La reina Letizia, arreglada pero informal / EFE

La reina Letizia, arreglada pero informal / EFE

Vida

Las motos de Marichalar y el chándal de Letizia

La imparable decadencia de la aristocracia española. De Pocholo y Bertín a Álvaro de Marichalar. Conmoción en Zarzuela por los 'track pants' de la Reina

29 octubre, 2016 18:24

No es fácil fijar el comienzo del declive de la nobleza hispánica. Tal vez fue cuando José María (Pocholo) Martínez-Bordiú y Bassó, XVIII barón de Gotor, comenzó su carrera televisiva, tras múltiples aventuras y una accidentada estancia en Punta del Este con prisión incluida. O tal vez fuera cuando el heredero del condado de Donadío de Casasola, Bertín Osborne, comenzó a cantar por las discotecas con los pantalones subidos hasta los sobacos. Incluso puede que aún más tarde, cuando los Alba en general y Cayetano y Eugenia en particular, dieron en convertirse en carne de salsa rosa.

Cayetano, por ejemplo, blasonaba de gran jinete, pero se queja del costoso mantenimiento de las propiedades y fincas de la familia, principal receptora de los fondos agrarios de la Unión Europea al ser los mayores terratenientes de España. Sea cuando fuere, antes o después del conde Lecquio, la hidalguía está de capa caída desde hace décadas y a lo más que pueden aspirar sus componentes es al distinguido oficio de bufón, que ahora se practica mayormente en los platós de la televisión.

El último escándalo lo ha protagonizado el segundo descendiente más conocido del Conde de Ripalda, Álvaro de Marichalar y Sáenz de Tejada, notorio practicante del deporte de tocar la pera en la playa con las motos de agua, hermano del exmarido de la infanta Elena, don Jaime, consejero de Vuitton y de la Société Générale Inmobiliarie.

El señorito Álvaro se jacta de tener la leche de récords mundiales en embarcación de tres metros de eslora, o sea, la moto acuática. Poca broma, puesto que según su entrada en la wikipedia, se cruzó del tirón el Atlántico entre Roma y Nueva York allá por 2002. Pedazo de hazaña. Pero sin duda la más comentada de sus aventuras sucedió esta semana, puesto que según la misma entrada: "Una de sus últimas expediciones fue la travesía Logroño-Madrid a través de la compañía bla bla car donde batió el "récord del mundo de impresentabilidad sin cinturón de seguridad". Durante esta travesía estuvo a punto de fracasar cuando los tripulantes se plantearon liberar espacio en una gasolinera, pero finalmente alcanzó su destino, ostentando éste récord en la actualidad".

Debe ser una morcilla troleada de Sabina Urraca, joven periodista con la que compartió el trepidante trayecto y que no ha tenido reparos en contar la abracadabrante historia con el Vicecomodoro Honorario del Cuerpo de Apoyo & Salvamento Marítimo (CASMAR) de ONSA de la república bolivariana de Venezuela. Lo define como un tipo maleducado, gritón al móvil, chulito y pasado de vueltas, al punto de llamar "pescadito" a la búsqueda de un pescador a una chavala de veinte años que también participó en la expedición y que llevaba un septum (anillo en la nariz) que el aristócrata tocó sin miramientos.

¿Pero qué coño hace Alvarito, que dijo tener 29 años en vez de los 55 de su carnet de identidad, compartiendo coche con unos desconocidos? Según Sabina, "había una desesperación en sus llamadas que sugería que quizás no estuviese forrado de pasta, y que lo único que tenía era ese halo de desfachatez y socarronería altiva propio de los grandes de España".

Dadas las circunstancias, que la reina Letizia se haya sumado a la tendencia de los pantalones de chándal es una cosa sin importancia, una extravagancia para distanciarse de los usos de la corte, un puntito choni que es lo "must". En realidad, la parte de abajo del chándal se llama ahora "track pants" y los de Hugo Boss sólo cuestan 130 euracos en rebajas. Son los que lucía doña Letizia en una de las últimas recepciones en palacio, negros y con una raya blanca. Le quedan estupendos, como para participar en una nueva entrega de Los Ángeles de Charlie o Kill Bill total. Es el look arreglá pero informal, con sus imprescindibles taconazos de diez centímetros. Lo cuentan en el HOLA con profusión de detalles y una completa galería de fotos con las "celebs" que los llevan.

Amores. A Bigote Arrocet lo han fotografiado con una señora de cuarenta años de compras por las calles de Madrid. María Teresa Campos se niega a confirmar o desmentir una ruptura, pero de lo declarado a los medios se infiere que Bigote y la reina de los sábados por la tarde siguen juntos. Isabel Preysler también niega una crisis con Mario Vargas Llosa. Y ojo al dato que revela Emilia Landaluce en La Otra Crónica. Gabriel Rufián se pidió un selfie con Andrea Levy al cabo de la primera parte de la sesión de investidura. Ahí queda.