Vida

La 'doctrina Espadaler' y el Estado propio policial

1 noviembre, 2013 09:22

Nunca se sabe qué es mejor a la hora de dar malas noticias; si empezar por las peores o por las más recientes. En el caso de los periódicos, las malas nuevas y las malas malas proceden todas de la Generalidad de Cataluña. La peor: Juan Andrés Benítez murió la madrugada del 6 de octubre, pero la suya no fue una muerte accidental. Los variados vídeos y bastantes testigos que registraron y presenciaron los últimos momentos de este hombre concluyen que los agentes de la policía autonómica que rodeaban al desdichado no le estaban practicando ejercicios de reanimación. Más bien, todo lo contrario. Puede que Benítez ya estuviera herido de muerte; puede incluso que creyera que no merecía la pena vivir; pero reducir esa muerte a una cuestión de malas o buenas prácticas policiales es peor que bailar sobre la tumba del difunto.

Más que debatir sobre si la Unión Europea admite la independencia de Cataluña habría que preguntarse si en la Europa de Tribunal de Derechos Humanos cabe la administración y la política de este país. No hay ni un solo diario que no albergue en sus páginas la siniestra, inquietante e insultante comparecencia, ayer, del consejero de Interior de la Generalidad, Ramon Espadaler, miembro de ese ejecutivo por la cuota de Unió Democràtica de Catalunya. Según el informe encargado a la Policía Nacional por el juez del último caso Raval, Benítez recibió hasta cinco golpes en la cabeza, lo que serían "malas prácticas", algo así como volarle el ojo a Esther Quintana. Pero según Espadaler, todos los golpes que recibió Benítez se propinaron sobre el tronco, que es, al parecer, lo propio, lo que dice que son las "buenas prácticas" policiales. El consejero lo explicaba flanqueado por el director general de los Mossos, Manuel Prat, y por un agente de uniforme, el comisario jefe señor Trapero. La fotografía está en las portadas de La Vanguardia y de El Punt Avui. En la primera, la fotografía firmada por Roser Vilallonga recoge un instante en el que Prat se tapa la cara con la mano izquierda, el consejero mira sus papeles y el tercero pierde la mirada.

Así que se les ha muerto un ciudadano no se sabe ni cómo ni por qué y la cuestión, para Espadaler y sus dos acompañantes, es que el informe de la Policía Nacional miente (la política, ya se sabe); que los mossos hicieron lo correcto y que Benítez no era trigo limpio, lo que más que bailar sobre la tumba es lo siguiente en escatología. Acabamos de asistir al nacimiento de la doctrina Espadaler. ¿Un muerto? ¿Dónde? Los agentes implicados son unos funcionarios de proceder intachable a los que en vez de interrogar sobre lo sucedido habría que condecorar por sus virtudes policíacas.

No hace falta hacer una recopilación de sucesos protagonizados por los Mossos d'Esquadra para advertir hasta qué cotas de degradación puede llegar la política. Habría que saber primero si el policía de paisano y el de uniforme estaban allí de guardaespaldas del consejero o, en realidad, Espadaler estaba detenido, vigilado y siendo sometido a un chantaje, o en el limbo donde tradicionalmente habita su cabeza. En cualquier caso, si es él quien controla a los mossos, cuidado por la calle (que van complotando); si son los mossos quienes le controlan a él, el último que apague la luz. Y en todos los casos, esta cuna de la democracia, las libertades, la tolerancia y la convivencia, o sea la Cataluña oficial, oscilaría entre un presente marcado por las leyes de Guantánamo y las garantías de la prisión de Abu Ghraib y un horizonte de Estado propio en el que Somalilandia sería, por comparación, un paraíso legal.

Lo más anecdótico de todo es que Espadaler siga en el cargo por propia voluntad; que no le importe ser el consejero de Interior que enterró a Juan Andrés Benítez; que salga ante la prensa a sugerir que un informe encargado por un juez a otra policía (prevención de oficio en estos asuntos) no es más que otro palo en las ruedas del "proceso catalán"; como lo de que Martin Schulz, el presidente del Parlamento Europeo, se negara a meterse en el jardín del "derecho a decidir", el referéndum y lo tiránicos, despóticos y parásitos que son en Madrid.

Las malas nuevas las trae El País. Afectan también a las "estructuras de Estado", que según la retórica y las consignas de Francesc Homs hay que reforzar; como por ejemplo TV3, los servicios de seguridad e información, la escuela, por supuesto, y la diplomacia internacional. Lo de las embajadas no ha servido para nada. Ni la "causa catalana" tiene el respaldo mundial que esperaban y quienes están al tanto del asunto en las "esferas internacionales" ya saben la moto que les venden. Pasaban del hermano de Carod y pasan más de la sobrina de Ortega. Total, que Miquel Noguer y M. González firman una información que es una mala noticia, pero relativa, sobre todo en comparación con lo de los Mossos. Casi te entran ganas de reír, de sonreír al menos. "Mas contrata un 'lobby' anglosajón para recabar apoyos internacionales". La cosa se llama "Independent Diplomat" (son capaces de haberlos fichado sólo por el nombre) y está al cargo de un ex embajador británico en Brasil. Según esta información, la consultora de altos vuelos está inscrita en Estados Unidos y el Reino Unido como "organización caritativa". Pero cobran y cobran una pasta que la Generalidad (tan transparente que hasta que dice que tiene una web sobre la transparencia política) se ha negado a facilitar. En este tipo de contrataciones, las cláusulas de confidencialidad son sagradas y su ruptura acarrea indemnizaciones que dejarían en calderilla lo que la Generalidad (otra noticia) debe a los farmacéuticos.

En la mayoría de las portadas de los periódicos editados en Madrid, el apartado gráfico está dedicado a la recepción del Rey a las víctimas del terrorismo. Les ha pedido que no se rindan. Que "no os rindáis" titulan en las mismas páginas que convocaban a la manifestación del pasado domingo y hasta en las que que aporrearon las closcas del Gobierno por flojos y derrotistas frente a la banda terrorista. En cambio, que el Rey les diga a las víctimas que no se rindan les parece de perlas, de lo más normal, qué campechano y tal. ¿Se le ve mejor, verdad?

El jefe del Estado, del Estado que debería haber velado por las víctimas, por sus vidas y por sus derechos, les suelta a las víctimas algo así como ahí os las apañéis vosotros solos con lo vuestro, pero "no os rindáis" y el eco de los aplausos editoriales llega hasta Barcelona. Es también una historia de Día de Difuntos, con su punto de humor negro y todo. "No os rindáis". Lo que usted diga majestad.

Dos artículos para acabar. Antoni Puigverd en La Vanguardia insiste en las bondades del editorial del domingo sobre los moderados. "Está en peligro la unidad civil catalana (unidad civil que el catalanismo histórico consideraba el valor más preciado). El soberanismo es fortísimo, sí, pero no avanza. Al contrario, retrocede. [...] La hiperfragmentación del mapa político catalán es uno de los peligros de este momento histórico, por eso sorprende que ni CDC ni ERC, dos partidos de gobierno, hayan sido capaces de captar el fondo de la propuesta de la [sic] editorial de La Vanguardia". Fin de la cita. Tampoco lo captaron los columnistas más populares y frecuentes del diario de Godó, dedicados en los últimos días a carcajearse del moderantismo en las mismas páginas (o narices) del citado editor.

El otro artículo es el de Vicent Sanchis en El Punt Avui. Habla sobre el desencuentro entre PSC y PSOE, pero acuña un mote inédito, al menos para el suprafirmante, al referirse a los diarios de Madrid. Los llama "la prensa del cornetín". Hay que variar, sí señor, no se puede estar todo el día con la caverna arriba y abajo. Por 25 pesetas, sinónimos para referirse a los diarios de aquí y allá: la prensa del cornetín, la cova mediàtica, la caverna, els diaris subvencionats, la brunete, la coronela, la voz de los obispos, la premsa de la ceba, la de Atapuerca, los del editorial conjunto...

Como diría Espadaler, feliz Día de Difuntos y, si tienen fiesta, descansen en paz.