La pesca en la zona frente a la costa de Barcelona sufre por la cantidad de desechos de origen humano que encuentra. De hecho, un 37,5% de lo que recogen los pescadores que trabajan a menos de tres millas de la costa es basura. Así lo asegura un estudio realizado por las investigadoras Eve Galimany y Elena Marco-Herrero, del Institut de Ciències del Mar (ICM) sobre la técnica pesquera de rastrillo con cadenas.
Esta investigación ha puesto en evidencia que únicamente el 21,2% de lo que cae en las redes de estos trabajadores del mar es apto para su comercialización, mientras que sus compañeros de faena que laboran en zonas rurales consiguen hasta un 61,5% de productos que pueden vender. El resto son descartes --es decir, productos marinos que no pueden comercializar--. "En los primeros muestreos comenzamos a notar que en las redes entraba mucha basura", relata Marco-Herrero, "así que decidimos clasificar tanto el tipo y la cantidad de desechos que se encontraba y relacionarlo con el total de lo que entra dentro de la captura".
Marisqueo artesanal cerca de la costa
El marisqueo con rastrillo de cadenas es un tipo de pesca clasificada dentro de las artes menores, es decir, las que aún conservan un componente mayoritario de procedimientos artesanales. Utiliza una estructura con una red que levanta y recoge especies marinas que se encuentran en el fondo marino. Las más comunes son la cañaílla, el langostino y la chirla, un tipo de mercancía de gran valor comercial y que es "poco accesible para las artes industriales", según consta en la web de la Cofradía de Pescadores de Barcelona.
La dificultad de su captura radica en la profundidad a la que se crían estos moluscos. Suelen encontrarse a menos de tres millas de la costa, por lo que los marisqueros que llevan a cabo este arte "necesitan un permiso especial". Es una técnica que se lleva a cabo en varias zonas de Cataluña: en el delta del Ebro y en la costa de Vilanova i la Geltrú, mayoritariamente. Es por ello que, para realizar este estudio, las investigadoras del ICM han colaborado con las cofradías pesqueras de este municipio y de Sant Carles de la Ràpita. Así, han puesto en comparación la cantidad de desechos que recogen los marisqueros según trabajen en una zona rural y en otra más urbana, con una tasa de población alta.

Una zona del mar poco estudiada
El estudio de Galvany y Marco-Herrero es el primero que cuantifica los residuos humanos en la zona de marisquería en profundidades oscilan entre los 10 y 70 metros. "Es una franja poco estudiada", comenta Marco-Herrero y hace hincapié en que "cuando se hacen estudios sobre la basura marina se utiliza otro tipo de pesca, la de arrastre, que trabajan en una zona con mayor profundidad".
Además, las dos franjas analizadas por las científicas del instituto oceánico de Cataluña están consideradas lugares de interés comunitario (LIC) y pertenecen a la Red Natura 2000, la red de áreas de conservación de la biodiversidad en la Unión Europea. "Este estudio aporta información de que una zona LIC se está degradando" y que este hecho "puede afectar al ecosistema" del lugar y también a la propia actividad de los pescadores.
Desde plásticos hasta juguetes
En el área de Vilanova i la Geltrú, cercana a áreas muy pobladas y a rutas de navegación muy transitadas, la densidad de basura oscila entre los 198 kilos y los 393 kilos por kilómetro cuadrado. En el delta del Ebro, está entre 34 y 56 kg/km2. El residuo más común que encontraron fue escoria --es decir, residuo de carbón quemado de los barcos de vapor--, aunque la coautora del estudio asegura que hay "de todo". Ropa, plásticos, restos de muebles, pilas y baterías e, incluso, juguetes.

El trabajo ha tenido “una buena aceptación” por parte de la Administración, según apunta la investigadora. Asegura que los responsables de Gestión de Residuos de Cataluña se han puesto en contacto con ella y con la coautora del estudio. Eso sí, no duda en declarar que el principal problema es la falta de concienciación. "Generamos mucha basura y a veces se tiran al mar cosas que tardan muchos años en degradarse”, dice Marco-Herrero, “es cierto que hay colectivos e iniciativas para retirar la basura en la orilla, pero en esta franja es más complicado".
Retirada por los pescadores
¿Y qué ocurre con todos esos desechos recogidos por las redes? Desde la cofradía Verge del Carmen de Sant Carles de la Ràpita aseguran que "la mayoría, si no todos" sus asociados guardan los desperdicios y, una vez en suelo firme, se deshacen de ellos. "Metemos en un rincón del barco todo el plástico y basura que sale en cada jornada de pesca y al llegar a tierra lo tiramos en los contenedores", dice Casimiro Cabré, uno de los marisqueros que ha colaborado con el estudio del ICM. "Los pescadores somos los primeros interesados en tener el mar limpio".
Las investigadoras piensan que tal acción merece su recompensa. Por ello, proponen la creación de una "subvención" que sirva de "compensación" a los pescadores por sacar del mar los desechos.