Empleada del hogar, en una imagen de archivo / EP

Empleada del hogar, en una imagen de archivo / EP

Vida

Cuando la única solución contra el acoso sexual es acostarse con el agresor

Un juez condena por abuso al marido de una empresaria que hostigó a una empleada hasta que logró mantener relaciones íntimas con ella

29 marzo, 2017 00:00

No hubo violencia física. No hubo “violencia e intimidación”. No hubo lo que en términos jurídicos se conoce como agresión sexual. Pero la sentencia es clara: la mujer se vio obligada a mantener relaciones sexuales con el condenado tras meses de asedio y hostigamiento. El acusado hizo prevalecer, además, su condición de poder recordándole, una y otra vez, que era el marido de la empresaria que la tenía contratada.

Un juzgado de lo penal de Barcelona ha condenado al acusado por un delito de abuso sexual. Le castiga a penas de multa y al pago de una indemnización de 2.000 euros.

Acosador

Los hechos sucedieron en 2014. Una mujer de 30 años, empleada de una empresa de limpieza de domicilios y oficinas, fue víctima de reiteradas e inquisitivas proposiciones sexuales por parte del marido de la empresaria que la tenía en nómina.

El condenado se aprovechaba de la ausencia de testigos para acercarse a la mujer en aquellos lugares a los que era enviada para realizar las tareas de limpieza. De forma insistente y soez, le propuso relaciones íntimas. Ella se negó, una y otra vez. Pero él insistió, llegando a acorralarla, asediarla, incluso a tocarla contra su voluntad.

El acusado le dijo que hasta que no se fuera con él a la cama, no pararía. Le prometió mantener en secreto lo suyo, pero, a la vez, le recordó que era el marido de la mujer que le pagaba cada fin de mes.

Obligada a mantener sexo

Ella, tras meses de hostigamiento, harta de la persecución a la que estaba siendo sometida y según declaró en el juicio, accedió pensando que así, claudicando, aquel acosamiento acabaría. “Ella accedió finalmente sin que mediara violencia, sin intimidación física”, reconoce la sentencia.

Pero la mujer quedó embarazada y, tras comunicárselo al acusado, decidieron abortar y a ella le efectuaron una ligadura de trompas. Tras recuperarse y coger el alta, el condenado, según la sentencia, lejos de cesar en su conducta volvió a la carga de nuevo con insinuaciones, propuestas, asedios que volvían a rayar la amenaza. Ella, harta de la situación y al verse de nuevo en un callejón sin salida, decidió personarse en el juzgado de guardia y denunciar la situación.

El juez cree a la víctima

El caso ha llegado a juicio. La sentencia es clara e inequívoca: a pesar de la ausencia de testigos, el relato de la mujer es coherente y firme, y, por ello, el juez se decanta por la versión de la denunciante y condena a ese abusador a penas de multa y a al pago de la indemnización.

Contra la sentencia, que se acaba de dictar, cabe recurso ante la Audiencia Provincial de Barcelona.