Vida

Convergència espera al Príncipe y Barbeta se obsesiona con Cuatrecasas

El Abc da cuenta del veto soberanista contra la publicidad taurina de Samsung en el congreso del móvil. Bolaño, con un pie en el hospital, se despide de Taguas en La Razón y relata la última tertulia.

21 febrero, 2014 09:55

Kiev es la capital de portada de los periódicos, la guerra civil que se perfila en Ucrania ante la atenta mirada, y nada más, de la Unión Europea. Los muertos se cuentan por centenares y el centro de la ciudad es Stalingrado: a un lado, la revolución; al otro, los uniformados. En pocos días se ha pasado de las visitas de cortesía de los comisarios europeos a la guerra de trincheras y francotiradores. Moscú y Bruselas se lavan las manos, se acusan solidariamente y contemplan indiferentes las matanzas de una guerra a la vuelta de la esquina, como si aquello fuera cosa de sirios y troyanos. En Washington creen que es un problema interno de Europa. Y tienen razón. Kiev es la portada porque está más cerca de Madrid y Barcelona que Caracas, básicamente.

Aquí, en el paralelo catalán, Ucrania fue una comparación del consejero Homs resultado de la cocción en las asambleas de la "Assemblea" del "concepto Tahrir", El Cairo. Los aires de insurrección, de cadena báltica y de indignación colectiva habían reparado en Ucrania, en la fuerza del parlamentarismo de adoquín, en el derecho a decidir como jaque mate del "proceso", la fuerza de la calle y la ocupación de las plazas.

Sabíamos pero confirmamos que se referían a algo más parecido a Mayo del 68 y la Revolución de los Claveles que a lo de Egipto o Ucrania. Lo de Cataluña es otra cosa. Lo dice Raúl del Pozo en la contraportada de El Mundo, en un artículo que lleva por título "El Príncipe de Gerona":

"El Congreso de los Diputados ha rechazado el proceso soberanista de Cataluña. Habrá picos de tensión hasta después del 2015 y al final, según los que están en el secreto, no hay más que dos alternativas, o pacto o insurrección, y los convergentes tan forrados y prácticos no se ven a sí mismos revolucionarios decimonónicos. (...) Hoy la crisis de la Corona es más evidente y visible en Cataluña. Algunos prefieren ponerse en la tarima con el Príncipe, no sólo por esa cursilada borbónica-catalana de Príncipe de Gerona -cuando ya no hay ni príncipes gitanos-, sino porque consideran a Don Felipe menos beligerante contra el nacionalismo que su augusto padre. Los convergentes esperan al Príncipe y me dicen que todo eso de que no se hablan las familias es catecismo centralista. Hay más tensión en Burgos. Lo que ocurre es que antes los independentistas no llegaban al 25% y ahora pasan del 50%. Avisan a Moncloa: el discurso del miedo ya no rinde, ellos lo saben porque celebraron su congreso en la Diagonal y no hubo ni una carga policial. A pesar del idílico panorama, no sé si hace bien el Príncipe metiéndose en el serpentario".

El rechazo del Congreso es la portada del Ara, que titula: "El 83% del Congreso, contra la consulta". El reverso es la mayoría a favor de la consulta en el Parlament, el aparente conflicto de legitimidades. La moción de UPyD ha generado casi tanto ruido en el PSC como la desafección del trío crítico (¿Se acuerdan de Geli, Elena y Núria Ventura?) sobre el mismo particular en sede autonómica. Lo que dice Del Pozo, que PP y PSOE han votado junto al partido de Rosa Díez una resolución preventiva contra la petición del frente nacionalista catalán. Un papiro.

Mucho más divertido es lo de la presentación de la hacienda propia de Mas, "Tributs de Catalunya". Seguro que algo así ya existía en tiempos de Guifré el Pilós o más atrás. El Punt Avui celebra la constitución de la primera estructura del estado catalán como si fuera la prensa soviética jaleando el lanzamiento del Soyuz. "Hacienda propia en ruta" es el ufano titular de portada del periódico catalán. Es como si no hubiera marcha atrás. Dice Artur Mas, según todos los diarios, que el artefacto recién parido ya cuenta con 53 oficinas de recaudación por toda Cataluña, "ampliables a 152 y a 1.399 empleados públicos", según la crónica de Josep Gisbert y Carmen del Riego en La Vanguardia. La pera, la futura Caixa, la Hacienda que tanto vale para el sí sí, el sí, pero no, e incluso para el no. Una entidad al alimón con las diputaciones provinciales (que son estructura de Estado, pero del que tiene la capital en Madrid) para cuando se obtenga la soberanía fiscal.

La prensa de Madrid subraya las aristas surrealistas, el punto ofensivo, inmoral e incluso ilegal de la última iniciativa de Artur Mas. En la catalana, es un jalón más (o de menos) en el calendario del 9 de noviembre. La hoja en ruta del Avui. El santoral. Habemus Haciendam, gloria tributum. Lo de "Tributs de Catalunya" se vende como una cosa muy seria porque está hecha por prestigiosos expertos de la Agencia Tributaria española que han sido fichados por la Generalidad, vulgo inspectores de hacienda que han pasado de ser funcionarios del Estado a funcionaris de la Generalitat, que en Cataluña es como subir un peldaño en aceptación social.

La perla informativa catalana está en Abc, donde María Jesús Cañizares, en un arrabal del periódico dedicado al salón de los teléfonos celulares, explica la historia titulada: "El separatismo obliga a Samsung a retirar una foto taurina". Toros, independentistas, una compañía coreana (creo) y el fin de semana en Barcelona, sigue, sigue, no pares, retuitéame. Tiene todos los ingredientes para arrasar. Escribe Cañizares:

"La presión independentista catalana ha obligado a la firma Samsung a retirar una imagen taurina con la que anunciaba su presencia en el salón tecnológico internacional Mobile World Congress, que comienza el próximo lunes en Barcelona. La empresa había utilizado la imagen de un toro para anunciar que explicaría los detalles de su nuevo procesador Infinity en este congreso. Sin embargo, las redes sociales comenzaron a hacerse eco de las protestas de numerosos activistas del secesionismo. (...) Samsung retiró la campaña y aseguró en un comunicado que «nosotros respetamos los derechos de los animales» y «pedimos disculpas a todos los que puedan haberse ofendido»".

Impresionante. No menos singular resulta la aportación al asunto catalán de Jordi Barbeta, en la que la noticia es la fijación del cronista en la figura de Emili Cuatrecasas. Entre el meandro y el laberinto. Barbeta titula "Cambiar de estatus para esto" y comienza así: "El abogado Cuatrecasas, que sueña con que Cataluña y España se entiendan en paz, le pidió el martes al presidente [autonómico] Mas que concretara 'cómo será lo que vendrá'. Lo que supone admitir que vendrá algo distinto de lo que hay y que si se explica la gente podrá hacerse una idea de lo que le conviene".

Pues se da la circunstancia de que el abogado Cuatrecasas es de la peña del conde de Godó, de los del puente aéreo y las cenas discretas con ministros, validos y príncipes, de la Iglesia incluidos. Y además, que lo que Barbeta parece querer decir es otra cosa. "Lo más interesante de la presentación de Tributs de Catalunya no es que la red se vaya a convertir quién sabe cuándo en la Administración Tributaria Catalana, sino la propuesta de cambio de filosofía en el sistema fiscal". Esto y que Mascarell se ha puesto a pensar, paren rotativas. Literal:

"El compromiso político de Artur Mas es lograr un cambio de estatus de Cataluña. El vínculo lo fía al resultado de la consulta, pero sea cual sea el estatus que se decida, es imprescindible conocer de antemano qué va a cambiar y por qué para saber si vale la pena. No sólo la fiscalidad, también el modelo educativo, el proyecto cultural, el plan industrial, el sistema energético, la sanidad, la agricultura, el plan de infraestructuras... Nada de atar los perros con longanizas, sino imaginar el país nuevo que se pretende construir. Consta que el consejero Mascarell, acostumbrado a pensar, está escribiendo sobre ello, mientras el Consell de la Transició sigue elaborando informes. A ver qué dicen".

A ver qué dicen, sí, sobre todo Ferran "acostumbrado a pensar" Mascarell.

Del resto destaca la declaración de la Infanta Cristina, la transcripción del interrogatorio judicial, que excita la numerología como ciencia informativa. Los diarios se obsesionan con el dato, como si el número de veces que la infanta se hizo la sueca fuera un veredicto de culpabilidad. Sí, culpable, y de amor rendida. En La Vanguardia, José María Brunet y Ernest Carranza echan cuentas: "La expresión 'no sé' aparece hasta 412 veces en las respuestas de la hija del Rey". En El País, a Andreu Manresa le salen hasta 533 "expresiones evasivas". En El Mundo coinciden con La Vanguardia en el 412. Sin embargo, a Federico Jiménez Losantos le salen otras cuentas, puras matemáticas:

"La infanta que casi se ofende y que puede ofendernos, sin casi, eludió contestar al juez 579 veces, según el minucioso recuento hecho ayer por El MUNDO: 412 «no sé», 82 «no lo recuerdo», 58 «lo desconozco», 7 «no me consta», 7 «no lo sabía» y 7 «no tenía conocimientos». El problema es que la soberbia de la infanta es superior, si cabe, a su codicia, y por eso casi se ofende ante el juez. Exactamente, dijo: «nunca hubiese aceptado que se me hubiera utilizado como escudo fiscal, nunca»; «no, ni lo hubiera aceptado, ni me consta, casi me ofende, Señoría»".

El ambiente está en la crónica de Manresa en El País: "El instructor interrogó y exhibió documentos, preguntó sobre todas las pistas, personajes, facturas y correos electrónicos de relevancia que constan en los más de 27.000 folios de la causa. Requirió a la hija del Rey qué papel tuvo don Juan Carlos, su padre, en distintos proyectos y contactos de patrocinio deportivo de las entidades de Urdangarin; también indagó sobre hipotéticas gestiones del Príncipe a favor de su cuñado ante un empresario. 'Yo con el Rey he hablado de temas de vela, (...) pero nada que ver con ninguna organización de ningún tipo de nada', recalcó Cristina".

Continúa Manresa:

"El instructor se dirigió a la infanta como 'señora', 'usted' o 'señora de Borbón'. En sus respuestas, ella blindó al Monarca de todo conocimiento de los asuntos polémicos: 'No hemos hablado nunca de las actividades de Nóos'. José Castro quiso saber cómo la Zarzuela apartó, teóricamente, en 2006 a Urdangarin de sus negocios desde el Instituto Nóos. La Infanta contestó que el duque debía irse de los negocios con instituciones 'por razones estéticas y de imagen, para evitar malas interpretaciones, pero no más'".

Francisco Granados, del PP, ya no es senador. El Mundo le sacó una cuenta en Suiza en portada el miércoles. Ayer lo despellejaban sus compañeros en estudios y platós. Él dijo que lo de ser senador es un mojón, que a él no le hace falta y que tiene trabajo en un banco de inversiones francés. Ahí es nada. Parece el Recio, que no limpia pescado.

En La Razón, Toni Bolaño escribe el obituario de David Taguas, que titula "Un hombre que no dejaba indiferente". El economista que dirigió la oficina económica de Zapatero en Moncloa falleció ayer de un infarto, con sesenta años. Acababa de publicar el libro Cuatro bodas y un funeral, un título de película para un texto de economía. Bolaño coincidió con Taguas el viernes, en la tertulia de Antena 3, con Marhuenda y Cristina de la Hoz. Se conocían bien y se encontraban mal, ambos. Bolaño cuenta que él se ha salvado por los pelos, que al salir de la tertulia también se sentía indispuesto, que acabó en el hospital y que gracias a doctores, enfermeras y celadores lo puede contar. "David Taguas tuvo peor suerte. La vida no le avisó. No llamó a su puerta. No tuvo esa segunda oportunidad. Era un hombre brillante que se entregaba en cuerpo y alma a su trabajo, a sus ideas y a sus convicciones. Sin embargo, se olvidó de él mismo. Nos ha dejado joven pero su obra nos acompañará", escribe Bolaño en el sentido pésame y homenaje.

21 de febrero, San Pedro Damián, obispo de Ostia. Predicó a favor de la austeridad monacal y la contemplación.