El prusés se va cobrando víctimas entre sus impulsores. Carme Forcadell no ve muy claro lo de repetir como presidenta del Parlament; Carles Mundó vuelve a la abogacía porque, al parecer, le bastaron treinta y tres días en el trullo para descubrir que la experiencia no era nada agradable; y Artur Mas, el responsable de todo este carajal, abandona la presidencia del PDeCAT porque se le acumulan las causas judiciales --TV3 repescó una entrevista de Mònica Terribas en la que el Astut aseguraba que el Estado quería destruirle y que, de momento, ya le había soplado el apartamento de la calle Tuset-- y porque siente la necesidad de dar un nuevo paso al lado por el bien del partido y del visionario de Bruselas.
Comprendo la preocupación del president 129 por su futuro judicial, que puede traerle la inhabilitación, la ruina y tal vez hasta la cárcel. Pero yo diría que el principal motivo de su salida del escenario es el friki que anda suelto por Bruselas y al que solo le falta plantarse en la Grand Place y clamar: Apres moi, le deluge!!! Al Astut le ha salido la criada respondona. Él lo colocó de president a dedo, obligado por la CUP, para mangonearlo cual muñeco de guiñol, pero luego resultó que el muñeco tenía vida propia y se había venido arriba, hasta el punto de preferir que se repitan las elecciones --¿para qué, para que salga lo mismo?-- antes de dar su propio paso al lado y reconocer que dirigir Cataluña desde Bélgica es una idea de bombero.
El Astut colocó de president a dedo a Puchi, obligado por la CUP, para mangonearlo cual muñeco de guiñol, pero luego resultó que el muñeco tenía vida propia y se había venido arriba
Puchi está muy crecido y va muy sobrado. Según él, hay que retorcer el reglamento del Parlament para que pueda ser presidente desde Bruselas o desde donde le apetezca fijar su residencia. Sigue con la manía unilateral y con la fantasía de implementar la república, mientras Mas --¡ya era hora!-- se ha dado cuenta de que no hay nada que implementar, que el triunfo soberanista de las últimas elecciones no fue lo suficientemente holgado y que más vale recuperar la autonomía mientras se ensancha la base social para la independencia.
El Astut recupera la sensatez un poco tarde y no del todo, pues afirma que el prusés es su legado, como si fuera algo de lo que sentirse orgulloso. Hasta él debe haberse dado cuenta de que Puchi no está bien y de que el PDeCAT --detonado desde dentro por el propio Cocomocho-- no va a ninguna parte. Realmente, Cataluña es el único lugar del mundo con un presidente huido de la justicia y un vicepresidente en el trullo volviéndose locos cada uno a su manera: el uno creyéndose Napoleón y el otro esperando que la Virgen María se le aparezca en su celda de Estremera (si lo hizo en Las Vegas con un pecador como Fernández Díaz, tampoco le costaría tanto tener un detalle con el beato Junqueras, digo yo). Ante semejante panorama y el desastre personal que se le viene encima, da la impresión de que el Astut solo volverá a abrir la boca en presencia de su abogado.