Juicio del hombre acusado de atacar a los Mossos con una catana, donde ha declarado que escuchaba voces / CG

Juicio del hombre acusado de atacar a los Mossos con una catana, donde ha declarado que escuchaba voces / CG

Vida

El hombre que amputó la mano de un mosso con una catana: "Veía extraterrestres, Geos, reyes..."

El acusado, diagnosticado de esquizofrenia paranoide, ha declarado que "oía voces que le decían que la policía quería matarlo"

7 junio, 2022 13:06

Este martes se ha celebrado en la sección 6 de la Audiencia Provincial de Barcelona el juicio oral contra A. E., el joven acusado de intentar matar a cuatro agentes de los Mossos d’Esquadra con una catana en julio de 2020. El procesado --diagnosticado de esquizofrenia paranoide-- ha explicado ante el tribunal que lo hizo porque durante los dos meses que estuvo confinado en su habitación escuchaba voces que le decían que la policía quería matarlo. 

Durante este tiempo, ha asegurado, nadie le controló la medicación ni por vía telemática ni telefónica. El día que los Mossos irrumpieron en su casa, después de que su padre solicitara la presencia de los servicios de emergencia para que lo internaran en un psiquiátrico, el procesado ha recordado que cogió “una catana que había comprado por internet” y atacó a los agentes. Lo hizo hasta que escuchó varios disparos. Según su versión, dos de ellos le impactaron en una rodilla y en una mano. Fue entonces cuando soltó el arma. 

Detenido en Alemania

No obstante, el joven ha asegurado que únicamente lo hizo para defenderse. “Me dieron con la defensa”, ha relatado. El acusado ha explicado que no fue consciente de la gravedad del ataque hasta que, ya en el hospital, vio a uno de los Mossos a los que había golpeado sin uno de los dedo. 

Asimismo, el joven ha relatado la que ha sido su vida en los últimos años y que da cuenta del trastorno mental que padece. Ha explicado que dejó la carrera que estudiaba en Barcelona y empezó a beber, a drogarse y se aisló de su entorno más cercano. Después de eso, viajó hasta Turquía, Irak, Bulgaria, Afganistán y Alemania, aunque sin precisar los motivos. “¿A qué se dedicó allí?”, le ha preguntado su abogado. “A dar vueltas por la calle, a comer…” ha balbuceado ante el micrófono. Tras ser detenido por un enfrentamiento con sus vecinos en Alemania --donde la justicia lo consideró inimputable-- fue extraditado a Barcelona, donde ingresó temporalmente en el área de psiquiatría del hospital Sant Joan de Déu. Tras este ingreso, el paciente no siguió correctamente la medicación pautada, hasta el episodio de 2020. 

"No dijo nada" mientras los atacaba

Uno de los Mossos afectados ha relatado que, dos años después del ataque, continúa de baja por las lesiones que sufrió ese día, por las que tuvo que ser intervenido quirúrgicamente y que le han dejado secuelas por las que ha solicitado la incapacidad. Otro de ellos --el que disparó contra el acusado para que cesara en su intento de acabar con sus vidas-- ha recordado que sufrió varios cortes en los brazos con la catana, que quedó tirada en la habitación del acusado hasta que llegaron los refuerzos. El tercer mosso ha insistido en que el acusado "no habló" durante el ataque. Este agente perdió cuatro dedos de la mano derecha y resultó herido también en el pecho. Por todas las secuelas que presenta, incompatibles con el desarrollo de su profesión, ha sido incapacitado. La última víctima ha recordado que recibió un corte en el brazo que le alcanzó el hueso. Por esta herida tuvo que ser operado de urgencia y ha solicitado su incapacidad. También sufre secuelas psicológicas.

Debido a la alteración psiquiátrica que padece el acusado, el magistrado ha decidido que siga la vista por videoconferencia desde una habitación anexa para evitar su alteración. El letrado del agresor basa su defensa en la enfermedad mental que padece y en una descompensación en su medicación. En este sentido, durante la vista ha aportado unas conversaciones que mantuvo con su hermano y las cartas escritas por su defendido desde el centro en el que permanece ingresado --el canal principal por el que se comunican-- y que ponen de manifiesto la patología que padece. 

"Delirios y alucinaciones"

Durante la exposición de las pruebas periciales psiquiátricas, una de las médicos que atendió al procesado aquel día ha asegurado que "el paciente estaba sufriendo un brote psicótico". Otro de los doctores, propuestos por la defensa, ha declarado que los padres y el hermano del agresor acudieron a su consulta en 2009, cuando este fue ingresado por primera vez en un psiquiátrico de Manresa. "Conozco bien su expediente. Tiene un trastorno paranoide desde los 19 o 20 años", ha constatado. El doctor ha explicado que el joven padecía delirios, "tiene la percepción de que hay un complot en su contra, por lo que cree que la policía lo perseguía para llevarlo a una sala de torturas", ha expresado el mismo perito. Además, padece un síndrome que altera sus percepciones: "Se imaginó a su hermano como un Geo, a su padre como un rey, a un policía como un extraterrestre..."

"Tiene alucinaciones auditivas, un delirio persistente", ha expresado otro de los peritos. "¿Siguió el tratamiento de forma adecuada?", ha preguntado la fiscal. "Bueno... la mayor parte del tiempo sí, pero no siempre", ha expresado uno de los doctores. "La pregunta del millón: Hay que decidir si debe tener una respuesta punitiva o terapéutica. ¿Debe seguir un tratamiento terapéutico?, les ha consultado el juez. Los técnicos han coincidido en que debe seguir un tratamiento farmacológico pautado, seguramente en un centro cerrado o, si se cree conveniente en un futuro, con un tratamiento ambulatorio

Engañó a los agentes

Los hechos por los que ha sido juzgado este martes se remontan a la tarde del 18 de julio de 2020, cuando el padre del procesado llamó al Servicio de Emergencias Médicas (SEM) para requerir el ingreso involuntario de su hijo en un centro psiquiátrico. Hasta su domicilio de Moià se desplazaron varios facultativos del SEM con la intención de trasladarlo hasta la unidad de psiquiatría del Hospital Sant Joan de Déu para que le ajustaran la medicación. En el lugar se personaron dos patrullas de los Mossos para darle apoyo a los sanitarios.

Inicialmente el joven salió de su habitación “con actitud tranquila y sosegada, prevaliéndose de ello para engañar a los agentes de policía simulando su estabilidad mental y emocional”, según recoge el escrito de acusación. El joven, le requirió a los agentes entrar de nuevo al cuarto para vestirse. Fue en ese momento cuando, simulando que quería coger unos zapatos, sacó de debajo de la cama una catana de grandes dimensiones con la que realizando movimientos oscilantes hacia los agentes. "¿Por qué lo hizo?", le ha preguntado este martes la defensa. "Bueno... porque estaba ahí, en la cama", ha dicho impasible. 

La Táser no funcionó

El procesado le amputó cuatro dedos de una mano a uno de los mossos, mientras que a su compañero le causó un profundo corte en el antebrazo que le llegó hasta el hueso y le afectó a los tendones. Aprovechándose de que los agentes, gravemente heridos, no podían hacer uso de la Táser --que no se disparó-- ni de su arma reglamentaria, el joven continuó asestándoles golpes a los cuatro.

La acusación particular de uno de los mossos --que ejerce el sindicato USPAC mediante el letrado José Antonio Bitos, -- considera que todos los cortes que les produjo se dirigieron a la zona superior “lo que muestra, sin lugar a dudas, la intención del acusado de acabar con la vida de los agentes”. De hecho, todos recibieron graves heridas en las extremidades porque “pusieron sus brazos hacia adelante a modo de autoprotección y ello les ayudó a modo de escudo para evitar que la catana llegara a impactar contra el tronco o la cabeza”. Además, pone de manifiesto que las acometidas no se limitaron a producir arañazos o heridas superficiales, sino que lo hizo con la fuerza suficiente como para amputarle los dedos a uno y llegar al hueso en el caso del otro. 

Pide perdon a los Mossos

La acusación sostiene que utilizó una de las armas más "grandes y peligrosas" a su alcance, dado que la catana tenía una hoja de 52 centímetros. En total, el acusado guardaba en su habitación tres cuchillos, dos catanas, navajas, un arco de caza con 24 flechas, dos arcos de ballesta, cuatro cuerdas de arco y una ballesta, dos cajas de puntas de caza para las flechas y un cinturón con fundas de catana.

Por estos hechos, instruidos por el Juzgado de Instrucción número 4 de Manresa e inhibidos a la Audiencia de Barcelona, el ministerio público solicitaba para él 60 años de prisión como presunto autor de cuatro delitos de homicidio en grado de tentativa. Las acusaciones particulares solicitan para él hasta 69 años y medio de cárcel al considerarlo también autor de un delito de atentado a agente de la autoridad y de otro de lesiones. Sin embargo, han llegado a un acuerdo de conformidad: el acusado cumplirá 9 años de prisión --a los que habrá que restar los dos que ya lleva en la cárcel-- como autor de cuatro delitos de homicidio en grado de tentativa agravada por un atentado a los agentes de la autoridad y en concurso de un delito de lesiones. Además, se le han impuesto 20 años de libertad vigilada una vez cumpla la pena, cinco por cada uno de los delitos. Al margen de la pena de prisión, los afectados cobrarán indemnizaciones que oscilan entre los 8.000 y los 212.000 euros. La defensa, por su parte, ha solicitado que cumpla la condena en un centro psiquiátrico al alegar que los hechos se produjeron por una descompensación en la medicación. "No había intención de matar, quería que se marcharan, lo hizo a modo defensivo", ha expresado. "Quiero pedir perdón a los Mossos, siento mucho haberles causado las heridas y las secuelas", ha concluido el acusado.