Philippe Carette planificando su plan de vuelo en el interior de su avioneta, tras su aterrizaje en el aeródromo de Igualada-Ódena donde se dieron cita varios pilotos / LUIS MIGUEL AÑÓN (CG)

Philippe Carette planificando su plan de vuelo en el interior de su avioneta, tras su aterrizaje en el aeródromo de Igualada-Ódena donde se dieron cita varios pilotos / LUIS MIGUEL AÑÓN (CG)

Vida

Dos pilotos luchan para que la movilidad reducida deje de ser un freno para volar

Philippe Carette y Carlos de Albert unen fuerzas y actúan tanto en España como en Francia para que la aviación sea accesible para las personas con discapacidad

9 octubre, 2022 00:00

Pilotar no es solo mover las piernas. Las jornadas de Aviación Adaptada del pasado 1 de octubre en el aeródromo de Igualada-Ódena fueron un punto de inflexión más para mostrar el mundo de la aeronáutica y las barreras con las que se encuentran las personas con movilidad reducida. El 8 de agosto de 2008, Elizabeth Heilmeyer y Carlos de Albert, después de años de perder juicios, lograron que la discapacidad motora no fuera un impedimento para obtener la licencia de planeador en España, tras publicarse en el Boletín Oficial del Estado (BOE) una Orden Ministerial que así lo amparaba. Ambos pilotos lograron equiparar la legislación española a la del resto de países europeos.

Esta línea abrió un nuevo escenario que hacía décadas que se vivía en Alemania, Francia, Italia y Reino Unido. Para ello, la piloto alemana y el aviador catalán fundaron la organización Sillas Voladoras, que poco después establecería, junto a otras asociaciones, las jornadas de Aviación Adaptada que este año han llegado a su quinta edición. “Cuando Heilmeyer tuvo el accidente y se quedó en silla de ruedas quiso obtener de nuevo la licencia para volar en España y le dijeron que no. Ella llamó a Alemania y le explicaron que allí no había problema para hacer la conversión, pero quiso luchar para que aquí fuera posible y justo yo estaba luchando también por lo mismo, así que nos juntamos y nos querellamos contra aviación civil”, explica De Albert.

Uno de los momentos durante las jornadas de Aviación Adaptada del pasado 1 de octubre en Igualada-Ódena / LUIS MIGUEL AÑÓN (CG)

Uno de los momentos durante las jornadas de Aviación Adaptada del pasado 1 de octubre en Igualada-Ódena / LUIS MIGUEL AÑÓN (CG)

Primer paso: el Supremo les dio la razón

El Tribunal Supremo finalmente les dio la razón, que se estructuró en la Orden Ministerial citada de 2008. Aunque ellos no comprendían por qué no se había producido antes esa facilidad para obtener la licencia de piloto en España. “Nosotros les dijimos que, si tenían ejemplos en el resto de Europa y estaba homologado para volar aquí, por qué no podían pilotar”, asevera De Albert. “Nos dijeron que no estaba ejecutado”, continúa en referencia al obstáculo inicial, aunque concluye: “Pues lo procedimentamos”.

Estas fueron las puertas que se abrieron para que tanto Sillas Voladoras como otras escuelas de vuelo con o sin motor se extendieran por toda España. Cataluña, Andalucía, Madrid… lo que en un principio no se veía como una necesidad aeronáutica resultó, tras la resolución positiva del Supremo, que sí lo era. Pero todavía no hemos alcanzado a otros países europeos, donde sí se puede obtener la licencia de piloto comercial. En cualquier caso, De Albert ha abierto un mundo de aviación adaptada y cuenta con una red en la que se encuentra el francés Philippe Carette, piloto y bioquímico que se desplaza en silla de ruedas y lidera un proyecto para mover las piernas de personas sin movilidad.

El exoesqueleto acaba con las barreras

Carette, presente en las jornadas de Aviación Adaptada y amigo del cofundador de Sillas Voladoras, es colaborador de la Universidad de Ingeniería Aeronáutica y Aeroespacial de Toulousse ISAE-SUPAERO. Allí lidera un proyecto de adaptación universal en el que está desarrollando un exoesqueleto que permitirá mover las piernas de personas sin movilidad para pilotar aviones. Aunque no solo aeronaves, dado que las aplicaciones de esta invención podrían extrapolarse a otros vehículos, que ya no necesitarían ser adecuados a estas necesidades específicas.

“Desde hace un par de años estamos intentando hacer una adaptación para la gente que quiere volar de forma más fácil”, explica el piloto galo oriundo de Perpiñán. Pero la idea no es solo aplicar una adaptación a los aviones o avionetas como hasta ahora, sino que sea un método universal. “Damos estímulos a las rodillas y los tobillos para que cualquier persona con problemas de movilidad pueda utilizar los mandos de control de los pies. Para que puedan volver a mover las piernas, presionar los pedales y pilotar el avión”, destaca. Él mismo es un ejemplo de adecuación aeronáutica completa. No necesita a nadie para entrar y salir de su aeroplano, del que baja deslizándose por una de las alas.

El futuro ya está aquí

Esta lucha por la aviación adaptada ha unido a pilotos españoles, alemanes, franceses e italianos. Sin embargo, y pese a los grandes avances en España, los siguientes pasos serán también complicados de lograr. El amoldamiento de la legislación española al resto de Europa fue el primer hito, que se ve ampliado por la invención en la que colabora Carette para personas con movilidad reducida, pero ¿y ahora qué?

Momento en el que Philippe Carette baja de su avioneta adaptada en el aeródromo de Igualada-Ódena / LUIS MIGUEL AÑÓN (CG)

Momento en el que Philippe Carette baja de su avioneta adaptada en el aeródromo de Igualada-Ódena / LUIS MIGUEL AÑÓN (CG)

“Tenemos un socio en Sevilla que consiguió recuperar su licencia Clase 1 y va en silla de ruedas”, avanza De Albert. Eso significa que es de los primeros pilotos comerciales en lograr mantener su carné tras un accidente que le dejó con la movilidad reducida. De hecho, no solo queda ahí la cosa, sino que ha sido escogido por la NASA para ser el primer astronauta con discapacidad del mundo. “Su proyecto es demostrar que una persona con discapacidad se puede mover como cualquier otra, igual que para volar”, sentencia el aviador catalán. España entró tarde, pero el futuro ya está aquí y tal y como asegura Carette: “Ha ido muy rápido y se ha puesto al mismo nivel que en otros países de Europa”.