El pasado jueves 15 de septiembre fui invitado por la Fundació de la Maquinista Terrestre i Marítima i Macosa a participar en el acto de presentación de esta fundación en el Col·legi d'Enginyers de Catalunya. De ahí surge la reflexión que transcribo a continuación.

Cataluña fue motor de la revolución industrial y la fábrica de España desde la segunda mitad del siglo XIX hasta finales del XX. La Maquinista en 1855 y Ferrería Barcelonesa (Macosa) en 1857 fueron hijas de una cultura industrial que tenía en la burguesía emprendedora y en la clase trabajadora combativa y organizada sus dos grandes pilares.

Durante casi un siglo y medio, sus trabajadores --ingenieros, técnicos, metalúrgicos-- fueron capaces de diseñar y construir grandes obras de la técnica y la ingeniería. Estructuras metálicas como la Estación de Francia en 1929 y el Mercado Central del Born proyectada en 1873 por el maestro de obras Josep Fontserè y construida y montada entre 1874 y 1876, con el esfuerzo de trabajadores de la Maquinista Terrestre y Marítima llegados de todas partes de España. Hoy en día, el excluyente secesionismo reivindica los contenidos del Born manipulando de forma retorcida la historia y olvida de forma consciente que esa magnífica estructura metálica fue levantada por trabajadores, los no invitados a los fastos nacionales.

Locomotoras como la mítica "Santa Fe", la más potente de su tiempo en la Europa de 1947, la veloz "Confederación", que alcanzaba los 135 kms/hora... todas ellas diseñadas y fabricadas por técnicos y trabajadores catalanes. Trabajadores de la Maquinista y Macosa contribuyeron a partir de julio de 1936 a la defensa de la República española, fabricando material y vehículos blindados para el ejercito republicano. Por cierto, no sabían que estaban participando en una guerra "contra Cataluña" emprendida por la pérfida España, teoría que apuntan hoy sesudos intelectuales secesionistas y que forma parte del relato soberanista.

La desaparición de la Maquinista y Macosa es la consecuencia de políticas identitarias y soberanistas que dicen defender la soberanía de la nación pero se olvidan de los intereses de sus ciudadanos

Transcurren unos cuantos años y, ante la incompetencia de una burguesía industrial catalana, acostumbrada al proteccionismo de un mercado cautivo, el Consejo de Ministros del Gobierno español se ve obligado a intervenir para evitar la desaparición de la empresa con la entrada del INI como accionista mayoritario, en noviembre de 1971. Mal gestionada la empresa por un decrépito y decadente INI, el gobierno nacionalista catalán permite la entrega de la Maquinista y Macosa a la multinacional Alstom en 1989. Por contra, el gobierno nacionalista vasco apuesta de forma decidida por la continuidad de la empresa guipuzcoana CAF, hoy en día una de las multinacionales más importantes de la industria ferroviaria.

Desde 1980, los gobiernos nacionalistas de la Generalitat han puesto en práctica aquella máxima de que "la mejor política industrial es la que no existe". No ha habido ninguna estrategia industrial, ningún incentivo a la innovación en el sector de los bienes de equipo (industria ferroviaria, energética...). El Govern ha sido incapaz de activar los mecanismos utilizados por otras administraciones, que incentivan en los concursos públicos la existencia de la capacidad innovadora local.

En los últimos tiempos, no solo la Cataluña política ha ido perdiendo protagonismo en Madrid y su posición es más irrelevante, sino que nuestra industria ha pasado a ser cada vez más dependiente de las estrategias de las multinacionales del sector. Nuestra debilidad actual nos hace ser más vulnerables a dichas estrategias y a sus amenazas de deslocalización.

La desaparición de la Maquinista y Macosa es la consecuencia de políticas identitarias y soberanistas que dicen defender la soberanía de la nación pero se olvidan de los intereses de sus ciudadanos.