Imagen de un campo sembrando de colza / EFE

Imagen de un campo sembrando de colza / EFE

Vida

La España amarilla

La siembra de colza (la desdichada olegaminosa) bate récords por la bonanza climática y alta rentabilidad

14 noviembre, 2021 18:06

Podría ser el título de una novela o una  singular concesión sanchista a los indepes por el apoyo a los Presupuestos.  Pero, no. Los agricultores han batido el récord de siembra de colza (Brassica napus), por las excelentes condiciones climáticas y de rentabilidad. Y el campo español se inundará como nunca esta primavera de su amarillo chillón.

Según datos oficiales provisionales, la superficie destinada a  esta planta olegaminosa ha crecido este año más de un 20% en las comunidades productoras. El aumento se suma a otro similar en 2020, hasta alcanzar un 1.200% en los últimos diez años.

Hasta en los caminos

“Este año se han sembrado de colza hasta los caminos. Parece que algunas casas se han quedado sin semillas», proclama Jesús Posadas, presidente de Acor, la cooperativa agrícola española más importante de Castilla y León, comunidad que lidera la producción.

Algo parecido ha ocurrido, según Asaja y otras organizaciones agrarias, en Castilla-La Mancha, Andalucía y territorios volcados con la encendida planta amarilla. Se espera, a partir de marzo, una alfombra áurea de fotos y más fotos que superará las 90.000 hectáreas, equivalentes a otros tantos campos de fútbol como el Camp Nou.

Rentable incluso después

El cultivo de colza, con una producción de  más de 208.400 toneladas en España durante 2021, se ha convertido en seria alternativa al cereal en la Rioja y provincias de la Meseta, Galicia, País Vasco, Andalucía y Cataluña.

La explotación da menos kilos por hectárea, pero ha convencido a los agricultores porque su semilla es más barata, tolera mejor los rigores de las sequías y fríos de última hora, permite el uso de la misma maquinaria… y cada año se paga mejor. Subvencionada con unos 80 euros por hectárea, en la pasada cosecha el precio rondó los 505 euros por tonelada, 200 más que la campaña anterior.

Los expertos explican que la colza mejora la estructura del suelo porque tiene una raíz pivotante. Esto es importante de cara a meterla en la rotación de cultivo de las explotaciones. Oxigena y nitrogena la tierra aumentando el rendimiento en más de un 10% durante el siguiente cultivo.

Contras y recelos

Cierto que también tiene sus requisitos.  Necesita más abonos, control y cuidados que el trigo o la cebada. La Política Agraria de la UE (la famosa PAC) también es más exigente. Prohíbe algunos herbicidas y pesticidas que se utilizan en otras partes del mundo, y si un profesional tiene más de 15 hectáreas ha de contar como mínimo con tres cultivos diferentes.

Este boom lucha por superar el macabro recuerdo del producto adulterado, que envenenó hace 40 años a 20.000 personas y ha causado 5.000 muertes. Aunque nunca tuvieron ninguna culpa ni los agricultores ni la colza en sí.    

Aceite sin demanda

Pero sigue frenado aquí el consumo de aceite, considerado cardiosaludable, bajo en grasas saturadas, rico en vitamina E, omega 3 y antioxidantes, y presente en las mesas de toda Europa.

En España se incluye o camufla como aceite vegetal, sin especificar, en la elaboración de bollería, mayonesa o platos preparados. Hasta los ganaderos tienen reparos para utilizarlo como pienso. La fabricación de biodiesel es su uso mayoritario.

Tragedia sin precedentes

Hace un par de semanas, las víctimas del aceite tóxico han vuelto a los titulares, con protestas ante el Congreso de los Diputados y en el Museo del Prado. El objetivo era denunciar su situación de “olvidadas y humilladas” por las administraciones, según la plataforma  que los agrupa bautizada dramáticamente como Seguimos viviendo.

Familias enteras sufren todavía las secuelas del mayor caso de envenenamiento masivo de la historia de España. El Síndrome del aceite tóxico  o Síndrome Tóxico, como fue bautizado, se detectó en la primavera de 1981, con una democracia recién nacida que se tuvo que enfrentar a una crisis sanitaria hasta entonces sin precedentes y de la que, al principio, no se sabía nada.

Secuelas permanentes

Cuatro décadas después, solo un hospital, el 12 de Octubre de Madrid, cuenta con dos salas precarias para atenderlos. Los Presupuestos Generales el Estado de 2021 incluyen para ellos una extraña partida de créditos de 27,5 millones de euros.

Las secuelas de aquella epidemia, tremendos dolores y pocas alternativas para mantener una vida digna, no han desaparecido. Muchos no tienen pensiones. Siguen viviendo de promesas. Nunca les ha recibido un presidente del Gobierno. A ver si Pedro Sánchez...