El cantante Joaquín Sabina, en uno de sus conciertos / EFE

El cantante Joaquín Sabina, en uno de sus conciertos / EFE

Vida

Los ricos también lloran: Sabina, Serrat y Jorge Javier, en la lupa de Hacienda

Al cantante jienense le reclaman cuatro millones, cuatro, de euros y a J.J. Vázquez también le piden una pasta

20 diciembre, 2014 14:59

Sinesia Delgado se ha dejado ya dos pares de 'manolos' (zapatos) en las baldosas de la muerte con las que el doctor Trias ha solado la línea Maginot de la Diagonal y el monumental estropicio del Paseo de Gracia, que supera en calamidad urbanística al destrozado paseo de San Juan. Las racholas reproducen las hojas de platanus hispanicus, que es el árbol alfa de Barcelona. Se adapta el diseño a las especificidades de la circulación rodada de ciclistas y monopatinistas (skaters, se dicen) pero es sumamente peligroso para la deambulación peatonal. Las mujeres de la ciudad ya han puesto el grito en el cielo por las afiladas aristas del esgrafiado con el que algún iluminado (nadie quiere atribuirse el marrón) ha decidido 'decorar' el suelo del centro de la ciudad. El aval de Trias ante cualquier desatino que se le proponga ha hecho el resto, de manera tal que paseo y avenida resultan intransitables para el peatón, que es un ser despreciado por la siniestra administración local porque no paga aparcamiento, no paga Bicing y pasa del Metro y del autobús, que a las incomodidades del transporte colectivo añade el caos circulatorio generalizado.

El peatón, para Trias, es un ser a exterminar, un bicho raro, alguien que sin duda tiene ideas propias sobre la utilidad de las aceras, lo cual es intolerable para los arquitectos, urbanistas y diseñadores del Consistorio convergente. Y lo peor no es ese disparate en forma de baldosa, sino que en la reforma del Paseo de Gracia han pasado de pintar los pasos de peatón en los carriles laterales, que además están a la misma altura que la acera, por lo que los conductores, motoristas y ciclistas se apelotonan en los semáforos obstaculizando el paso de los dichos peatones. Se conoce que la moda es ignorar que hay una cosa que se llama acera para el tránsito peatonal y otra conocida mayormente como calzada destinada al tránsito rodado. Deben ir mal de tránsito intestinal los creadores de esa chapuza. Unos fenómenos, Trias y sus concejales, que en los meses que restan de mandato habrán logrado erradicar de Barcelona a quienes andan en vez de correr, pedalear o acelerar. Eso sí, a las palomas, ni tocarlas y a los gorriones, endémicos, que les den.

Animales. Controvertida cuestión. La enfermera del ébola, Teresa Romero, echa mucho de menos a su perro Excálibur. Tal vez se podría haber clonado y exista en esa práctica un negocio, dada la singular relación que parece establecerse con los canes. En eso se nota que España ha cambiado y ha pasado de precipitar cabras desde los campanarios a mostrar por los animales de compañía un afecto humano. El burro de Lucena, por ejemplo, es indiciario de este fenómeno. Un hombre al que en todas las crónicas se identifica como "gordo" sin que nadie se queje de lo políticamente incorrecto que tal cosa resulta, ha sido detenido y ha pasado horas en el cuartelillo de la Guardia Civil por haberse subido al burro del Belén, que sufrió un colapso mortal. Mala idea, sobre todo en el año del centenario de 'Platero y yo'.

En cambio, los caballos, sean para carreras o para la disciplina de los saltos hípicos, son inmediamente sacrificados a la que se rompen una pata, práctica sin duda cruel, pero mucho más barata que implantar una prótesis que permitiría al equino morir de viejo. El coste del tratamiento no compensa la inversión en un animal que ya no podrá volver a correr, así que... Y a todo el mundo le parece bien, hasta a las caballistas, generalmente damas con sobrados recursos, que lloran desconsoladas la mala suerte de sus monturas. A veces parece que les sepa peor que le vayan a dar matarile al equino que romperse ellas una uña. Esto es lo que debe pensar, sin duda, el asno de Lucena, un ser humano al fin y al cabo.

Rocío Carrasco, por lo demás, es la portada de todas las revistas del corazón. Es la reaparición de la hija de la más grande con un nuevo look, un peinado manga que requiere de un propio que vaya al lado con un secador para mantener la cabellera alienada hacia el lado escogido por la dama. Una cosa que parece muy casual pero que es el colmo de la ortopedia de peluquería. Dicen que le sienta muy bien. Sí, genial, como geniales todos los famosos de la tele que posan de gala con árboles de Navidad detrás. Están tan divinos que parecen figuras de cera o humanoides de otro planeta.

Los ricos también lloran. Ojo al listado de quejumbrosos: Sabina, Serrat, Antonio Resines, Jorge Javier Vázquez, Luis Tosar y la colaboración estelar del Gran Wyoming. Hacienda, que les anda detrás. A Joaquín Sabina le reclaman cuatro millones de eurazos. Ay Sabina, qué pobre progre. Se quejan los artistas y los del plató. A Jorge Javier, Montoro le ha pedido ochocientos mil euros. Sabina y JJ, que andan de espantá en quebranto. Esa teca es la que cuenta Cote Villar en 'La Otra Crónica', aparte de la nueva vida del pequeño Nicolás, más austera y discreta. Pero le han salido nuevos amigos y más admiradores. Ambas cosas a la vez se declara Revilla, el infausto señor con bigote que fue presidente de Cantabria.