Vida

El sexo con el clero y #FreedomForSuecoFarlopero

Yiannopoulos, el hijo ‘rarito’ de Donald Trump, delata las prácticas orales con el padre Michael y se condena. Berggren, el apadrinado de Jané que ‘volia butà’

25 febrero, 2017 22:29

Milo Yiannopoulos y Joakim Robin Berggren son los dos grandes protagonistas mediáticos de la semana. El primero era el gay de cabecera de Donald Trump. El segundo, el sueco que robó un camión de butano en Barcelona tras una noche de rumba y rohipnol. Hechas las someras presentaciones, comencemos por Yiannopoulos, guapo, rico y famoso. Un botarate de 33 años con pasaportes británico y griego.

Yiannopoulos, niño mal de casa bien, empezó dos carreras pero las dejó --o le dejaron-- para abrazar el oficio de los canallas en su rama de presentar y comentar cachivaches tecnológicos y videojuegos en el portal Braitnews, el medio de referencia trumpista. A Yiannopoulos se lo han cargado los republicanos por atribuir a un tal padre Michael --religioso sin duda, pero se desconoce si católico, ortodoxo o anglicano-- su perfecto dominio del arte del sexo oral a partir de los trece años. El elogio de la pederastia fue su última hazaña. Antes había criticado a musulmanes, feministas, no feministas, negros, obesos y programadoras de videojuegos con un donaire que le hacía mucha gracia a Trump a pesar de que el jovencito es un pavo real que combina el disfraz de presidente naranja de los Estados Unidos --traje oscuro y corbata hasta las rodillas-- con collares de perlas y pulseras nacaradas, foulards y otras zarandajas de estilo dandy mezcla de Carnaby Street y centro comercial de Miami.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump / EFE

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump / EFE



El amigo ideal de Paris Hilton lo tiene casi todo claro, hasta el punto de haber perpetrado comentarios tales como que "es una verdad irrefutable que una fea tiene muchas más posibilidades de convertirse en feminista que una tía buena". Con ese discurso de trombón y tambor, Yiannopoulos cruzó el charco y se estableció en los Estados Unidos, donde no tardó en colocarse de redactor jefe en el citado Braitnews. Pero antes de abandonar su trabajo londinense en The Daily Telegraph sostuvo una agria polémica con una compañera que se quejaba de su fobia a las mujeres. ¿Fobia? El pequeño Milo replicó: "Me fascina el hecho de que Margot pudiera pronunciar palabra alguna para criticarme, tenía tantas pollas en la boca en ese momento... No la juzgo, su afición a los falos sólo es superada por la mía, pero cuando una golfa como ella habla de mí, debería controlarse".

Ya estaba metido de hoz y coz en la campaña de Trump --participaba de telonero en sus mítines-- cuando la hez de Twitter decidió aplicar a Yiannopoulos el derecho de admisión, demasiado heavy incluso para ese lupanar. Redondeó el mérito con una andanada a los gestores de la red social del pájaro azul: "Twitter es un lugar seguro para los terroristas islámicos, pero una zona prohibida para los conservadores".

Tras lo del padre Michael, Yiannopoulos ha dejado el curro un nanosegundo antes de que le echaran. La gracia le ha costado además 250.000 dólares, que es lo que deja de cobrar por el libro Dangerous contratado con la editorial Simon&Schuster y que se niega a vincular sus selectos apellidos al del enorme sofista. Hasta su papi Donald lo ha dejado tirado y descangallado. Mala suerte Yiannopoulos. Puedes probar con Marine Le Pen o Geert Wilders.

El final de la escapada de Joakim Robin Berggren, un sueco de 32 años, fue más abrupto. Acabó el martes a media mañana en una salida de la ronda del Litoral de Barcelona que nuestro Joakim Robin confundió con una entrada. Se dirigía al mar con un camión de butano que había trincado con las llaves puestas en el Paralelo.

El detenido, Joakim Robin Berggren, y el camión de butano en el punto en el que fue interceptado por la policía / FOTOMONTAJE DE CG

El detenido, Joakim Robin Berggren, y el camión de butano en el punto en el que fue interceptado por la policía / FOTOMONTAJE DE CG



Según el distinguido consejero de Interior, Jordi Jané, el amigo Berggren estuvo toda la noche previa en una "gran fiesta con actividades que le comportaron una euforia continuada". Jané no tiene par en el arte del eufemismo o, con esa pinta de modosito, es del club de amigos de Dominique Strauss-Kahn y habla para iniciados. Fiesta es sexo de pago y la euforia, éxtasis, viagra, cocaína y burundanga, todo ello en medio de grandes libaciones de destilados alcohólicos.

El consejero descarta el móvil terrorista y todos los indicios apuntan a que el sol de la mañana volvió majara a Joaquín Robín. La noche se le quedó corta y si ella le confunde, el día lo descojona. Jané parece el abogado de oficio del vikingo. El pobre chaval no sabía lo que se hacía y "no hay ningún indicio que haga pensar que fuese un ataque terrorista", sostiene el "conselleiro". Vale. Aclarado. Berggren, condenado a tres años en su país por violencia machista y tenencia de estupefacientes (no se han dado más detalles), salió de Estocolmo la semana pasada con un colega. Volaron a Moscú y de ahí a Barcelona. Tenía que enlazar con un avión a Madrid pero no lo llegó a tomar.


Los medios destacan que el payo sueco se pulió 20.000 euros el lunes por la noche en Barcelona, cosa a la que se atribuye un mérito extraordinario. Los Mossos disponen de los extractos de la tarjeta de crédito, pero sólo han deslizado la obviedad de que los cargos del plástico corresponden a empresas de variopintos "eventos", desde la asesoría de imagen a la iluminación de interiores, que indubitablemente vinculan el dispendio a la presencia del sujeto en barras americanas. Presto al quite, Jané ha aclarado que Berggren invitó a un número indeterminado de compatriotas residentes en Barcelona. Filantrópico que es.

Ni puñetera idea de los medios de vida del sueco, de la razón de su relación con la colonia sueca en la Ciudad Condal o del sentido del periplo Estocolmo-Moscú-Madrid con parada y fonda en el Paral·lel. ¿Acaso es un playboy? Pinta no tiene. Jané dejó entrever que el individuo sufre alguna clase de patología cerebral exosicotrópica, lo que no descarta que sea un delincuente internacional, un miembro de la banda de ladrones de joyerías Pink Panther o un probo funcionario del cuerpo diplomático escandinavo.

En las redes sépticas circula la especie de que la Assemblea Nacional Catalana (ANC) ha desmentido que Quim Berggren sea el socio de la sectorial holmeniense al cargo de una fallida performance de la campaña volem butà. Todo esto es muy raro. Dos guiris robaron un autobús de Turisme de Barcelona (los de dos pisos) el 21 de junio de 2015. Según los testigos, la pareja tenía aspecto de turistas, pilló la guagua en Balmes con Diputación y la estrelló contra otro vehículo pasada la fuente de Canaletas. Salieron por piernas y hasta hoy, en que dos trastornados de Birmingham, Upsala o Dortmund se preparan para el ingreso en la universidad, en las filas del hampa o para una noche de parranda en la que jamás se les ocurriría acabar estando en su casa con el robo de un vehículo motorizado. Por si las moscas y por si no lo cuentan. Y ese detalle, junto a la sangría, el sol y la paella, es otro de los grandes atractivos de nuestro jovial país. Falta nada para el hastag #BcnFreedomForSuecoFarlopero.