Para los liberales, cualquier reducción de los tipos del impuesto sobre la renta es siempre una buena noticia. La justificación es sumamente simple: "Es mejor que los ciudadanos decidan en qué quieren gastar su dinero a que lo determine la administración”. Es un análisis tramposo porque les dicen lo que ganarán, pero no lo que perderán, con la medida propuesta.

Una disminución de los tipos impositivos genera casi siempre una descenso de la recaudación, pues la curva de Laffer es una gran falsedad. Por tanto, conlleva una reducción de la capacidad de gasto de la administración y a corto o medio plazo una disminución de los servicios públicos y las prestaciones sociales. Además, recorta la capacidad del Estado para reducir, a través de diferentes políticas, la desigualdad en la distribución de la renta.

Ambos aspectos provocan que los más perjudicados por la bajada de los tipos del impuesto sobre la renta sean generalmente las rentas más bajas. En primer lugar, porque normalmente pagan más impuestos por lo que consumen (gravado por el IVA y los impuestos especiales) que por lo que ganan (tributado en el IRPF). En segundo lugar, debido a que constituyen el colectivo que más se beneficia de los servicios públicos y las prestaciones sociales. De los primeros, al no poder sufragar su precio en el mercado, y de las segundas, al tener un mayor acceso a ellas que otros colectivos debido a su bajo nivel de renta.

Los más perjudicados por la bajada de los tipos del impuesto sobre la renta son generalmente las rentas más bajas

En tercer lugar, porque la mayoría de las reformas fiscales suponen una disminución del número de tramos del impuesto, una mayor reducción de los tipos que gravan las rentas más altas o ambos efectos a la vez. Este último caso es el de la reforma que entró en vigor en 2015. Por tanto, favorecen una mayor desigualdad en la distribución de la renta, después del pago de impuestos y la recepción de subsidios.

Algunas veces la reducción de los tipos del IRPF persiguen un objetivo económico. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones, la motivación es única o principalmente política. El primer caso tiene lugar cuando el propósito es generar un mayor crecimiento, debido al decepcionante nivel actual. El segundo persigue ganar votos en las próximas elecciones, no importándole al partido gobernante si tiene como efecto colateral un peligroso aumento de la inflación o lleva al país a vivir notoriamente por encima de sus posibilidades.

La propuesta efectuada por Ciudadanos aparentemente parece atípica. Los motivos esgrimidos son dos: la reducción de impuestos es selectiva y en 2018 no están previstas ni elecciones generales, ni autonómicas ni municipales. El nuevo partido supuestamente pretende conseguir tres objetivos: evitar que tributen los que ganen entre 12.000 y 14.000 euros; que paguen menos los que ingresan entre 14.000 y 17.500 euros, y que posean más deducciones los que tengan a su cargo un familiar directo con discapacidad y las familias más numerosas. En síntesis, el propósito declarado es beneficiar casi únicamente a las rentas más bajas.

En la mayoría de las ocasiones, la motivación de la reducción de los tipos del IRPF es principalmente política: persigue ganar votos en las próximas elecciones

La disminución de impuestos verdaderamente será selectiva si el aumento del umbral de renta (técnicamente denominado base liquidable) exento de tributación no supone un cambio de los actuales tramos del IRPF. Si así sucede, los que ganen más de 14.000 euros seguirán tributando al 19% por la primera parte de sus ingresos (entre 0 y 12.450 euros) y al 24% por la segunda (la comprendida entre la anterior cifra y los 20.200 euros).

En cambio, si dichos tipos impositivos son rebajados, los ciudadanos que perciben rentas medias y altas también se beneficiarán de dicha disminución. Por tanto, si no quieren favorecer también a éstos, la reducción de la factura fiscal, de aquéllos cuya base liquidable se sitúe entre 14.000 y 17.500 euros, implicará la creación de deducciones y desgravaciones específicas para dicho colectivo.

No obstante, el verdadero objetivo de la mini-reforma fiscal no es inusual, sino sumamente típico: ganar votos. En concreto, los de los jóvenes mileuristas que, una vez contadas las pagas extraordinarias, cobran alrededor de los 14.000 euros anuales. Es una propuesta realizada para entrar en vigor el próximo año, en lugar de 2019 ó 2020, porque Ciudadanos considera que el PP hará una rebaja de impuestos de mayor envergadura en uno u otro ejercicio. En el primero si se adelantan las elecciones, en el segundo si éstas se celebran cuando está previsto.

La bajada de impuestos propuesta por Ciudadanos me parece contraproducente y engañosa

En cualquier caso, dicha rebaja no es una medida que necesite la economía española pues, si no cambia drásticamente la coyuntura económica internacional, el PIB volverá a incrementar a un nivel igual o superior al 3% en 2018. La principal incógnita, para el actual y próximo ejercicio, no es si España crecerá poco o mucho, sino si cumplirá o no con los objetivos de déficit público comprometidos con Bruselas (3,1% en 2017 y 2,2% en 2018). Un aspecto que ha obligado al PP a elevar la presión fiscal en el actual ejercicio y al que perjudicará significativamente en el siguiente la medida planteada por el nuevo partido liberal.

En definitiva, la bajada de impuestos propuesta por Ciudadanos me parece contraproducente y engañosa. Más propia de la vieja y rancia política de lo que se espera de una nueva formación. Si su objetivo es ayudar a mejorar el nivel de vida de los más desfavorecidos, las mejores medidas son la derogación de la reforma laboral y las subidas de impuestos a las empresas, a los que más tienen y los que más ganan. La primera contribuirá a generar empleos mejor pagados, la segunda a mejorar el actual Estado del bienestar y a reducir la desigualdad.