De los creadores del truculento Las cloacas de Interior llega el fallido documental sobre el referéndum del 1 de octubre. Gran expectación para un montaje endeble. Sobado arranque de aldea gala irreductible que a ratos parece la revolución de los paraguas y muestra su verdadera cara en las secuencias de la llegada de las urnas a los colegios a bordo de soberbios automóviles a lo "porsche cayenne".

La tesis de 1-O es que los políticos no tienen la culpa de nada, que todo fue una conjura ciudadana a base de empalmes informáticos y mucho coraje para resistir el asedio del tiránico Estado del estrambote de Rajoy. Lo mejor de la cinta es el momento en el que un mando de la Policía Nacional se dirige a los presentes en el colegio Ramon Llull: "El Tribunal Superior de Justicia ha ordenado el cierre de los colegios electorales. Señores, vamos a intervenir". El aviso es una refutación en toda regla de la tesis de la brutalidad policial.

Contra lo que cabría esperar, el realizador, Lluís Arcarazo, no cargó las tintas con las cargas. Tal vez estaba advertido de los graves soponcios que provocó la emisión en bucle por TV3 de las actuaciones policiales del día de autos durante las semanas siguientes. No se enseñó más sangre que la de Roger Español, el ciudadano que perdió la visión de un ojo a causa de un pelotazo. Faltó la mítica chica de los dedos rotos. En ese campo, el material propio de la televisión autonómica es mucho mejor a efectos dramáticos.

Del "votarem" al "hem votat", el resumen lo aporta un individuo ya en la treintena que afirma: "La sensació de fer barri va ser brutal. El barri ja no és el mateix". Y ahí es donde cabe preguntarse si el documental era a favor o en contra de aquello porque de una república a un barrio dista un cacho.

En los créditos pone que hubo 1.066 heridos por las cargas policiales, pero lo pone tan pequeño que debe resultar ofensivo para quienes se consideren "víctimas" del 1-O.

Jaume Roures presume de haber roto los audímetros. Es probable que no funcionen, puesto que indican que la cinta tuvo un 34,4% de share. En el momento cumbre, 1.134.000 televidentes estaban enganchados. Parece mucho, pero están lejos de los 2.286.217 votantes que dice Mediapro que tuvo el 1-O.

Cifras y más cifras exactas que carecen de toda aportación documental. ¿Dónde están los partes de lesiones? ¿Alguien ha visto las actas de las votaciones? ¿Son fiables las mediciones de audiencia? ¿Tiene sentido pagar por un documental que se podía haber hecho con recortes de informativos propios? ¿Cuánto ha pagado TV3 a Mediapro? ¿Eso es todo?