Germà Gordó es un tipo de sonrisa enigmática que ha mandado más que nadie a la sombra de Artur Mas sin que el pueblo soberano sepa prácticamente nada de su persona ni los medios de comunicación dispongan de archivo suficiente para trazar un perfil político satisfactorio. Un éxito por su parte, sin duda, porque mucha gente cree que el silencio de los políticos es sinónimo de inteligencia e interpreta la aureola del misterio como un atributo de poder. Mandar y tener poder no es exactamente lo mismo; lo primero se deriva de lo segundo y se ejerce por delegación. Gordó siempre ha estado al servicio de Mas, aunque ahora, por exigencias del guion escrito por el PDeCAT, pueda parecer que se hayan distanciado. Pero este no es el guion de Gordó.
Gordó decidió ayer comparecer en Els Matins de TV3 tras meses de resistencia. La credibilidad de la existencia del 3% se agiganta y él va a ser el próximo protagonista en subir al estrado. Hay mucha intranquilidad en el PDeCAT por lo que pueda saber y decir el exgerente de CDC, exsecretario del Govern, exconseller de Justicia y ahora exdiputado de JxS.
El diputado no adscrito, autoproclamado garante de la ideología de la vieja Convergència y, como tal, poco amigo de la desobediencia y de ciertas compañías parlamentarias, se demostró dolido con sus excolegas del PDeCAT que primero le aceptaron su permanencia en el grupo parlamentario y en el partido a pesar de su condición de investigado y luego clamaron por recuperar su acta y mandarlo a casa. A Mas no le recrimina nada porque, según dijo, entiende su decisión de seguir como diputado, así como la injusticia de lo que le sucede.
El diputado Gordó es un hombre dolido, pero no con los suyos, los que están en el secreto de las cosas. Unas cosas que van a seguir en el ámbito de la presunción de la inocencia si de él depende
El diputado Gordó es un hombre dolido, pero no con los suyos, sabiendo que los suyos no son todos lo que están en JxS ni todos los dirigentes del PDeCAT, ni todos los miembros del Govern. Entonces, ¿quiénes son los suyos? Además de Artur Mas, se entiende. "Pongo la mano en el fuego por CDC y por sus tesoreros", afirmó. Los suyos son los que están en el secreto de las cosas. Unas cosas que van a seguir en el ámbito de la presunción de la inocencia si de él depende. Eso fue a decir ayer a TV3. No sólo que tiene una memoria correcta, aunque sus agendas se hayan volatilizado, también que tiene un especial interés para recordar en cuanto el juez se lo pida porque sus recuerdos no contemplan delito alguno ni por su parte ni por la de sus amigos.
Gordó no va a convertirse en un Millet, ladrón y corrupto confeso, si tenemos que hacer caso de su declaración literal. Con su cara más angelical así lo hizo saber a los interesados con la audiencia por testigo: la mano en el fuego por vosotros, compañeros de fatigas. Ya casi nadie está dispuesto a estas alturas de la crónica de la corrupción a poner sus manos en peligro por nadie. Por eso sorprende tanta contundencia, tanto riesgo a quemarse cuando prácticamente nadie de su expartido ni de su gobierno le ha expresado la más mínima solidaridad. Se intuyen palabras de lealtad no correspondida, seguramente, con un mensaje encriptado para quienes creen poder quedar al margen de tanta sospecha.
El fuego permanece apagado a la espera de la sentencia del Palau de la Música. Y a pesar de todo, el desagradable olor a manos quemadas se percibe, figuradamente, en el círculo de exconvergentes arrinconados por su propio partido. Hay quienes para salvarse parecen dispuestos a poner a prueba la resistencia al dolor judicial de los que saben lo que hay que saber.