Pensamiento

¿Dónde está la oposición a Trias?

20 abril, 2015 08:25

En las pasadas municipales de 2011, CiU fue la fuerza más votada seguida de por PSC y PP. Han sido cuatro años en los que Barcelona se ha provincianizado hasta tal punto que ha pasado de ser una de las ciudades abiertas y cosmopolitas por antonomasia a convertirse en un lugar en el que se prohíben carteles, rodar series de televisión y placas en las que aparece la palabra “Constitución”. Una legislatura en la que se han cambiado pasarelas internacionales de moda por simposios del odio como aquel infame de “Espanya contra Catalunya”.

Barcelona no puede ser una marca de moda ni una ciudad-escaparate cuando en ella viven niños que no disponen de una alimentación adecuada

Y mientras, ¿dónde estaba la oposición? El PSC, al igual que sucede en el Parlamento autonómico de Cataluña, parece sumido en un eterno no sabe/no contesta y cuesta recordar ninguna acción destacada contra las barbaridades que ha ido perpetrando el alcalde Xavier Trias. Cabe recordar, por ejemplo, que Ciudad Meridiana es el barrio con más desalojos de toda España y estas personas no pueden contar con un parque público de viviendas porque ni el actual alcalde ni los anteriores del PSC –con el apoyo de ICV y ERC- se han preocupado de crearla, a diferencia de lo que sucede en las grandes ciudades europeas. De los casos de desnutrición infantil ya ni hablamos. Barcelona no puede ser una marca de moda ni una ciudad-escaparate cuando en ella viven niños que no disponen de una alimentación adecuada.

En cuanto al PP, ahora los descubrimos criticando la gestión municipal de CiU cuando, en realidad, ha sido su mejor aliado. Recordemos, por ejemplo, que hasta 2012, Alberto Fernández Díaz fue Vicepresidente de la Diputación Provincia de Barcelona, uno de esos chiringuitos sin los que los ciudadanos podríamos vivir perfectamente y cuyo coste se podría dedicar a cuestiones sociales. Pese a que han tenido la posibilidad de incidir en las tareas de gobierno, desconocemos sus propuestas para mejorar la ciudad y lo único que no llegan son críticas con cierto gusto a electoralismo.

De la misma manera que una de las quejas que se escuchan constantemente entre las personas que se oponen de manera clara a la secesión es la ausencia del Estado en Cataluña, el PPC tampoco se ha hecho presente en Barcelona durante esta legislatura de delirio nacionalista y ha permitido que nuestra ciudad, que jamás ha sido independentista, se haya convertido en el escenario de performances separatistas de todo tipo.

¿Dónde estaban los miembros de este partido que gobierna España cuando la ciudad se ensució con plásticos amarillos? Animaron a sus regidores a denunciarlos y poco más. Y lo barceloneses tuvimos que aguantar durante semanas nuestra ciudad inundada de plásticos en lo que resulta un auténtico atentado ecológico –habría que preguntarse también dónde estaban los verdes de ICV- además de un horror estético y un ataque a la convivencia. Porque la ciudad ha de ser de todos y los espacios públicos nos pertenecen a los ciudadanos y no pueden ser utilizados con fines partidistas y aun menos por asociaciones sin ningún tipo de representación institucional.

La ciudad ha de ser de todos y los espacios públicos nos pertenecen a los ciudadanos y no pueden ser utilizados con fines partidistas

El Partido Popular tampoco estuvo presente para apoyar a los directores de los institutos que no querían entregar las llaves de sus centros para que se pudiera realizar el happening del 9N. De la misma manera que desde el Gobierno miraron para otro lado y permitieron que los separatistas se burlaran, una vez más, del Estado de Derecho, el PP de Barcelona no supo estar al lado de esas personas que, ante la indefensión en la que se veían, acabaron por entregar las llaves en uno de los episodios más bochornosos por los que ha tenido que pasar a función pública en este país.

Tampoco hemos visto labor de oposición al permitir que lo que debía de ser una biblioteca provincial –Barcelona es una de las pocas capitales de provincia que no tiene- acabara convertido en un monumento a los disparates nacionalistas: el Born Centre Cultural. De nuevo, alguna crítica tibia y luego, aprovechar el lugar para montar allí un acto de su partido porque de perdidos, al río.

Barcelona se merece un mejor gobierno, una mejor gestión, personas que puedan aportar los conocimientos aprendidos durante el ejercicio de sus profesiones, algo que difícilmente pueden ofrecer los partidos que llevan, de una manera u otras, años en el Ayuntamiento bien gobernando, bien como aliados necesarios.