol, del PP, ganó las elecciones y toda la oposición se alineó para hacerle saltar del gobierno municipal. La localidad está gobernada ahora por una de las confluencias de la izquierda podemita (Badalona en Comú), ERC y la CUP. El lugar es emblemático y representativo en muchos sentidos, pero destaca en uno en concreto: la ciudad no es unánime en política, todo lo contrario, y está tan fragmentada como toda la Cataluña actual.
Unos concejales del equipo de gobierno de Badalona aspiran a un minuto de gloria y, tras ser conminados por la Justicia a mantener las instalaciones municipales cerradas al público en la jornada festiva, van y rompen en la plaza el mandato judicial a la vez que facilitan la entrada en el consistorio a independentistas que, raudos y gregarios, se personaron a la función de marras para hacer más amplia la hipotética respuesta contra la orden recibida.
El asunto pretendía ser un desacato a dos poderes: contra la ley española que fija las fiestas nacionales y contra la judicatura que les conminó a cumplirla. Ya nos hemos acostumbrado a que el nacionalismo rete de manera constante al poder ejecutivo, sobre todo habida cuenta de su debilidad-provisionalidad actual, y no pase nunca nada. Sin embargo, la Justicia no puede tolerar según qué tipo de salidas de tono de justificación política porque eso lleva al caos y a la inseguridad jurídica de un país. Decía Cicerón que para ser libres hay que ser esclavos de la ley.
Simón Bolívar: "Compatriotas, las armas os darán la independencia; las leyes, la libertad"
Las llamadas a la desobediencia, los desafíos legales y todo ese tipo de acciones empiezan a formar parte habitual del lenguaje y el proceder de determinadas opciones políticas. Ahí radica un peligro enorme: educar a nuevas generaciones de ciudadanos, sea cual sea su adscripción política, evocando los principios del Far West. Libertadores más radicales que muchos de los que hoy aspiran a serlo lo tuvieron claro años atrás. Simón Bolívar, por ejemplo: “Compatriotas, las armas os darán la independencia; las leyes, la libertad”.
El propio Artur Mas, como hoy explica María Jesús Cañizares en este mismo medio, ya habla con más prudencia ante la prensa internacional de cuál debe ser el rumbo del independentismo a partir de ahora. Nada de desobediencia, viene a decir el hombre imputado por su participación en el butifarréndum del 9N saltándose normas y leyes. Diríase que desde que dejó la presidencia de la Generalitat por expreso deseo de la CUP, dispone a su pesar de más tiempo para las lecturas y ahora frecuenta al filósofo griego de los pitagorines, Demóstenes: “No te avergüences de someterte a las leyes y al que sabe más que tú”. Aunque bien mirado, todavía no está claro que practique lo primero y, seguro, seguro que no hace caso a nadie con lo segundo…