Ya lo dice el refrán: aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Pese al cambio de nombre, Convergència sigue siendo la misma de siempre. Lo acaba de demostrar el ya célebre comentario de David Bonvehí sobre que, si pintan bastos con el referéndum, habrá que buscar a un candidato autonomista. De lo que se trata, como siempre, es de no perder el poder y decir una cosa en público y otra en privado. No es que se vuelva al mítico peix al cove de la era Pujol, sino que nunca se ha abandonado.

Una vez desenmascarado, Bonvehí recurre a la Fiscalía, esa gente horrible que ha sentado en el banquillo al Astut y al sabio de Taradell, dando muestras de otra seña de identidad de los convergentes: la incoherencia o, en el mejor de los casos, la justicia a la carta. Pero como si quiere elevar una queja a la Santa Sede: todos hemos oído al señor Bonvehí decir lo que ha dicho. Gracias, según parece, a dos emprendedores muchachos que estaban allí y lo grabaron todo: uno pregunta al otro si ya ha informado del asunto al Junqui y el otro le tranquiliza diciendo que ya le ha enviado un Whatsapp. A partir de ahí, todos empiezan a mentir: Bonvehí niega haber dicho lo que todos hemos oído --o que se le ha sacado de contexto, la excusa habitual--, Tardà dice que ellos no han hecho nada --aunque todos hemos escuchado a sus sicarios con claridad--, Santi Vila, al que el prusés se la pela que da gusto, al verse acusado de autonomista, clama que a él nadie le gana a independentista. Y ya tenemos montado el cirio entre dos socios de coalición que se odian mutuamente: Convergència observa que se hunde en la irrelevancia, y los de ERC no ven la hora de darles la puntilla (me cuentan que el propio Junqueras les ha gestionado unos eurillos de La Caixa a los de Lliures con la única intención de clavar otro clavo en el ataúd del PDECat, y me lo creo).

De lo que se trata, como siempre, es de no perder el poder y decir una cosa en público y otra en privado. No es que se vuelva al mítico peix al cove de la era Pujol, sino que nunca se ha abandonado

Todo esto sucede a cinco meses del supuesto referéndum y sirve para irritar a Anna Gabriel, que ya ha dicho que, si siguen con esas mamonadas, ella y los suyos abandonan el Parlament (¡qué gran pérdida para Cataluña en particular y la humanidad en general!). A todo esto, Cocomocho solo piensa en volver a Girona a empapuzarse de xuxos de la pastelería familiar, mientras el Astut, para no aburrirse y seguir haciendo como que tiene un futuro, se dispone a emprender una gira de conferenciante internacional...

Convergència sigue siendo Convergència, pero eso no le garantiza nada, ya que su papel se lo cedió a ERC, liderada por un señor de orden que va a misa y que a los catalanes les parece más fiable. Desprestigiado Pujol y ejecutado Mas por la CUP, todo parece indicar que el partido puede acabar siguiendo el ejemplo de su antiguo socio, Unió, y extinguirse dejando un pufo aún más considerable. Descansemos en paz.