La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y los delfines del Zoo de Barcelona./ FOTOMONTAJE CG

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y los delfines del Zoo de Barcelona./ FOTOMONTAJE CG

Vida

Barcelona pierde sus históricos delfines

Las instalaciones actuales incumplen las condiciones mínimas y se trasladarán al Parque Oceanográfico de Valencia

3 septiembre, 2016 00:00

Los niños barceloneses tendrán que viajar para poder visitar a los delfines del Zoo de Barcelona, un emblema de la capital catalana tan histórico como el siempre recordado Copito de Nieve: los cetáceos están cada vez más cerca de ser trasladados a Valencia. La inoperancia de la teniente de alcalde de Ecología, Urbanismo y Movilidad, Janet Sanz, con respecto al delfinario aboca a su traslado al Parque Oceanográfico, dentro del complejo de la Ciudad de las Artes y las Ciencias.

Fuentes internas del Zoo de Barcelona saben que los delfines no podrán seguir en el recinto en unos meses y pocas soluciones hay. La venta no se contempla y solo cabe una cesión temporal, aunque no con este gobierno municipal, y añaden que tiene “guasa” que un Ejecutivo de Barcelona En Comú acabe cediendo los delfines a la obra faraónica de la época del mandato de Eduardo Zaplana en la Comunidad Valenciana y bajo la gestión de operadores privados.

La realidad es que el Oceanográfico de Valencia cuenta con las mejores instalaciones, con el equipo humano más numeroso y mejor dotado y la proximidad también resulta importante para el traslado, según fuentes expertas del sector. Los mismos entendidos no descartan que la cesión tenga unos costes directos de alojamiento y mantenimiento para el Zoo de Barcelona. El delfinario barcelonés es el único público de España, ya que el resto pertenece a operadores privados, 12 en total con una población estable de unos 100 delfines.

Sin planificación ni inversión

El antiguo gobierno municipal del convergente Xavier Trias había comprometido una partida de 10 millones de euros para retenerlos en el Zoo de Barcelona, pero la nueva alcaldesa, Ada Colau, y Janet Sanz han decidido paralizar la inversión y las instalaciones actuales pasarán a ser ilegales en unos meses.

El delfinario incumple las condiciones de la Asociación Europea de Mamíferos Acuáticos en términos de número de piscinas y de profundidad del agua. A estas alturas es imposible dar marcha atrás: Colau y Sanz ya no tienen ni el presupuesto ni el tiempo para remodelarlo ni ampliarlo, según fuentes internas del mismo centro.

Para haber logrado la continuidad, las instalaciones deberían haberse adaptado a la normativa existente antes del 2018. Las mismas fuentes aseguran que Sanz solo habla de naturalizar y modernizar la instalación, el bienestar animal, pero sin ninguna planificación ni inversión no hay nada.

La teniente de alcalde también fue la responsable directa de suprimir el espectáculo de delfines al público en noviembre del 2015 con el consecuente perjuicio para los cetáceos, animales de costumbres que se entrenan y disfrutan con el show, para los espectadores y para los ingresos del zoo. El comité de empresa del recinto está enfrentado a los nuevos gestores y sus decisiones, que consideran improvisadas, sin coherencia y carentes de la mínima técnica, pero con un impacto negativo e irreversible en el presente y el futuro de la instalación pública.

Instalaciones ilegales

Un informe de la Fundación para el Asesoramiento y Acción en Defensa de los Animales (FAADA) recoge todos los motivos por los que el delfinario de Barcelona incumple las condiciones mínimas. Tiene un espacio restringido, incluso la instalación más grande es pequeña para los animales; un entorno social limitado, dado que mantener delfines sin parentesco o de especies diferentes puede provocar agresividad por dominancia y desembocar en heridas o incluso la muerte.

Se trata de un ambiente sin estímulos; los ruidos son frecuentes, repetitivos, provocados por los motores y filtros de agua, y la música alta provoca estrés a los cetáceos. Las restricciones de comportamiento a las que estaban sometidos --golpear pelotas, hacer rodar anillas, empujar personas-- no son naturales; se les alimenta con pescado congelado en un horario establecido por el centro, por lo que no pueden realizar comportamientos de caza. Es frecuente que se les administre Diazepan para controlar su ansiedad y su muerte es demasiado prematura.

Desde que se inició la actividad del delfinario, en el año 1965, han muerto un total de 31 delfines y han nacido 18.