Imagen de residencias de ancianos en Barcelona, para las que la Generalitat ha creado una guía para que respeten a los ancianos LGTBI  / EFE

Imagen de residencias de ancianos en Barcelona, para las que la Generalitat ha creado una guía para que respeten a los ancianos LGTBI / EFE

Vida

MSF denuncia el "desamparo" de las residencias españolas ante el coronavirus

La oenegé expone en un informe los "déficits estructurales" de los geriátricos españoles durante la pandemia y el testimonio de personas que los sufrieron en primera línea

18 agosto, 2020 19:01

La oenegé Médicos sin Fronteras (MSF) denuncia en su informe Poco, tarde y mal. El inaceptable desamparo de los mayores en las residencias durante la Covid-19 en España, los problemas que sufrieron las residencias de mayores durante el pico de la epidemia de coronavirus en España y alerta de la necesidad de tomar medidas urgentes para evitar que el Covid-19 provoque otra vez una alta mortandad en las residencias de ancianos.

El informe de MSF, que durante el pico de la epidemia auxilió a 500 geriátricos españoles, pone de manifiesto los "graves problemas tanto del modelo de gestión de residencias como de coordinación entre administraciones, cuyo resultado es el abandono de las personas más vulnerables a la pandemia y la desprotección del personal que las cuida".

MSF recuerda que, según datos oficiales, entre abril y junio murieron 27.359 personas mayores en residencias, que representan el 69 % de las personas fallecidas por Covid-19 en toda España.

"Déficit estructural de recursos"

Según el informe, En España ha habido un "inaceptable desamparo de los mayores en las residencias" durante la pandemia y "estos centros mostraron un déficit estructural de recursos y de supervisión sanitaria, y ningún plan de contingencia".

"Esta combinación hizo inviable responder a la epidemia. Al ser residencias, es decir, hogares para los mayores, no disponían de recursos sanitarios y asistenciales, lo que tuvo un impacto directo en los residentes", ha explicado en un comunicado Ximena Di Lollo, responsable de la respuesta en residencias de MSF.

Ante el repunte del virus en toda España, la organización médica urge medidas y planes de contingencia que aseguren "la alerta temprana y la respuesta inmediata en el control de la infección para proteger" a los mayores.

Para llevar a cabo estos planes, MSF pide "dotar de recursos financieros, humanos y materiales" la atención primaria y los hospitales.

"No se priorizaron derivaciones a hospitales"

Di Lollo reclama "el derecho de los mayores a recibir un tratamiento específico, urgente y digno, incluyendo la asistencia en los centros de atención primaria y las derivaciones hospitalarias".

MSF ha constatado que durante el pico de la epidemia "no se priorizaron las derivaciones hospitalarias ni los circuitos preferentes, ni otros recursos disponibles" para que los mayores enfermos fueran trasladados.

"Las residencias y sus trabajadores carecen de recursos, infraestructura, formación o responsabilidad para la atención médica. Y tampoco hubo una respuesta inmediata, adecuada y orientada a salvar vidas, y coordinada con los servicios asistenciales y de salud", ha denunciado la responsable de MSF.

Consecuencias de las restricciones

El informe indica también que "además de la deficiencia en los mecanismos de control de infecciones y la falta de material de protección, hubo gran incertidumbre debido a los casos asintomáticos y la poca credibilidad de los test diagnósticos, lo que llevó a implantar férreas medidas de aislamiento de los residentes, a veces de forma indiscriminada, y a restringir o denegar despedidas, visitas o movilidad dentro de la residencia".

"Esto tuvo también consecuencias físicas y psicosociales graves para los mayores que, además, no contaban con apoyo emocional", según el informe de MSF, que recoge numerosos testimonios, entre ellos de directores de residencias.

Dos ancianos, como a los que estafó una trabajadora social  / EP

Dos ancianos, como a los que estafó una trabajadora social / EP

"Los responsables de estos centros deben velar por que el aislamiento físico no aísle socialmente a los residentes y se priorice en todo momento su salud tanto física como mental. El confinamiento no debe hacerse a expensas de las facultades físicas y cognitivas de las personas mayores, sino en atención a ellas", según Di Lollo.

MSF también hace constar "una gravísima carencia de protocolos para cuidados paliativos, final de la vida, despedidas y visitas" y revela "falta de claridad y de ejecución de medidas para el confort, sedación y cuidados paliativos de personas en estado terminal que no habían sido referidas a hospitales durante la epidemia, dejándoles morir con un sufrimiento evitable".

"Puertas cerradas y personas suplicando salir"

el informe de MSF recoge numerosos testimonios de lo sufrido en ese medio millar de centros de mayores durante las primeras semanas de la pandemia. Entre ellos, el de Andrés, jefe de Bomberos encargado de dirigir labores de desinfección y apoyo a la zonificación.

"Respiraban un poco --los gerentes de los centros-- cuando les decías que la desinfección profunda de paredes, de suelos, de armarios, de camas, la íbamos a hacer nosotros, porque no veían cómo podían dedicarse a esto con tanto personal de baja y tantas cosas por hacer en momentos tan críticos", indica.

 

Según detalla Andrés a MSF, las gerencias de los centros tenían "miedo" a mover a las personas para crear zonas limpias y sucias en la residencia. "Preferían muchas veces que los mayores, mientras no hubiese resultados fiables de las pruebas, quedasen encerrados en sus habitaciones, en lugar de reagruparlos en zonas, por miedo a perder el control y que todo el edificio se viese así contaminado", comenta.

"El resultado era espantoso", afirma Andrés, que lo recuerda como "una sucesión de puertas cerradas, en ocasiones con llave, y personas golpeando y suplicando por salir". "Un horror", añade.

Protocolos que se contradicen

Alba, directora de una residencia en Castilla y León, habla de "recomendaciones y protocolos que se contradicen". "Es una confusión total y mientras tanto los residentes van cayendo enfermos y alguien tiene que atenderlos", enfatiza.

"Nos estamos ocupando de atenciones médicas que no hemos hecho antes y aquí no viene nadie a ayudar. Hacemos lo que podemos, pero aquí tiene que venir alguien que sepa de qué va todo esto", explica Alba.

Falta de personal

En relación con la denegación de derivaciones a los servicios hospitalarios, Alejandro, enfermero en una de estas residencias, explica que en un momento dado se intentó derivar a dos residentes para los que ya no tenían medios, pero desde el hospital les confirmaron que no los admitirían.

"Me consta que nuestro médico insistió en la urgencia de esas derivaciones, pero le dejaron claro que de las residencias no se estaban haciendo ingresos. Sin más, no importaban los motivos para pedir la derivación. Los dos pacientes se murieron aquí en el plazo de dos días y, francamente, no tenía por qué haber sido así. Los dos eran recuperables", sentencia el enfermero.

Por su parte, Magdalena, responsable de una pequeña residencia rural y enfermera, explicó lo siguiente al equipo de MSF: "Llevo dos días empalmando turno, porque no hay nadie más que pueda atender a los residentes que no me dejan enviar al hospital, y ya no puedo más".

"Ayer se murió uno y esta noche se morirá otro si no me quedo, pero tengo que descansar para poder seguir gestionando todo esto: la mitad de la plantilla está de baja, los familiares llaman sin descanso y hay un montón de protocolos por implementar", relataba.

"Fallecían a las pocas horas"

Luisa, trabajadora social de una residencia que los equipos de MSF visitaron hasta cuatro veces dada la alta mortalidad, respondía a la pregunta de derivaciones hospitalarias: "Llamabas al hospital de referencia y te decían: 'Lo siento, hoy solo podemos admitir a una persona de residencias, elijan ustedes'. Aun así, la ambulancia no venía a recogerla y fallecían en las pocas horas o días".

 

Natalia dirige una pequeña residencia privada y rompe a llorar contando una de sus experiencias. "Un día llegó el equipo de cuidados paliativos que enviaban desde sanidad y le pusieron la primera inyección de sedación a una de las residentes que estaba muy grave y no habíamos podido referir al hospital. Antes de irse, dejaron otras dos", asegura.

"A mí nadie me ha preparado para una situación como esa y mucho menos para que sea yo quien lo haga. Nunca le puse las inyecciones y el caso es que Ana se acabó recuperando y todavía la tenemos aquí con nosotros", revela.