Los Pujol parecen definitivamente instalados en el delirio y la desfachatez. Abrió fuego la matriarca del clan cuando dijo que no tenían ni cinco y que sus pobres hijos iban por el mundo con una mano delante y otra detrás (lo cual, en su caso, no equivale a la desnudez, pues los fajos de billetes tapan muy bien las vergüenzas). Prosiguió la visión demencial de las cosas con una entrevista radiofónica a Josep Pujol en la que dijo que sí, que vale, que su padre podía tener ciertos claroscuros morales, pero que había sido un presidente first class y que él prefería a un presidente first class con claroscuros morales que un presidente de chichinabo. A continuación, el aludido dio a conocer un texto fundamental sobre la necesidad de perseverar en el prusés para que no nos ningunearan los españoles y nos condujeran a la extinción como pueblo. Y hace unos días, la guinda del pastel la puso el benjamín de la familia, cuando se le ocurrió comparar la actitud del Gobierno español con su augusto padre con la que mantiene China hacia el dalái lama, aprovechando la ocasión para añadir que su familia no era una organización criminal ni nada que se le pareciera.
La comparación de Pujol con el dalái lama, aunque ingeniosa, no se sostiene por ninguna parte, y creo que desde el Tíbet se debería reaccionar con firmeza
Por menos de lo que ha hecho Pujol padre, los personajes de las novelas de Arthur Schnitzler se volaban la cabeza. Yo no pido tanto, pero sí agradecería que la familia Pujol adoptara un perfil bajo y un aire contrito. Encontraría natural que los chicos se alistaran en la legión o entrasen en un monasterio trapense como hermanos legos (a la manera de Sebastian Flyte al final de la novela de Evelyn Waugh Retorno a Brideshead), mientras las chicas se metían monjas y se iban a explicar el hecho diferencial catalán a alguna tribu africana. En vez de eso, siguen negando a coro que sean una pandilla de mangantes y comisionistas, y lo hacen con una arrogancia francamente ofensiva.
La comparación de Pujol con el dalái lama, aunque ingeniosa, no se sostiene por ninguna parte, y creo que desde el Tíbet se debería reaccionar con firmeza. El dalái lama es un hombre de paz que no tiene nada que ver con el principal responsable de la Cataluña que ahora padecemos, con el hombre que ha dedicado su vida a dividir a los catalanes y a enfrentarlos con el resto de los españoles, con el sujeto más funesto de la historia reciente de Cataluña. A ver si se celebra de una vez el juicio contra la banda de los Pujol y nos libramos de todos ellos para siempre: en Soto del Real quedan muchas plazas libres.