Varios pasajeros acceden a los filtros de seguridad del aeropuerto / EUROPA PRESS

Varios pasajeros acceden a los filtros de seguridad del aeropuerto / EUROPA PRESS

Vida

Ladrones profesionales usan los billetes ‘low cost’ para hacerse de oro en los filtros de seguridad

Los Mossos d’Esquadra y la Guardia Civil desvelan las tácticas más populares entre los delincuentes del aeropuerto de Barcelona para hurtar las pertenencias de los pasajeros

7 noviembre, 2021 00:00

Los aeropuertos son, probablemente, de las infraestructuras más vigiladas del territorio nacional. En el caso del Josep Tarradellas Barcelona - El Prat, tres cuerpos policiales se encargan de blindar la seguridad de las instalaciones y de los viajeros ante cualquier posible amenaza

La Policía Nacional se encarga de aquellas cuestiones relacionadas con extranjería, la expedición de pasaportes y DNIs. La carga de la seguridad de las instalaciones y de los pasajeros recae principalmente sobre los hombros de los Mossos d'Esquadra y de la Guardia Civil. Mientras que la policía autonómica se ocupa de la seguridad ciudadana y del orden público en las zonas de libre acceso, el instituto armado es quien tiene el control de las áreas restringidas, aquellas a las que se accede únicamente con una tarjeta de embarque. Sin embargo, ni la presencia de los agentes que patrullan las dos terminales que lo conforman ni el circuito de videovigilancia, del que es imposible esconderse, son suficientes para disuadir a los delincuentes.

Asiduos del aeropuerto

Con el restablecimiento de los vuelos y la creciente llegada de turistas, las cifras de delitos en las instalaciones aeroportuarias de Barcelona han vuelto a subir. “Estamos viendo que hay un incremento de hurtos, aunque no exponencial”, explica Juan Jesús Alonso, capitán de la Guardia Civil en el aeropuerto de El Prat. Si bien es cierto que durante los meses de verano se ha registrado un pequeño repunte, dice, se debe a una mayor afluencia de vuelos y de turistas. No obstante, en 2019 los números triplicaron los actuales. En lo que va de año se han registrado 73 de estos delitos frente a los 291 del año prepandémico. 

El motivo, explica el capitán, es que el aeropuerto es un lugar que estresa a la gente. “Los viajeros están mucho más pendientes de no perder su vuelo que de sus pertenencias”. Los delincuentes aprovechan las aglomeraciones o situaciones de vulnerabilidad, en las que el usuario está despistado, para hacerse con sus pertenencias. En el caso del aeropuerto de El Prat conviven delincuentes individuales y pequeños grupos criminales que han hecho del hurto su modus vivendi. Pero no son los únicos. La Guardia Civil distingue entre varios perfiles. 

Un robo “en bandeja”

“Existe el criminal casual, que no es un profesional de la delincuencia”, explica Juan Jesús Alonso. Es aquel cuyo objetivo cuando entró al aeropuerto no era robar, pero que en el transcurso de su viaje descubre la oportunidad de hurtar las pertenencias de otro viajero. “Hay un momento muy crítico cuando salimos del filtro de seguridad y tenemos que ponernos el cinturón, los zapatos, el abrigo… No es necesario que nos abran el bolso o la maleta porque nuestro ordenador, cartera o móvil suelen estar a la vista, encima de una bandeja a la que no le estamos prestando atención”. 

Además de estos “oportunistas” existen los profesionales del robo. A diferencia de los primeros, son individuos asiduos del aeropuerto que operan de forma itinerante en varios escenarios de la ciudad y que han hecho del hurto su actividad laboral principal. “Es gente especializada que viene aquí con este único objetivo. Se compran un billete a un destino barato como Berlín, Londres o Dublín, que cuesta entre 20 y 50 euros, al que muchas veces ni siquiera llega a embarcar.” No obstante, esta estrategia les abre las puertas a la zona restringida. Allí, aprovechando que los usuarios están despistados y que ya se han relajado una vez han pasado los filtros de seguridad, se dedican a hurtar sus bienes. “Aprovechan las esperas, mientras la gente está mirando las pantallas de información, buscando un enchufe para cargar el teléfono, haciendo uso del lavabo o cogiendo una bebida en una máquina expendedora”. 

Una mujer consulta las pantallas de información de los vuelos / EUROPA PRESS

Una mujer consulta las pantallas de información de los vuelos / EUROPA PRESS

El hurto, delito estrella

Este delito no se enmarca únicamente en las zonas de los filtros de seguridad y áreas restringidas del aeropuerto. Es una tónica común en el conjunto de las instalaciones. En las zonas públicas, los Mossos lidian con la misma problemática. “Los hurtos constituyen el 90% de los delitos que asistimos”, confirma el subinspector de la policía autonómica en el aeropuerto de El Prat, Jordi Collado. “Aunque no se han alcanzado las cifras de 2019, los hurtos continúan siendo el delito estrella”. En ese año la policía catalana registró 2.597 denuncias por estos hechos frente a las 281 de este año. 

En el caso de las zonas públicas, los Mossos han detectado la presencia de grupos criminales organizados que han profesionalizado su actividad delictiva. Son, dicen, sobre todo mafias procedentes del este de Europa que diversifican sus acciones entre autopistas, hoteles, aeropuertos y áreas de servicio. 

Las tácticas más utilizadas

Los Mossos d’Esquadra han detectado varias técnicas que los criminales utilizan para despistar a sus víctimas. Una de las más populares es el método de “la siembra”. Uno de los miembros lanza monedas, llaves o cualquier otro objeto cerca de la víctima. Cuando esta se agacha para recogerlo, otro de los sujetos aprovecha para hacerse con sus pertenencias. También es frecuente este método en la zona de alquiler de vehículos.  Mientras los turistas cargan el equipaje o el bolso de mano en el maletero, los criminales les piden ayuda simulando haber sido víctimas de un pinchazo o una avería en su coche. Cuando los viajeros se acercan para ayudarles, un tercero aprovecha para desvalijar el interior del vehículo, que generalmente han dejado abierto.

La última estrategia que han descubierto los agentes ha sido bautizada como “mirapins”. Uno de los criminales se coloca detrás de la víctima cuando esta se encuentra haciendo uso de las máquinas distribuidoras de billetes de metro o de un cajero automático. Desde esa posición observan la clave que los usuarios introducen en la pantalla a la hora de realizar el pago. Posteriormente, este llama a un tercero que se encuentra en las inmediaciones y cuyo objetivo es perseguir a la víctima hasta sustraerle la cartera o el bolso. “Con el número PIN y la tarjeta de crédito en la mano extraen dinero en efectivo de cajeros y realizan compras en tiendas”. Los Mossos han detenido a 12 personas durante el mes de octubre en las instalaciones aeroportuarias de Barcelona como presuntos autores de varios delitos de hurto utilizando esta nueva modalidad. 

Un “gran hermano” con millones de participantes

No obstante, los cuerpos y fuerzas de seguridad juegan con ventaja. Todo lo que sucede en el aeropuerto queda registrado por las cámaras de seguridad. Hay una visión casi completa de todos los rincones. "A excepción de los aseos y otros puntos muy concretos, todas las instalaciones están controladas por un circuito de videovigilancia”, explica el capitán de la Guardia Civil. 

Gracias a los sistemas de seguridad, cuando un viajero sufre un hurto, el personal de investigación puede volver sobre sus pasos. “En los circuitos de televisión se visualiza dónde ha estado la víctima y qué personas la han rodeado”. Una vez localizado el presunto autor del delito en las imágenes, es posible seguirle el rastro por todo el aeropuerto. Los agentes son capaces de reconstruir con detalle cada una de sus acciones, dicen: su hora de llegada, el modelo y matrícula de su vehículo y con qué frecuencia ha visitado las instalaciones en las últimas semanas. A partir de ahí, se realiza una trazabilidad del delincuente y se espera a que regrese al lugar de los hechos para repetir la misma operación. Eso sí, probablemente, esta vez sin éxito.