Celebración de un acto del Ramadán en una plaza de Barcelona / AICI

Celebración de un acto del Ramadán en una plaza de Barcelona / AICI

Vida

Las trabas para celebrar el Ramadán en espacios públicos en Barcelona

La comunidad musulmana denuncia obstáculos en el distrito de Sant Martí para festejar banquetes populares en espacios públicos, y el ayuntamiento se defiende

12 junio, 2019 00:11

El Ramadán acabó la semana pasada y el Centro Cultural Islámico Catalán denuncia “sufrimientos, dolor y molestias” con las autoridades locales para emitir licencias que les permitan realizar sus banquetes en espacios públicos. En la ciudad de Barcelona señalan el distrito de Sant Martí como el más reticente a dejarles oficiar este tipo de eventos, que en el culto musulmán llaman Iftar. “Nos hemos encontrado con una burocracia terrible”, expone esta asociación en un comunicado. Asegura que ha habido “retraso en las respuestas de solicitudes e instancias, y rechazo de fechas sin ninguna razón”.

Durante el pasado mes de Ramadán, revelan, les rehusaron la licencia para celebrar sus eventos en el parque del Clot y en la Sala del Clot. Respecto a la primera negativa, Álvaro López, del Gabinete de Alcaldía de la ciudad, notifica que “no se aportó un proyecto de la actividad donde quedara recogido el aforo y la vías de evacuación. Dada esta carencia, al no poder garantizar la seguridad de los asistentes, no se concedió la licencia extraordinaria”. En lo vinculado a la Sala del Clot, la misma fuente del consistorio puntualiza que no se concedió la licencia porque la asociación musulmana no pudo concretar qué día se celebraría el acto.

“En una ocasión nos concedieron la licencia del Iftar popular en la plaza del Mercado y cuando acudimos allí nos encontramos con otras entidades, también con licencia, ocupando el mismo sitio a la misma hora”, denuncian también desde el Centro Cultural Islámico. El ayuntamiento apunta que el permiso se concedió cuando ya había emitida una aprobación previa para la feria anual. “Dado que las dos actividades eran compatibles, se autorizó con el fin de no obligar a la comunidad musulmana a buscar un espacio alternativo”, concreta López.

Celebración de un acto de Ramadán en Barcelona por la noche / AICI

Celebración de un acto de Ramadán en Barcelona por la noche / AICI

No es islamofobia, sino religiofobia

Ibrahim Miguel Ángel Pérez, portavoz de la Asociación Musulmanes contra la Islamofobia, explica que seguramente haya más casos como los señalados arriba, y que su colectivo tratará de llevar un seguimiento de cara al año que viene. “Siempre buscan pegas para cedernos espacios públicos. Da igual que el ayuntamiento sea de derechas que de izquierdas, aunque estos últimos suelen apelar más a argumentos vinculados con el laicismo y la neutralidad que los primeros, que son más islamófobos”, explica Pérez, que asegura que el vecindario les acoge mucho mejor que las instituciones. “En un Iftar compartimos con quien quiera acompañarnos, sea musulmán o no, unos alimentos, una taza de té y unos dulces. Se invita a todo el mundo a comer y a intercambiar un conversación agradable. Lo que hacemos es un acto de acercamiento entre seres humanos, no entendemos cómo se puede tener reticencias a eso”, dice Pérez desde su asociación situada en el corazón del Raval.

“El gobierno de esta ciudad es religofóbico. No le interesan aquellos colectivos que se acercan al Islam de un modo sincero, religioso, sin miedos ni prejuicios. Solo se relacionan con las asociaciones musulmanas que tienen una perspectiva de género, vinculada con la migración, como el proyecto Nasij, que promueve un Islam queer, o la Juventud Multicultural Musulmana, que son perfectamente legítimas, pero tienen poco que ver con el Islam en sí mismo, con la religión. Para que me entiendas, si una musulmana no es feminista, la ningunean”, sigue Pérez. “A colectivos como el que yo represento, capaz de criticar a un gobierno cuando ve que no respeta los derechos religiosos musulmanes, se lo invisibiliza bastante”. Asegura que desde el consistorio los tratan con cierto paternalismo. “Si promueves una iniciativa que sirva para propagar su ideología, te ponen facilidades. Les gusta que quede claro que son ellos los que ceden los espacios porque son de izquierdas y progres. Pero no les agradan los programas de empoderamiento que les proponemos en las escuelas, por ejemplo, para que acepten un menú especial para los niños musulmanes”, sostiene.

Un joven explica su experiencia

Mohamed Kamboua tiene ahora 22 años y hace el Ramadán desde los 16. Afirma que el ayuno como tal no es obligatorio hasta cumplir ciertos requisitos. “Antes de empezar con el Ramadán, la persona tiene que llegar a la madurez mental y la física. En los hombres hay ciertos marcadores como el bello púbico o las poluciones nocturnas. En las mujeres son la menstruación, desarrollo físico… Esa es la razón por la cual a menudo las chicas empiezan antes con el ayuno que los chicos. Son los padres los que deben encargarse de detectar estos signos e iniciar a sus hijos en el ritual”, cuenta este joven que desde hace un año trabaja como desarrollador web en una empresa de Barcelona.

Kamboua no tiene ningún problema en conciliar el Ramadán con su vida laboral. “En la empresa me permiten disminuir el tiempo de descanso a la hora de comer, que uso para dar un paseo e ir a la mezquita para hacer el rezo del mediodía. Ten en cuenta que nosotros rezamos cinco veces al día”, cuenta. “Yo hice un grado superior. Los compañeros de clase teníamos un grupo de Whatsapp en el que a veces se enviaban memes que me fastidiaban”, comenta. Un ejemplo: “Aparece un señor mayor con barba larga y turbante chillando como si estuviera loco, el típico estereotipo, ya sabes… Pues el viejo, que iba en monopatín, tropezaba, se caía y al instante todo explotaba. Eso es molesto”. Kamboua optaba por no quejarse para no generar conflicto en el grupo. “No vale la pena —dice—, además, siempre hay alguien que sale en tu defensa y nunca llegué a sentirme excluido”.

Final de la celebración de un acto del Ramadán en Barcelona / AICI

Final de la celebración de un acto del Ramadán en Barcelona / AICI

El Ramadán y Cataluña

El Ramadán hace referencia al noveno mes del calendario lunar islámico, y es considerado por esta religión como un periodo sagrado. Durante este tiempo los musulmanes dejan de beber, comer y tener relaciones sexuales durante las horas de sol. “Es un tradición que siguen incluso los musulmanes que no le tienen mucho apego a la religión, que no rezan demasiado”, concreta Pérez. “Percibimos que el Ramadán tiene más peso que respetar las oraciones”, continúa. Para Kamboua el Islam envuelve todo los ámbitos de su vida, tanto los públicos como los privados. En este sentido, manifiesta que “es un pilar más, y para considerarse musulmán, tienes que hacerlo. Hay otros pilares, como la profesión de fe, las cinco oraciones diarias, la caridad o la peregrinación a la Meca”, indica. “Por caridad entendemos el impuesto anual a los necesitados, que es del 2,5% de los beneficios anuales. Y la peregrinación solo es obligatoria para los que disponen de medios y de la salud para hacerla”, concluye.

Según un estudio demográfico del Observatorio Andalusí, que depende de la Unión de Comunidades Islámicas de España, en Cataluña viven en torno a 533.500 musulmanes. “Pero seguramente haya más, porque hay muchos en situación irregular que no forman parte de estas estadísticas”, sostiene Pérez. Cataluña, donde residen aproximadamente el 25% de los musulmanes de todas España, es la comunidad con una cifra mayor de seguidores del Islam. A nivel estatal se cuentan unos 2 millones.