Un psicólogo haciendo teleterapia con un paciente / FREEPIK

Un psicólogo haciendo teleterapia con un paciente / FREEPIK

Vida

Psicólogos 2.0: el Covid-19 impulsa la teleterapia

El estado de alarma obliga a estos profesionales a reinventarse para seguir atendiendo a sus pacientes de forma telemática

10 junio, 2020 00:00

Aunque la expresión diga lo contrario, en tiempos de tribulación conviene hacer mudanza. El estado de alarma ha obligado a todos los sectores a modificar a marchas forzadas su forma de trabajar. Durante la reclusión, los psicólogos también se las han ingeniado para seguir prestando sus servicios de forma telemática.

El Colegio Oficial de Psicólogos de Cataluña (COPC) elaboró en abril una guía para orientar a sus colegiados en el ejercicio de la teleterapia. Laia Rosich, vicedegana del COPC, explica que no basta con volcar en Internet lo que ya funcionaba en el gabinete: “Se necesita un marco técnico y deontológico específico, sobre todo en la cuestión del consentimiento y la protección de los datos personales”.

Las consultas a distancia se disparan

Pero si se cumplen todas las recomendaciones, la ciberpsicología es una mina de oportunidades para los profesionales… y para los pacientes. Rosich detalla entre sus ventajas el ahorro en los desplazamientos, el seguimiento continuado de los casos y el empujón que presta a las personas con reticencias a acudir al especialista. No es de extrañar que el COPC haya detectado un “uso masivo de la teleterapia” durante la reclusión. “Antes de la pandemia, muchos profesionales la usaban de forma particular para continuar con las terapias presenciales, pero la situación ha cambiado con el Covid-19. Ha sido un descubrimiento”, remacha Rosich.

Diagnóstico de un psicólogo / FREEPIK

Diagnóstico de un psicólogo / FREEPIK

Sin embargo, la terapeuta Giovanna Griselle, con años de experiencia en la psicología online, advierte sobre uno de sus inconvenientes: la falta de intimidad. “Existe un problema con la privacidad: me han tocado varias sesiones que han sido interrumpidas por otras personas que estaban en el hogar. No es algo limitante, pero sí una vicisitud que hay que controlar”, reconoce la psicoterapeuta.

“La teleterapia ha llegado para quedarse”

En España existen varias plataformas que prestan un recurso integral a la terapia a distancia. Una de ellas es la catalana Cita.IO, que ofrece un entorno virtual pensado expresamente para la práctica médica y que ha sido elegida por el Ministerio de Sanidad y la Fundación Galatea para prestar apoyo psicológico a los sanitarios durante la pandemia. 

Su presidente, Josep Maria Fàbregas, afirma con aplomo que “la teleterapia ha llegado para quedarse”. Los datos le avalan: entre el 14 y el 28 de marzo, aumentaron un 1.350% los minutos facturados a través del programa. Cita.IO cuenta con las mismas características de una clínica física: la elección y la cita con el profesional, la consulta de la historia clínica durante los encuentros, la emisión de recetas y una pasarela segura de pago. Además, el software encripta las videollamadas para cumplir la ley española de protección de datos, a diferencia de otras herramientas como Zoom o Skype. “Se consigue más eficacia, más continuidad, más desinhibición… el resultado terapéutico es sorprendente”, afirma Fàbregas con convicción.

Un psicólogo toma nota tras atender a sus pacientes / FREEPIK

Un psicólogo toma nota tras atender a sus pacientes / FREEPIK

Solo un 15% de casos no puede ser atendido por Internet

Paloma González Peña es fundadora y CEO de InPsique, una solución tecnológica creada en 2015 con el apoyo de la UNED para facilitar la psicología online. Actualmente, la herramienta la usan 500 profesionales en toda España. Esta doctora coincide en que “el confinamiento ha puesto en valor la terapia online, que hasta ahora se veía de segunda elección”.

Pese a que su responsable reconoce que “la teleterapia no sirve en patologías agudas donde el paciente no tiene capacidad de contención”, revela que el encuadre terapéutico es exitoso en la mayoría de situaciones. “El porcentaje con que no se puede trabajar es bajo, quizá de un 15%”, asegura González Peña.