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Insectos comestibles

Insecticultura: los insectos buscan un hueco en la dieta mediterránea

Mientras el sector se prepara para producir a gran escala, Bruselas aún está pendiente de dar su aval definitivo al consumo humano de bichos

Aleix Mercader
8 min

Se comen en México, Tailandia y Japón. Y aunque todavía no forman parte de la dieta mediterránea, las empresas confían en que termine siendo así. La cría de insectos o insecticultura es un negocio al alza que, según las estimaciones de la Plataforma Internacional de Insectos para la Alimentación Animal y Humana (IPIFF), generará la cifra de 2.500 millones de euros en 2025. Cuatro veces más de lo que recauda ahora.

En los últimos tiempos, los productores españoles han decidido unir sus fuerzas en la patronal Aproinsecta. Su presidente, José Sánchez, explica que ya cuentan con 50 socios, la mayoría de los cuales son pymes repartidas por todo el territorio nacional. Sin embargo, asegura que la insecticultura apunta más lejos: “La industria tiende a proyectos superiores a las diez o doce toneladas anuales de una microgranja. En poco tiempo vamos a superar las pequeñas explotaciones”.

‘Tenebrio’, un gusano premium

Los inversores no quieren perder el tren de esta tendencia agroalimentaria. Caixa Capital Risc --la gestora de capital riesgo de CriteriaCaixa-- anunció el primero de junio un acuerdo con MealFood Europe para entrar en su capital con una inversión de 50 millones de euros. Esta empresa salmantina fue la primera en Europa que consiguió autorización para comercializar productos derivados del Tenebrio molitor, también conocido como gusano de la harina.

Un plato con el insecto Tenebrio
Un plato con el insecto Tenebrio

Adriana Casillas, CEO y vicepresidenta de la firma, sostiene que “la entomocultura está en expansión en España y en Europa”. “Los mercados a los que nos dirigimos son tanto comida para animales como acuicultura, entre otros usos agronómicos e industriales”, explica Casillas. La compañía ha optado por criar de forma intensiva grandes cantidades de Tenebrio, que según la portavoz de MealFood reúne “características organolépticas que lo posicionan en el rango de materias premium” para sus clientes.

De profesión, granjero de bichos

Otro ejemplo. Iberinsect surgió de un interrogante sobre la alimentación del futuro. Aitor Bru, cofundador de esta startup catalana con sede en Reus (Tarragona), cuenta que “tras ver un documental sobre proteínas alternativas para alimentar un mundo en constante crecimiento demográfico”, empezó a preguntarse qué posibilidades había. La respuesta tenía seis patas y un par de alas.

Iberinsect ha superado la fase de “productores de garaje”, como le gusta decir a Bru, y ya exporta un 20% de su producción anual. “La industrialización del mundo del insecto ha aparecido recientemente, pero va a más”, expone este ingeniero químico, que junto a su socio, Jonathan Martínez, cría grillos y gusanos tanto para consumo animal como para el paladar humano. “Nuestra meta más importante es la integración en la cadena de valor, explorando otros productos como snacks o galletas”, plantea como reto de futuro.

Una oportunidad para emprendedores

Por su parte, Alberto Mas también probó suerte hace dos años con unas barritas energéticas fabricadas con harina de grillo. Y creó Trillions. “La idea surgió en julio 2017 medio en serio, medio en broma. En agosto de 2018 ya contábamos con la primera barrita fabricada con ejemplares tailandeses de la especie Acheta domesticus”, explica este joven emprendedor, que ha logrado posicionar su producto en el mercado de la nutrición deportiva

Actualmente, Trillions distribuye su catálogo a través de su propia tienda online, Amazon y retailers generalistas y especializados. Mas defiende que alimentarse con estos invertebrados “ayuda al planeta reduciendo la huella de carbono”. Y adelanta un nuevo formato que está en estudio: una solución para preparar batidos.

Bruselas se hace de rogar

¿Pero quién decide qué insectos se pueden comer y cuáles no? “Los insectos tienen que pasar un examen para ser incluidos en el catálogo de ‘nuevos alimentos’ de la EFSA (la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria)”, explica Irene Ruiz, especialista en inocuidad alimentaria. En enero de 2018, la Comisión Europea abrió un periodo de 15 meses para que los operadores mandaran los expedientes de inscripción de las especies para su aprobación o rechazo por parte de la agencia. Estos expedientes debían contar con un estudio técnico --denominado Análisis de peligros y puntos de control críticos (APPCC, por sus siglas)-- que examinara la seguridad de los métodos de producción, la toxicidad del alimento y sus efectos sobre la dieta de la población.

Insectos en venta de un mercado
Insectos en venta de un mercado

Aunque Bruselas marcó el 2 de enero como fecha límite para dar el visto bueno a las peticiones, el proceso se ha retrasado. Actualmente, los operadores cuentan con una moratoria que les permite distribuir insectos siempre que su solicitud haya sido admitida a trámite de forma previa. Más allá de este retraso administrativo, Ruiz tiene una visión ponderada del futuro del sector: “Es verdad que su perfil nutricional es bueno por su riqueza en aminoácidos y oligoelementos, pero aún falta una generación y media para que sean consumidos a gran escala”.

Barreras culturales

En España, el tabú de la entomofagia es el mayor desafío que afrontan los productores para colarse en el cesto de la compra. Las propias cadenas de supermercados aún no han tomado una decisión clara que acompañe el desarrollo del sector.

En 2018, Carrefour introdujo una gama de gusanos y grillos en sus lineales, mientras otras grandes superficies como Mercadona confirman a este medio que por el momento no se lo plantean.

Dos variedades de insectos cocinados
Dos variedades de insectos cocinados

Isaac Petràs es el gerente del e-commerce BcnInsects, que nació después de que este comerciante de la Boqueria fundara en 2003 una de las primeras tiendas físicas de insectos en España. Petràs asegura que “los que han vencido el miedo acostumbran a decir sorprendidos que su sabor es bueno”. “Esta es la clave”, insiste, “saber cocinarlos para conseguir que su sabor sea agradable”. Es cuestión de probarlo.