Al gran Quico Homs le acaba de salir gratis su participación en la charlotada del 9N: los 30.000 euros de multa que le cayeron los han puesto la ANC y Òmnium gracias a las aportaciones de todos esos catalanes de bien que han echado unos billetitos a la Caixa de la Solidaritat, organismo creado para evitar que nuestros próceres independentistas se tengan que rascar el bolsillo. No sé qué me resulta más indignante, si el hecho de que unos políticos no quieran pagar las multas que les caen o la evidencia de que hay gente dispuesta a pagarlas por ellos. El partido del 3% pasa la gorra y los ciudadanos pican de tal manera que la ANC y Òmnium reúnen 100.000 euros en un tiempo récord: una pasta con la que se puede pagar la multa del Sabio de Taradell, pero también las del Astut, Ortega y Rigau.

No sé qué me resulta más indignante, si el hecho de que unos políticos no quieran pagar las multas que les caen o la evidencia de que hay gente dispuesta a pagarlas por ellos

Mientras tanto, lo que queda de Convergència pugna para que la dejen fuera de las trapisondas de Millet y Montull en el Palau, y parece que se están saliendo con la suya pese a la indignación del Ayuntamiento de Barcelona (vía Jaume Asens) y el simulacro de pasión justiciera por parte de ERC (vía Marta Rovira). Millet y Montull han repetido hasta quedarse afónicos que desviaban dinero hacia Convergència, pero como son gente de poco fiar, parece que no hay que hacerles mucho caso. Bienvenido sea el dinerito y adiós muy buenas, que nos lo quedamos nosotros para nuestras cosas y a nadie se le ocurre repartirlo entre la población necesitada. Por el contrario, cuando a uno de los nuestros le cae una multa, le pedimos al pueblo que la pague, pues nuestros compadres van un poco tiesos últimamente y ahora no les viene bien pagar. Que pague la gente, como premio a su heroísmo.

Un momento, ¿he dicho heroísmo? Yo no recuerdo ninguna actitud heroica de esa pandilla durante sus declaraciones ante el juez. Les recuerdo haciéndose el loco, insinuando que a ellos hay que decirles las cosas doce veces porque a la primera no lo pillan, echándoles las culpas a los voluntarios, que son incontrolables y van a su bola, y tratando, en suma, de escurrir el bulto. ¡Y no había posibles penas de cárcel! Solo inhabilitación y multa, ¡y la multa se la pagan los patriotas, dejando de comer si es preciso!

Todo parece indicar que tenemos lo que nos merecemos.