Los vecinos tapian la casa tras conseguir echar a los okupas / PATRULLA VECINAL

Los vecinos tapian la casa tras conseguir echar a los okupas / PATRULLA VECINAL

Vida

Los vecinos de Mataró se organizan contra los okupas

Los residentes de la capital del Maresme han perdido el miedo a enfrentarse a ellos hasta conseguir echarles de la vivienda: "No se van a salir con la suya"

9 febrero, 2022 00:00

Hace tiempo que vienen dando la voz de alarma y, cansados de los graves problemas de inseguridad en los barrios, los vecinos de Mataró han dicho basta. Por eso, cada vez son más los que pierden el miedo y se movilizan para echar a los okupas. El último caso sucedió el pasado fin de semana, cuando tres jóvenes asaltaron una vivienda del número 42 de la calle Montal, en el barrio de Vista Alegre, para allanarla. Se trata de sospechosos habituales por otro tipo de delitos en una de las zonas más conflictivas de la ciudad: Cerdanyola.

La presión de los vecinos hizo que, finalmente, los tres individuos abandonasen el inmueble y tuviesen que salir escoltados por los Mossos d’Esquadra, a quienes ellos mismos llamaron. Y es que los residentes no se quedaron de brazos cruzados. En cuanto conocieron la noticia, se organizaron y salieron a la calle hasta conseguir echarlos. “Si una sociedad está desprotegida, crea sus propios medios de defensa”, dice a Crónica Global uno de los vecinos que presenció la movilización. Según ha confirmado la policía autonómica, fueron los okupas quienes solicitaron su presencia para poder escapar de los vecinos. Los agentes les acompañaron en coche hasta la salida del barrio y después quedaron en libertad

Una victoria de los vecinos

Una victoria de los vecinos que llegó tras varias horas de “martillazos a las puertas” para que los allanadores “no se salieran con la suya y no pudieran vivir dentro” de ese adosado de tres plantas en este barrio. Cuando el piso quedó vacío, los vecinos, con sus propios medios, tapiaron las ventanas y las puertas de acceso a la vivienda para evitar otra futura okupación. “Hemos hecho un favor al propietario”, manifiestan.

Los mataronenses no se resignan a seguir viendo cómo cada vez la ciudad es “menos segura” y aumentan las mafias que buscan pisos para okuparlos y lucrarse de ello. Por eso, se están organizando a través de grupos de WhatsApp y en las redes sociales, en plataformas que sirven para ayudarse los unos a los otros y hacerse eco de los problemas que sufren. Patrulla Vecinal de Mataró es una de estas iniciativas. “Quisimos dar voz a los vecinos y que la gente supiera lo que estaba pasando. Que no se crean que están solos”, explica a este medio uno de sus fundadores.

Patrulla Vecinal Mataró en las redes sociales / FACEBOOK

Patrulla Vecinal Mataró en las redes sociales / FACEBOOK

La unión hace la fuerza

Este perfil, que surgió durante el confinamiento a raíz de la pandemia, ha hecho que muchos, que “antes callaban, expliquen los problemas de sus barrios para que, entre todos, se les dé una solución”. Gracias a ideas como ésta, los vecinos se coordinan para hacer frente a robos, allanamientos u okupaciones, como la ocurrida el pasado domingo.

Los creadores de estas redes ponen en valor la solidaridad de las personas para ayudarse mutuamente. De hecho, es el caso de Alejandro, quien se ha puesto a disposición de sus vecinos para asesorar sobre la instalación de cámaras de videovigilancia en los accesos a sus hogares. Una iniciativa que podría dar seguridad a los residentes siempre y cuando cumplan la normativa. Según Fernando López de Coca, experto en protección de datos, la instalación de estos dispositivos debe darse si se aprueba por tres quintas partes de los vecinos; si se instalan carteles indicando de forma clara la existencia de cámaras, y con la condición de que no enfoquen a la vía pública.

El calvario de unos vecinos con okupas

Todos los vecinos consultados por este medio coinciden en denunciar un aumento de las okupaciones en la capital del Maresme, aunque es un problema creciente en otros municipios. Los barrios de Rocafonda y de Cerdanyola son dos de los más conflictivos de la ciudad, no solo por esta actividad delictiva, sino por otras como robos o agresiones a los residentes. De hecho, un vecino de la calle Valencia relata el calvario que sufrió durante seis años con unos okupas. Una pareja que "día sí, día también" protagonizaban “peleas, amenazas al resto de inquilinos” e incluso agresiones.

“Fue una tortura. Llegó a amenazar a mis hijos, quienes no se atrevían a salir a la calle. Hacían ruido, quitaban los fusibles para dejarnos sin luz, reventaban el mobiliario del rellano y la cerradura del portal, y se enganchaban a la luz. Alguna vez casi provocan algún incendio”. Una situación que se alargó durante años y de la que responsabilizan al Ayuntamiento. Una vez los allanadores abandonaron el inmueble, el propietario lo cedió al banco a cambio de saldar la hipoteca que le quedaba por pagar. Costaba miles de euros arreglar los destrozos y no podía hacer frente a la factura. 

Condiciones de la vivienda okupada durante seis años / CG

Condiciones de la vivienda okupada durante seis años / CG

Okupas de lujo

Pero los okupas ya no se conforman con pisos viejos y pequeños. Aspiran a pisos grandes y casas con piscina. “Cuando ya se cansan de apropiarse de los barrios más humildes, se van a otros” donde hay viviendas más grandes y mejor valoradas, señalan los vecinos de Mataró. Son “okupas de lujo” que, en muchos casos, se dedican a localizar este tipo de inmuebles para, posteriormente, venderlos o alquilar las llaves a personas sin recursos.

Durante el 2021 se registraron 573 okupaciones y 192 tentativas de usurpación, según los últimos datos aportados por el ayuntamiento de Mataró. Unas cifras que alarmaron al alcalde, David Bote (PSC), quien ha pedido a la Generalitat una mayor implicación de las instituciones en la lucha contra las usurpaciones ilegales y que se investiguen las mafias que hay detrás de los allanadores, incluso de las que se organizan para obtener dinero de los más precarios que buscan una vivienda como sea. Con todo, la convivencia con los vecinos es compleja. La paciencia de los residentes, como demuestran las últimas movilizaciones, ha llegado a su límite.