La actualidad me obliga a cambiar el articulo sobre la lección que nos dio Pedro J. en su visita a Crónica Global en septiembre. Lo tengo escrito en la cabeza, pero lo dejo para otra ocasión para sacarle punta al lápiz... Hoy hablo de la crisis socialista que la pasada semana pudimos ver casi en directo. Malicio que había muchos intereses mediáticos en el empeño por aquello de "a bodas me convidas" de los que no son de esa procesionaria.
Hay una tendencia vulgar de separar a la gente en bandos binarios: pedristas contra susanistas, como si fuera un derbi de fútbol, en esa dialéctica de pintor de brocha gorda. Me cabrea la simpleza de los descubridores de la sopa de ajo. Oír que Felipe González es un empleado de Endesa y que, como tal, está al servicio del capital me ofende los oídos de una persona [yo] que nunca fue felipista, pero que no confundo al culo con las témporas.
En política no existen buenos ni malos. Ni todos son buenos ni todos son malos. Están repartidos equitativamente entre los bandos. Cada cual tiene el suyo en esta y en todas las batallas. "Yo soy yo y mis circunstancias", que decía José Ortega y Gasset.
Si fuera asesor de imagen de Rajoy e Iglesias les diría que guardaran respetuoso silencio, porque en este momento el silencio les beneficia
¿Que todos se mueven por intereses? ¡Por supuesto! Usted también lo hace cada día cuando toma una decisión por nimia que sea.
Que los grandes beneficiarios a inmediato futuro hayan sido Mariano Rajoy y Pablo Iglesias no tengo la menor duda. Si fuera asesor de imagen de ellos les diría que guardaran respetuoso silencio, porque en este momento el silencio les beneficia. Y sí, estamos hablando de intereses políticos. Cada uno juega sus cartas. No hace falta dinero para entrar en el juego.
Entiendo el "no es no" de Pedro Sánchez que iba a desembocar en unas terceras elecciones que le habrían estrellado, pero puestos a despeñarse es más digno hacerlo manteniendo la palabra dada de no facilitar la investidura de Rajoy, que cayendo por Despeñaperros en unas terceras elecciones que hubieran sido un suicidio y que los electores no quieren. El problema de Sánchez fue cuando el gurú Felipe González reveló en su emisora amiga, en la Cadena SER, que el candidato socialista le había engañado innecesariamente al decirle que en la segunda investidura se abstendrían para que España dejara de tener un gobierno transitorio.
Sánchez mintió a González; no cuando lo hizo sino posteriormente ante el bombardeo de mensajes de la militancia que lo había elegido secretario general que lo despeñaba al "no es no", y se dejó llevar en la corriente impetuosa del corazón, que es el pecado capital de un líder.
Las decisiones no las toma el corazón sino la cabeza. Lo entiendo, pero si tan convencido estaba de su cambio de parecer, lo que debía haber hecho era decírselo al jarrón chino del PSOE.
Las decisiones no las toma el corazón sino la cabeza. Lo entiendo, pero si tan convencido estaba de su cambio de parecer, lo que debía haber hecho era decírselo al jarrón chino del PSOE
Pedro Sánchez se ha presentado como el paladín de la democracia (hago lo que me piden las bases, no los barones, ¡como si esos barones hubieran sido elegidos por el dedo de Dios!) y de la coherencia personal con esa afirmación sentimental que llega al corazón de los ingenuos: lo único que ha hecho es poner en valor la enseñanza que le habían dado los padres; pensando que con esa dialéctica se atrincheraba en un fortín inexpugnable. Este argumento es tan efectivo como efectista. Palabras parecidas pero antípodas.
Pero dime de que presumes y te diré de qué careces, Sánchez presume de demócrata pero, si lo fuera tanto, habría tenido que conceder libertad de voto al Grupo Socialista en el Congreso y que cada cual actuara según su consciencia, porque supongo que el resto de las 84 señorías tendrán su conciencia. ¿O no? ¿Sólo el líder tiene esa potestad?
Buenos o malos resulta una ingenuidad infantil plantearlo en esos términos.
Lo que más me duele de este desgarro interno es que ha cogido con el pie cambiado al PSC. Miquel Iceta era el puntal más firme del "no es no", como se pudo ver en la Festa de la Rosa en Gavà con ese grito histérico made in Iceta, de "¡resiste Pedro, resisteee!".
A mí me trae al pairo el PP o el PSOE, Albert Rivera o Pablo Picapiedra; lo que me importa es el futuro España, sé que la debilidad del socialismo catalán fortalece al separatismo como el día antecede a la noche. Me duele que el PSC pierda tantos leucocitos después de cada batalla.
Cuándo se les jodió la marrana tiene una explicación, pero me he quedado sin espacio...