Se acerca el final. El final de la Operación Chamartín. O el principio de la misma. Sólo el final de las conversaciones, de la negociación entre las tres partes. Ayuntamiento, DCN y Adif. Los ciudadanos afectados no cuentan, no están. El mes pasado fue duro e intenso. Casi se han cerrado los acuerdos importantes. Pero con problemas.

Por un lado, el ayuntamiento apuesta por iniciar las obras del nudo Manoteras para solucionar los problemas circulatorios. Él solo. Con dinero de todos, claro. ¿Nada tiene que decir DCN? La alcaldesa y su marido, Eduardo Leira, quieren que se haga sí o sí. Quieren pasar a la posteridad y queda poco tiempo.

Por otro, las negociaciones derivan en torno a la construcción de la nueva estación y la dirección de las obras. La operación la quiere dirigir el ayuntamiento. Cómo construir la nueva y gran estación, ¿quién la paga? Nos tememos lo peor. Los de siempre. Dicen que habrá viviendas públicas, ¿lo permitirá DCN-BBVA cuando es su negocio? Dicen que esta operación la va a dirigir el ayuntamiento, ¿nos lo creemos? El gran negocio del BBVA se lo deja al ayuntamiento. Ver para creer. Pero todo es posible porque hay prisa, mucha prisa en comenzar la gran obra del norte de Madrid. Tras muchos años de espera hay mucha prisa. Mejor empezar, no vaya a ser que se descomponga el andamio político actual y se vaya todo al infierno. Y los protagonistas actuales pasen al olvido y sin obra. Mejor empezar. ¿En qué dirección?

Tras muchos años de espera hay mucha prisa. Mejor empezar, no vaya a ser que se descomponga el andamio político actual y se vaya todo al infierno. Y los protagonistas actuales pasen al olvido y sin obra. Mejor empezar. ¿En qué dirección?

Dejar de ser iniciativa privada para ser pública tiene su aquél. Porque hay que tocar el Plan General de Ordenación Urbana de Madrid (PGOUM). Nos podemos ir a dos años y podría suceder que no quedase nadie en el ayuntamiento de los que están. Y la alcaldesa Manuela Carmena y su marido Eduardo Leira quieren hacer la operación. Por encima de todo. Asunto personal. Será para pasar a la historia municipal como impulsora de una obra importante. Al menos algo por lo que se la recuerde.

Hasta el momento ha habido muchos negociadores. Juan Carlos Lasheras y José Manuel Calvo, por el ayuntamiento, sospechoso silencio y nula defensa de los ciudadanos afectados. Smithson, de Rogers Stirk Harbour&Partners (parece que en España no hay arquitectos), y Antonio Béjar, de DCN, --no saben nada, no dicen nada, manto de silencio en busca de su negocio--. Aunque sí ha informado al equipo del PP en el ayuntamiento. Y por Adif, Juan Bravo y su gente. Con la Iglesia hemos topado, pues son los grandes hacedores de las grandes obras de Madrid con el desaparecido Gallardón, que puede volver. Y muchos obedientes detrás de cada elemento negociador. Pues han negociado duro la pasada semana. Tienen prisa por desbloquear la operación. A saber la causa. Claro que luego queda que lo aprueben los jerarcas de cada sector negociador. Alcaldesa, Manuela Carmena; ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, y presidente del BBVA, Francisco González. Luego viene la burocracia. Y lo que diga Cristina Cifuentes, que algo tendrá que decir, a pesar de su promesa de acatar los acuerdos. Algo ha insinuado con el interés de hacer una autopista paralela a la N-I. Se supone la sacarán fuera de los terrenos de la Operación Chamartín.

Ha saltado en los últimos días un nuevo escollo para desarrollar la llamada Operación Chamartín. El amianto. Estaba olvidado. Pero la sustancia está en los terrenos y provoca cáncer. Años desinfectando los terrenos, pero nada. Ahí sigue. Éramos pocos y... van los vecinos y hacen excursiones para enseñar la degradación de la zona. El inframundo habita en los terrenos a edificar. Chabolas, poblados. No se ha hecho limpieza. Hay en la zona fibrocemento, o sea, amianto. ¿Quién lo limpia? Habrá que hacerlo ya, antes de construir las 13.500 viviendas con que se prevé hacer el gran negocio. Adif y DCN discrepan bastante sobre el valor de los terrenos sobre los que hay que construir. Y Adif necesita dinero. Mucho dinero. Si DCN se retira, a Adif le da un espasmo. Necesita los 1.200 millones de euros acordados porque cuando los cobre ya los ha gastado. Ya los debe. No resistiría una huida de BBVA, por eso quiere un acuerdo ya.

Si DCN se retira, a Adif le da un espasmo. Necesita los 1.200 millones de euros acordados porque cuando los cobre ya los ha gastado. Ya los debe. No resistiría una huida de BBVA, por eso quiere un acuerdo ya

Así que ha terminado la semana grande de las negociaciones para la operación. Cualquier día anunciarán, se supone, los acuerdos a los que han llegado. Y cómo la alcaldesa Carmena o su subordinado Calvo dirigirán la nave de la operación. Y cómo superar la burocracia. Ésta va lenta. Y toca cambiar el PGOUM. Pasamos de manos privadas a públicas. Cuesta creer que DCN haya aceptado ese apartado cuando es su negociado. Puede que la necesidad obligue. Sin insinuar nada, por supuesto.

Como cuesta creer que Adif se haya impuesto y lo primero en construirse sea la nueva estación. Siempre la habían dejado para el final, para años vista. Las infraestructuras serán lo primero. Es positivo el cambio para la ciudadanía. No tanto para el BBVA, que se le retrasa su negocio de viviendas después de haber reducido su número. Sorprende, por eso, tanta cesión de DCN. Ya hace un tiempo Luis Cueto, el factótum del ayuntamiento, había insinuado por dónde iban las negociaciones. Tendremos en unos años dos nuevos barrios en el norte de Madrid, en un espacio superior a los tres millones de metros cuadrados. Y torres. Varias torres y un centro de negocios.

Veremos cómo queda el nuevo diseño. Porque los diseños anteriores no valen ya. Muertos, aunque fuesen muy buenos, sobre todo el del arquitecto decano Ezquiaga. ¿Habrá seis torres, como antes? ¿Y el rascacielos de 70 plantas? ¿La estación de Chamartín? ¿Nuevas estaciones de metro? ¿Comunicados los barrios? ¿Terrenos para colegios, centros médicos, parques de juegos de niños, parques para mayores? Todo será nuevo. Nuevo diseño. Toca esperar. Esperar y ver. Ver si la inversión serán los 6.000 millones de euros anunciados. Porque con tanto cambio... a lo peor no queda dinero para la Operación Chamartín. O para algunas operaciones. ¡Ah! Puede que en el norte de Madrid se edifique una ciudad fantasma. Muchas torres sin habitantes. Sólo habitadas por los fantasmas nocturnos. ¡Qué miedo!