Un hombre mira su teléfono móvil / PXHERE

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Vida

"Compartir un vídeo sexual da la misma sensación de impunidad que la violencia en grupo"

Thuy Nguyen explica que mostrar conductas privadas a través de las redes sociales hace que uno olvide que puede convertirse en víctima de esa exposición

2 junio, 2019 00:00

A raíz del suicidio de una trabajadora de Iveco el pasado sábado tras la difusión de un vídeo sexual en el que aparecía, se ha producido una reacción en cadena que condena los hechos y algún que otro comentario que ha levantado ampollas. Uno de los que más repercusión ha tenido ha sido el del torero Francisco Rivera, tras manifestar en el programa Espejo Público que "no se pueden grabar vídeos de ese tipo" y que los hombres no son capaces de tener un contenido así en su teléfono y "no enseñarlo", tras lo que pidió a las mujeres que no mandasen las imágenes.

Como respuesta, muchas activistas han recordado el estigma que pesa sobre la sexualidad femenina, y alguna incluso ha ido más allá, como Maria Llopis, que ha confesado que en un portal web está disponible una grabación en la que aparece "teniendo sexo". Pero, ¿qué lleva a alguien a difundir ese tipo de contenidos? "La sensación de impunidad que diluye la responsabilidad sobre el hecho, igual que cuando se producen actos de violencia en grupo. Este es uno de los motivos que favorece que ese tipo de prácticas se lleven a cabo", cuenta Thuy Nguyen Vo, a Crónica Global.

Múltiples causas

Esta doctora en Psicología, especialista en delincuencia sexual, explica que no se puede hablar de una sola causa. "En el caso de Iveco, parece, desde el desconocimiento, que uno de los componentes es la venganza de la expareja producida por el rechazo", sostiene.

"Puede tener que ver con una situación de acoso como un medio de degradar a la víctima. Pero puede haber muchos motivos por las que una persona decide distribuir este tipo de imágenes, también depende del tipo de relación que tenga con la víctima. Las motivaciones pueden ser varias: como una manera de humillar; enmarcada en una situación de violencia de género, o como una normalización de la sexualidad o de los actos privados al ámbito público", señala. 

"Se diluye la responsabilidad"

Nguyen apunta que, sobretodo entre los jóvenes, "se diluye la responsabilidad". ¿El anonimato de las redes sociales contribuye? "Exacto. Además, pueden obtener un refuerzo por parte de aquellas personas que han recibido la imagen y se va retroalimentando a la persona distribuidora”, sostiene. "Es una cuestión totalmente educacional, claro que las leyes intentan regular este tipo de comportamientos, pero si queremos prevenir y evitar que se produzcan, tenemos que trabajar en prevención primaria: llegar a los más jóvenes. Una vez se ha producido el hecho, a parte de la respuesta legal, cuando se ha entendido que es un problema y no una situación aislada, también se debe intervenir sobre estas personas", subraya. 

¿Falta educación sexual en los colegios? "Sí, de hecho, uno de los principales problemas que nos encontramos ahora es que conductas o prácticas que antes se limitaban a lo privado, ahora se hacen públicas. Faltaría también mucha educación respecto al buen uso de las nuevas tecnologías, y proporcionar estrategias de prevención y protección de estas personas que son potenciales víctimas y estrategias de prevención para potenciales agresores o abusadores", cuenta. 

Vídeo sexual

¿Difundir un vídeo sexual es un delito? "Depende, siempre hay que tener en cuenta qué actores hay implicados. La violencia sexual puede estar enmarcada en una situación de violencia de género. En este caso, teniendo en cuenta que el actor es la expareja de la víctima, encuadraríamos esta violencia sexual en una situación de violencia de género. No obstante, eso no quiere decir que en situaciones aisladas, cuando los que distribuyen las imágenes no tienen vinculación con la persona, pero lo hacen sin su consentimiento, sí que estemos hablando de violencia sexual”, sostiene. 

A pesar del endurecimiento de la ley, ¿existe una sensación de impunidad entre la sociedad al difundir ese tipo de imágenes? "Creo que falta mucha sensibilización en ese sentido, precisamente porque estamos normalizando todo tipo de conductas privadas, por ponerte un ejemplo, compartir lo que comemos en redes sociales. Hemos normalizado tantas conductas que no nos damos cuenta de que una persona se está exponiendo y la puede convertir en una potencial víctima, y esa percepción no existe todavía”, sostiene, “de la publicidad del ámbito privado”.

Violencia sexual en las redes

¿Ser mujer supone una penalización añadida? "Sí se ha comprobado que las niñas tienden a ser más victimizadas a través de estos medios que los chicos. Eso no quiere decir que no se den casos entre niños, pero sí que es verdad que en casos de violencia sexual a través de las redes, hay una proporción muy importante de mujeres jóvenes”, explica. ¿La sexualidad de la mujer sigue siendo un tabú? "Alrededor del 90% de los autores de estos delitos son hombres, y de víctimas, un porcentaje elevado son mujeres, pero hablamos de adultos. Lo que sí que ocurre es que la violencia sexual hacia menores de edad, hay un porcentaje significativo en que las víctimas son chicos; alrededor del 20%". 

“Creo que una parte importante sí tiene que ver con el género, pero no debemos olvidar que la violencia sexual tiene que ver con víctimas vulnerables y con un ejercicio de poder que puede ejercer tanto un hombre como una mujer”. No tiene que ver con el género, sino con la víctima, sostiene esta especialista.

Gestión de la frustración

¿Quién lleva a cabo este tipo de comportamientos? "Los perfiles son muy diversos. Pero, probablemente, exista una incapacidad muy notable de gestión de la frustración, y pocas habilidades en este sentido para solucionar los problemas interpersonales, que evidencian el uso de estrategias inadecuadas para poder abordar el problema. Pero no existe --todavía-- un perfil concreto", sostiene.

¿Una persona que muestra ese tipo de conducta necesita tratamiento? "Debemos pensar en cada caso concreto, pero si ha llegado a ese tipo de comportamiento, es probable que algo haya fallado en el proceso de toma de decisiones. Hay que ver qué ha sido y cuál es el siguiente paso. A veces ser descubierto y que se produzca una sanción puede ser suficiente, en algunos casos", apunta.

Endurecer penas no es la solución

¿Qué se puede hacer para que las personas sean conscientes de que es una conducta inadecuada? "Respecto a la parte legal, el hecho en sí ha de ser punible, pero un endurecimiento de la pena no implica una revisión de la conducta-problema. Esto está demostrado científicamente. Hay países en los que las penas son muy duras, y aún así, la tasa de delincuencia no ha disminuido", explica Nguyen. 

¿Qué es necesario? "Sensibilización, educación primaria, secundaria en grupos de riesgo, y dotar de herramientas a personas que son potenciales agresores o autoras de los hechos, pero también a las víctimas. El endurecimiento de la condena, que no niego que esta conducta sea sancionable, no suele ser la medida más efectiva o eficiente para poder reducir este tipo de comportamientos. Pasa por la educación, por la intervención psicológica y por la prevención”, concluye.