Guiu Serra, un estudiante con discapacidad que debe coger un taxi para llegar a la Universidad de Girona / CEDIDA

Guiu Serra, un estudiante con discapacidad que debe coger un taxi para llegar a la Universidad de Girona / CEDIDA

Vida

Los estudiantes con discapacidad, forzados a pagar un taxi para llegar a la Universidad de Girona

Guiu Serra, con problemas de movilidad, no puede llegar a la facultad de Letras con transporte público y lamenta que las administraciones "se laven las manos" para darle una solución

2 octubre, 2022 00:00

El primer día de clase en la universidad no ha sido como el de cualquier otro estudiante. Guiu Serra tiene una parálisis cerebral y una discapacidad motriz del 65% que le impide caminar y, como el resto de alumnos en su situación, se ven obligados a pagar un taxi para llegar a la Universidad de Girona (UdG). Y es que el transporte público no da facilidades para llegar hasta la facultad de letras, situada en el barrio viejo de la ciudad y muy característico por su inaccesibilidad

Este joven es vecino de Banyoles, donde coge un autobús en dirección a Girona que no cuenta con una conexión directa al campus. Su caso ha movilizado a otros que, como él, viven una odisea para ser autónomos. Sólo si tienen suerte y coinciden, podrán compartir vehículo privado con otro compañero. 

Dinero y tiempo

La familia de Guiu está “indignada”. Lamentan que el acceso a la UdG sea tan difícil para las personas con movilidad reducida. El bus que coge en Banyoles tiene dos únicas paradas y ambas quedan “muy lejos” de la línea L7, la única que llega a la universidad.

La facultad de Letras de la Universidad de Girona / GOOGLE MAPS

La facultad de Letras de la Universidad de Girona / GOOGLE MAPS

Para coger esa línea la única vía es que haga transbordo en otros dos autobuses, lo que implica “invertir mucho tiempo” y, además, esfuerzo extra. Por eso, la madre del joven, Anna Aurich, reclama que se instale “un bus lanzadera o algún tipo de transporte adaptado” en esa zona, con tal de que su hijo, que no puede recorrer grandes distancias, pueda llegar a la facultad. “De esa solución no sólo se beneficiaría él, sino todos los alumnos con dificultades de movilidad”, asegura. Incluso aquellos con "un problema puntual que no puedan ascender a pie" --por ejemplo, si se rompen una pierna--. 

La administración “se lava las manos”

Pero pese a sus constantes reivindicaciones, Aurich lamenta que la Administración “se lave las manos”. “Todos tienen buenas palabras, pero pocos hechos”. De hecho, Guiu ha comenzado las clases este martes y la solución de transporte ni está ni se la espera, lo que le hace más dependiente de lo que ha sido en los últimos años.

En este sentido, su madre deplora que su hijo haya podido ser “autónomo en los desplazamientos” durante la ESO y Bachillerato a través de un triciclo ortopédico y, una vez da el paso a la universidad, pierda su lucha. “Hasta ahora ha podido ser autónomo y, de la noche a la mañana, necesita que alguien le acompañe”, agrega la madre en declaraciones a Crónica Global. Y ha lanzado una pulla al gobierno de la Generalitat, que presume de inclusión: “Se llena la boca hablando de igualdad, pero no pueden llegar a la universidad porque el transporte no es viable”.

Los prejuicios de la sociedad

Asimismo, asegura que esta dejadez en los estudios superiores demuestra los prejuicios de la sociedad hacia las personas con discapacidad. “Como ven que habla y camina diferente, dan por hecho que no puede llegar a la universidad”, se queja. Ello explica los impedimentos que le han puesto desde entidades como Mifas, Multidiscapacitats o Cruz Roja, que alegan que "no tienen previsto ningún tipo de transporte hacia la universidad, pero sí a las escuelas para gente con discapacidades psíquicas. Haciendo entender que las personas con discapacidad somos incapaces de ir a la universidad", explicaba Serra en sus redes sociales.

Una estudiante busca un libro en una estantería de una librería / CG

Una estudiante busca un libro en una estantería de una librería / CG

Tampoco los servicios sociales del Ayuntamiento de Banyoles les han ofrecido una propuesta: "Para conseguir un asistente personal, ya que tengo un grado uno de dependencia, todo son pegas, dificultades y mucha burocracia. Complicadísimos los trámites y con un coste que puede oscilar entre los 200 o 300 euros al mes".

Malabares para superar las barreras

Las alternativas que no llegan desde las administraciones, lo hacen desde las asociaciones privadas, que estudian cómo conseguir que Guiu, y todos los estudiantes que lo necesiten, lleguen a la Facultad de Letras. Pero mientras llega, la familia tendrá que pagar un taxi desde la parada del autobús procedente de Banyoles hasta la universidad. 

Un gasto extra de 12 euros diarios --lo que supone 60 euros semanales y 240 mensuales-- para un joven que ya está acostumbrado a hacer malabares para superar las barreras impuestas por una sociedad que, en ocasiones, le discrimina.