Ciertamente hace un par de años ya tuvimos la oportunidad de escribir sobre el entonces recién nombrado candidato al Senado de ERC Santiago Vidal. Decíamos entonces que las malas lenguas en los ámbitos judiciales le llamaban la Norma Duval de los juzgados por su tendencia cuasi artística a colocarse delante de cualquier foco mediático.

Dos años más adelante ha quedado claro que esa pasión por figurar le ha llevado a la dimisión. Perdón, seamos serios, a que lo dimitan. Su trayectoria es sencilla. Como era bien ignorado en el partido, se le encomendó la misión, cual vedette, de pasear sus atributos por las agrupaciones locales de ERC. Un trabajo sencillo, de esos que no molestan. Al personaje, además, le encantan las palmaditas en la espalda y ser el centro de atención. Quizás no era el Moulin Rouge pero creían que le valdría.

Pero quizás en ERC no calcularon que su Norma Duval particular quería algo más que enseñar su sonrisa por la Cataluña profunda. Buscaba París, Francia. Cuando uno está casado con su imagen, cuando uno sólo vive por ser popular, cuando uno cree que está por encima del mal y del bien; simplemente se equivoca. Y Santiago Vidal ha creído, o peor, le han hecho creer, todo eso. Resultado: visto que era ninguneado, quiso hacerse el interesante. Y qué mejor forma de hacerse el interesante que contar intimidades, políticas claro, que las otras a su pesar tampoco interesan a nadie.

Lo dicho por la vedette rural catalana, por mucho desmentido del Govern, es una realidad que algunos ya habíamos oído

Y al final lo más triste es que, como Norma Duval, Santiago Vidal no miente. Y lo dicho por la vedette rural catalana, por mucho desmentido del Govern, es una realidad que algunos ya habíamos oído. Un senador arrojado como padre de la Constitución catalana sabe eso, y otros datos, suficientemente indignantes como para que no pueda seguir un minuto más en la calle. No decimos en el cargo, sino en la calle. No son su veleidades sobre datos fiscales, sino sobre todo su rencor hacia sus propios compañeros de juzgados con listas de adeptos y no adeptos. El personaje, en su enfermedad, tiene una lista de lo que tradicionalmente se llama una purga. Peligro inminente.

Y esa, aunque ahora corran a desmentirlo, es la Cataluña de ERC. Una Cataluña donde todo el que no piense como ellos será enviado a un centro de reforma. Un lugar donde el trabajo sólo será para los adeptos. Los malos catalanes seremos desterrados y hasta expulsados del país. En su época judicial, Santiago Vidal era comparado con Norma Duval. Pero, ni eso, le va grande la comparación. Ella enseñaba el culo y las tetas; Santiago baja la cabeza sumisa y acepta la dimisión impuesta. Estaría bien saber qué le han ofrecido bajo mano. Porque estos personajes amantes del espectáculo no pueden vivir sin esa parte pública tan denostada. Miedo da que algún día esta vedette de ERC tenga el más mínimo poder.