La firma Shrimp, de Hannah Weiland, triunfa en Instagram y es conocida por no trabajar con piel animal.

La firma Shrimp, de Hannah Weiland, triunfa en Instagram y es conocida por no trabajar con piel animal.

Vida

¿Pasarán de moda las pieles?

Las firmas de moda están preocupadas por atraer a un público 'millennial' poco interesado en consumir productos confeccionados con piel animal

18 mayo, 2016 22:42

Cada vez hay más firmas del mundo de la moda que adquieren un compromiso ético con entidades animalistas para dejar de de usar pieles animales en sus nuevos diseños. Los casos más recientes y que han trascendido por su notoriedad han sido los de Armani y Prada, que se suman a la cada vez más extensa lista de marcas llamadas fur free y que pretenden concienciar sobre el maltrato animal.

El caso de Prada, además, es peculiar porque la asociación animalista más internacional, PETA, ha entrado a formar parte de la prestigiosa firma italiana y ha conseguido acabar con los célebres bolsos confeccionados con piel de avestruz. Jennifer White, responsable de comunicación de la entidad, explica a instancias de Crónica Global que esta vinculación es el primer paso para que la compañía de alta moda "termine con todas las ventas de pieles exóticas" y reforzar así la comunicación con las entidades en favor de los derechos animales, que a partir de ahora "podrán asisitir al meeting anual de la firma".

Llegar a los 'millennials'

Prada ha cosechado en 2015 los peores resultados de los últimos cinco años, con un desplome del 27% de su beneficio neto, y ahora, como otras firmas del sector, se apresta a reestructurar sus tiendas en todo el mundo, con el objetivo de captar a más clientes jóvenes.

Precisamente los millennials son el principal colectivo que está dejando de interesarle las confecciones con piel de animal. Un ejemplo ilustrativo son los bolsos de piel de Prada --un icono mundial-- que, cada vez más, solo es apreciado por un público de edad avanzada, como se encargó de recordar el propio director de márketing de la firma, Stefano Cantino, durante la presentación de los resultados de Prada.

Desde la Asociación Defensa de los Derechos Animales (ADDA), con sede en Barcelona, también han observado este tendencia a la baja de los potenciales clientes jóvenes: "Cada vez más, la gente joven no acepta el tema de la peletería, por la crueldad que representa. En Barcelona por ejemplo ha disminuido el número de tiendas que venden pieles".

El factor Instagram

La red social Instagram también está viviendo un boom de firmas fur free. Muchas blogueras comparten en esta red social diseños de ropa elaborada de forma sintética y cuentan con millares de seguidores jóvenes. Alexa Chung es una de las modelos y presentadoras de televisión británica que más éxito tiene compartiendo modelos ecológicos en su cuenta. Otra de las que triunfa en Instagram es Hannah Weiland, fundadora de Shrimp, la marca de lujo que se ha convertido en un referente de la piel sintética.

Algunas de las retailers para jóvenes más conocidas en España que tampoco utilizan pieles animales son Mango, H&M o Topshop. Y entre los diseñadores más famosos a nivel internacional se encuentran Stella McCartney, Vivienne Westwood, Calvin Klein, Tommy Hilfiger, Ralph Lauren o Perry Ellis.

Según explica PETA, en la Fashion Week de Londres de febrero de 2015 constataron que "el 80% de los diseñadores que participaron con sus colecciones de otoño e invierno no utilizaron pieles".

El futuro de las peleterías

Este medio se ha puesto en contacto con la Asociación de Peleterías, pero ha rehusado dar su opinión sobre esta cuestión. Los datos más recientes disponibles demuestran que la piel es un negocio que genera 40.000 millones de dólares al año, y que da empleo a más de un millón de personas en todo el mundo, según datos de la International Fur Trade Federation.

El declive, no obstante, es incipiente. Por un lado debido a la falta de demanda entre el público joven, pero también por el freno que ha experimentado el mercado de China, tras años en los que las marcas de lujo asentaron su crecimiento en una nueva clase bienestante asiática deseosa de parecerse a los ricos de occidente.

Ahora el horizonte comercial es otro. Los jóvenes millennials no quieren solo ser más selectivos en sus elecciones profesionales y en los productos que consumen, también apuestan por un cambio de paradigma en la relación con la naturaleza y el reino animal.