Rosa Peral Viñuela, la guardia urbana acusada de asesinato en una imagen de archivo / CG

Rosa Peral Viñuela, la guardia urbana acusada de asesinato en una imagen de archivo / CG

Vida

Gogó, policía ejemplar y supuesta asesina

La guardia urbana detenida por el asesinato de su novio pasó todos los controles psicológicos

24 mayo, 2017 00:00

Con tan sólo 20 años, Rosa Peral decidió cambiar de vida. Había llegado el momento de dejar atrás las luces de neón de la noche barcelonesa, las discotecas de moda, los afters, las amistades peligrosas y su trabajo de gogó por horas en la principales salas de baile de la cuidad. Había que mirar hacia el futuro y el futuro se le apareció en forma de uniforme policial.

En 2006 se presentó a las oposiciones para ingresar en la Guardia Urbana de Barcelona. Las aprobó con solvencia y, como todos los aspirantes, fue objeto del preceptivo control psicológico que no detectó disfunción o anomalía alguna “incompatible con el ejercicio profesional de un agente de la autoridad”.

Ese mismo año, ingresó en la Escuela de Policía de Cataluña, donde permaneció nueve meses hasta aprobar su graduación con notas por encima de la media. De nuevo, los estudios psicológicos a los que fue sometida no arrojaron datos alarmantes, ni siquiera ligeramente preocupantes. Sus antiguos profesores la recuerdan como una “chica despierta y de fuerte carácter, a pesar de una apariencia de cierta fragilidad”. Esa era su imagen en 2007.

Policía de paisano, y de noche

A partir de 2009, trascurridos los preceptivos dos años en prácticas que ha de pasar cualquier agente, Peral se incorporó a los equipos USD (la Unidad de Apoyo Diurno, por sus siglas en catalán).

Se trata de un grupo de apoyo, dotado de movilidad geográfica a lo largo de las cuatro zonas en las que la Urbana tiene dividida la ciudad durante el servicio nocturno y que se encarga de apoyar a las unidades territoriales (UTE), de forma especial a la UTE número 2 que corresponde con L’Eixample.

Dicen sus excompañeros que a Rosa Peral le gustaba trabajar por la noche, sin el marcaje de los jefes.

Ciberataque sexual

Por entonces se casó con un mosso d’esquadra, el padre de sus dos hijas, pero prácticamente a la vez inició una tormentosa relación con un subinspector de la Guardia Urbana, compañero de unidad, que acabó como el rosario de la aurora.

Según lo que ella misma denunció, ese subinspector colgó fotografías suyas en actitud íntima en las redes sociales. El caso por ese ciberacoso sexual está pendiente de juicio, una vista oral que, según las fuentes consultadas y los datos que obran en poder de este medio, puede arrojar sorpresas.

Los últimos informes técnicos del soporte móvil desde el que se subieron las controvertidas imágenes a la red no apuntan al teléfono u ordenador del subinspector. Más bien todo lo contrario: apuntan a ella misma.

Desde 2009, Rosa Peral ha pasado los preceptivos controles psicológicos bianuales a los que todos los agentes de la Urbana que portan armas están obligados. De nuevo, ni una sola razón para pensar que esa mujer pudiera albergar desequilibrio alguno.

Mujer difícil de tratar

Sin embargo, y tras su detención por el asesinato del que era su novio, Pedro Rodríguez, se multiplican los comentarios que la sitúan como una mujer de complejo carácter, de contundencia en las formas sobre todo cuando se encontraba de servicio y con una enorme capacidad de liderazgo y de subyugación de los compañeros y compañeras que trabajaban junto a ella.

En las fiestas de Gràcia del 2016, ella, sin el apoyo de prácticamente ningún compañero, desarticuló una de las principales redes de lateros que actuaban en la zona, y lo hizo a pesar de las indicaciones, en ese sentidos contrarias, de quien entonces actuó como jefe de la patrulla.

Este medio ha hablado con algunos excompañeros de la USD y nadie quiere “remover lo sucedido”.

Uno de ellos, sin embargo, recuerda que hace sólo dos años, y en un actuación relativa al intento de suicidio de una mujer que amenazaba con lanzarse desde un tercer piso al vacío, Peral, sin esperar a la actuación de los mediadores, inició una conversación con la mujer que acabó derivando en una conversación con malos modos y a grito limpio: “Pues si tienes tantos ovarios, tírate de una puta vez”, dicen que le dijo. Y la mujer se lanzó.

Por suerte, y gracias a la valiente actuación de otros guardias que se lanzaron a por ella en plena caída, lograron evitar lo que hubiera sido un fatal desenlace. Peral fue recriminada por ello. Pero ella parecía satisfecha. “La hemos bajado, ¿no?.

La cárcel reblandece

Ahora se encuentra en la cárcel junto con su amante, el también guardia, Alberto López, un hombre musculado de más de 100 kilos de peso, de abrupto carácter, conductor de una motocicleta de mas de 1.000 centímetros cúbicos y dicen que entregado totalmente a los deseos de su amada.

“La cárcel acaba madurando la fruta verde más resistente”, pontifican los viejos talegueros. Por eso se espera que, en breve, uno u otro recomponga su ambiguo discurso ante el juez y ponga los puntos sobre las íes de lo que ocurrió entre los tres en casa de ella y, más tarde, en el pantano de Foix.

Un crimen pasional, quizá no previsto, pero sí concluido con la determinación de ser disimulado. No lo han conseguido. Los geolocalizadores sitúan a Peral y López en el lugar y hora del crimen. Y el registro del domicilio de ella arrojó datos “relevantes”, todavía secretos.

Aquella joven bailarina de impoluto expediente psicológico acumula ahora numerosos claroscuros y ha evidenciado que incluso para ser un criminal se ha de pasar el preceptivo curso que lo acredite.