Me he descubierto canturreando la canción que cantaba Topol en El violinista en el tejado, y me ha dado por pensar cómo me sentiría a día de hoy "si yo fuera indepe, yubi-dibi-dibi-dibi-dibi-dibi-dibi-dum". Y, viendo cómo está el patio, concluyo que, de ser así, en casa me tendrían que sujetar con cadenas, porque estaría tan cabreado que no dudaría en engrasar la motosierra (metafóricamente, por supuesto, no se me vaya a enfadar el personal) e irrumpir en plan psycho killer en el despacho de Puigdemont, o bien buscaría en internet el dron ideal, capaz de transportar una mini mega bomba fétida, de cien mil kilopestes, que arrojar sobre las cabezas de esos renegados de Mas, Rigau y Ortega en una de sus habituales idas y venidas al TSJC.

Insisto: si yo fuera un indepe "dibi-dibi ceballut", cabezota y tozudo, de esos que llevan cinco años comprando todos los disparates habidos y por haber; de esos que en su día se emocionaron cuando en el programa de Jaume Barberà en TV3 aseguraron que si cedíamos el puerto de Tarragona a la flota nuclear china ya estaba todo arreglado; de esos que devoran a diario el exabrupto verdulero de Rahola en 8TV, la demogagogia paniaguada de Marc Álvaro y la perorata lisérgica del ex juez Vidal --creyéndose, a pies juntillas, que once naciones nos van a reconocer a la voz de ya, y que una potencia amiga nos va a soltar doscientos mil millones de euros para ir tirando cuando el tumbaollas Junqueras salga al balcón y proclame el Nou Estat--, estaría muy furioso, echando espumarajos por la boca y chispas por los ojos y por el culo.

Y con toda la razón del mundo, porque aquellos que se suponen responsables de conducirnos al nirvana del helado de macadamia, la langosta y los mil euros mensuales por respirar y rezar en catalán, se comportan como auténticos majaderos. En los últimos quince días hemos asistido a una conferencia infumable de Cocomocho en Bruselas; a la caída de Santi Vidal, por ingesta masiva de psicotrópicos; a los registros y detenciones del tres por ciento convergente; a la declaración demoledora de Antonio Tajani, presidente del Parlamento Europeo, que sin cortarse un pelo ha recordado que “los ordenamientos constitucionales de los Estados miembros forman parte del marco legal de la UE, y un acto contra la Constitución de un Estado actúa contra una parte del marco legal europeo y, por tanto, jamás podrá ser reconocido ni tener efecto alguno".

Demoledor. Pero para mí, que hoy soy indepe, lo más humillante ha sido el juicio del 9N...

¿Cómo pueden esos tres impresentables sentarse en el banquillo, tras la romería siciliana del pasado lunes --¡para la que pedí fiesta, coño!-- y negar la mayor ante el juez, declarándose inocentes, que los responsables fueron los voluntarios?

¿Cómo es posible que esos espantajos de Mas, Rigau y Ortega me la hayan jugado de este modo? ¡A mí, que lo he dado todo y más! ¡A mí, que he pasado un lustro de mi vida haciendo cadenitas flower-power; arrastrando el cuerpo incorrupto de mi santa madre envuelto en una estelada por esos campos de Dios; rodeando Cataluña domingo sí y domingo también, subsistiendo a base de bocatas de mortadela; haciendo la V de la victoria en la Meridiana; poniendo aquello de "Tramo 136, segmento 23, curva 14 - 9N - Sí-Sí - DUI - II*II" en mis perfiles sociales, repartiendo propaganda y haciendo proselitismo para la ANC y comprándome todos los modelitos prêt-à-porter, temporada tras temporada!

¡No hay derecho. Me siento traicionado, jodido. Así os parta un rayo, cabr****!

¿Cómo pueden esos tres impresentables sentarse en el banquillo, tras la romería siciliana del pasado lunes --¡para la que pedí fiesta, coño!-- y negar la mayor ante el juez, declarándose inocentes, rogando que no los inhabiliten, diciendo que ellos no sabían nada, que no les avisaron de las consecuencias, que sólo tuvieron la idea política, que tenían el móvil fuera de cobertura, que los responsables fueron los voluntarios, que lo del 9N no fue ni referéndum, ni consulta, ni proceso participativo; que aquello, como mucho, fue un tanteo demoscópico y que de derivarse consecuencias penales la culpa es del chachachá, como cantaban los Gabinete Caligari?

Está claro que aquí nadie tiene huevos para romper los huevos y hacer una tortilla catalana com Déu mana. Mucho postureo, mucho rasgar fotos del Rey, pitar el himno, quemar Constituciones y banderas, y darle al pasacalle, brazo en alto y cara al sol, pero a la hora de la verdad tots son una colla de acollonits...

Empiezo a creer que los únicos que dicen la verdad son los de la CUP, y que o bien empezamos a repartir hostias (metafóricamente, también, por supuesto) como panes a toquisqui o nos darán las campanadas de 2714 y aún estaremos en las mismas, porque Mas --ahora lo veo claro-- sólo busca imprimir tarjetas nuevas poniendo "President 129 y 131 de la Generalitat de Catalunya". Y en lo que respecta a los de ERC, a los que se les cayó hace una eternidad la E del acrónimo, sólo buscan cepillarse a los del Pedecat para ser califas en lugar de los califas.

Todo eso, queridos amigos, pensaría, sentiría y diría a día de hoy "si yo fuera indepe, yubi-dibi-dibi-dibi-dibi-dibi-dibi-dum", pero gracias a Dios no lo soy ni pienso serlo; porque no siéndolo, no sólo me salvo de una depresión de caballo y una reducción progresiva de cerebro: también me libro, de paso, de que me llamen los iluminados de la ANC, contándome que el Estado les ha embargado 246.559 euros en concepto de multa por la gigaencuesta, y me pidan pasta para volver a reiniciar el Procés, regresando a la casilla de salida... aquella de la Voluntat d’un poble.

Apa, arrauxats, ja us ho fareu!