El Papa Francisco preside una de las sesiones del sínodo.

El Papa Francisco preside una de las sesiones del sínodo.

Vida

Sínodo vaticano: empate sin goles en doctrina familiar y sexual

Los obispos católicos se abren a los divorciados, pero rechazan incluso un lenguaje más acogedor con los gays

5 noviembre, 2015 21:33

Un empate sin goles o incluso amañado. Este es el resultado, utilizando un símil futbolístico de los que tanto gustan al papa Bergoglio, del encuentro de 277 obispos durante tres semanas en el Vaticano, denominado Sínodo (sinôdus en latín significa caminar juntos). Allí, con el arbitraje de Francisco, forofo del Boca de San Lorenzo, se ha jugado la reforma  doctrinal o revisión de la ética familiar y sexual. Sin duda la batalla más dura y compleja de su revolución.

Tras intensos y agrios debates, los progresistas han obtenido una mayor apertura de la Iglesia hacia los divorciados que se vuelven a casar, parejas que conviven o que solo están casadas por lo civil. El documento final, de 94 páginas, abre las puertas a que puedan acercarse a comulgar y no sean considerados más como adúlteros. Pero matiza que la admisión deberá estudiarse “caso por caso”. 

Cardenales conservadores

Los conservadores, con destacados prelados españoles entre sus filas como Blázquez, Martínez Sistach y Sebastián, han logrado un triunfo en el mantenimiento de su clásica oposición a la homosexualidad. Quienes la practican no deben ser discriminados por la sociedad, pero “no hay ningún fundamento” para el matrimonio entre personas del mismo sexo, reafirma el documento. Un texto que ni  siquiera usa un lenguaje más acogedor hacia este colectivo y mantiene su doctrina clásica de respeto y misericordia con el  pecador, pero sin absolución de su pecado. De píldora anticonceptiva o aborto, ni una palabra. 

En un discurso crítico, que sonó a reprimenda, el Papa dijo que los líderes de la Iglesia deberían enfrentar los temas difíciles sin “meter la cabeza bajo la arena”. También lamentó que el sínodo ha “dejado al desnudo los corazones cerrados que frecuentemente se esconden incluso detrás de las enseñanzas de la Iglesia, con el fin de sentarse en la silla de Moisés y juzgar, a veces con superioridad y superficialidad, casos difíciles y familias heridas”. 

Algunos especialistas en temas vaticanos consideran que, no obstante, el Papa tiene la última palabra a la hora de hacer las exhortaciones y que el encuentro, al menos le será útil para conocer a sus opositores con nombres y apellidos. Y esperar al partido de vuelta.