Vida

Coll rebate a Terribas en 'El País' en el día mundial del editorial

El director de La Vanguardia saluda y avala la "third way" del Financial Times. En Madrid, Ussía llama "tonto institucional" al presidente del Congreso por presentar un libro de Alfred Bosch.

7 mayo, 2014 09:50

Un editorial a la hora del desayuno puede ser una experiencia catastrófica o una casi imperceptible señal de que no todo está perdido. Los editoriales se diferencian de las editoriales en que son textos sin firma de carácter dogmático y no compañías dedicadas a la publicación de libros. El género aún goza de un cierto predicamento, como el segundo canal de la televisión española. En las discusiones políticas se invocan como si fueran verdades reveladas tras horas de profundas deliberaciones en el seno de un consejo de redacción de emergencia. Esto se debe, sin duda, a que casi nadie se toma la molestia de leérselos enteros. De lo contrario su valoración oscilaría entre la credibilidad de los horóscopos y la fiabilidad de las previsiones meteorológicas. Sea como fuere, se dice editorial de El País, del Abc o de La Vanguardia y hasta quienes hablan de "la" editorial elevan las cejas como si lo que viniera a continuación fuera una canela fina inédita de Anson y les interesara muchísimo.

Aunque no sea para tanto, la brocha se desliza mejor por la mejilla si la matraca radiofónica matinal alude a un editorial, ya sea después de abordar la última ñoñería de Elena Valenciano y el repaso de los "hastags" del día. Si hasta en los periódicos se comenta una pieza editorial en concreto es imposible no esbozar un tímido intento de sonrisa y reparar en que tal vez no pasó el tiempo en el que los editoriales se leían y se cedía el asiento a las personas grandes. Y si ya el editorial es de un periódico inglés, la magdalena se hace mufin y el café se torna té, con una nube de leche descremada, "darling".

Esta es la cara buena de los editoriales, que obligan, aunque sea por saber de qué va la vaina, a detenerse en el título, que más que un título suele ser el enunciado pelado del tema, en plan "El caso catalán" o "Baja el paro", y a aventurarse en diagonal por un manglar de frases subordinadas y adjetivos ditirámbicos o tremebundos, según sea la cosa a favor o en contra.

El editorial en cuestión es del Financial Times, poca broma y en todos los periódicos de aquí y de Madrid se trata del mismo editorial. En la capital de España se subraya que el FT considera que la independencia sería un "grave error". En Barcelona, que el FT insta a Rajoy a negociar y que hay que apostar por la tercera vía. El FT, por su parte y además, considera que CiU tiene razón al hablar de desequilibrio fiscal y que Cataluña necesita más autonomía.

Para el consejero portavoz, Francesc Homs, está clarísimo, de ahí que recomiende a Rajoy la atenta lectura del dicho editorial. En la prensa, quien más empeño pone en subrayar las virtudes, bondades y excelencias del tema es Màrius Carol, que dedica su carta a glosar la prosa del FT. Ya lo dijo La Vanguardia que lo había dicho Duran Lleida. Escribe el director del diario de Godó: "¿Qué propone el diario londinense? Pues que Rajoy negocie más autogobierno, tomando como eje un nuevo acuerdo fiscal, tras el rechazo del Parlamento a la consulta que plantea Artur Mas. El periódico afirma que la independencia sería un error y que para evitar la colisión frontal, resulta imprescindible encontrar una tercera vía (third way)".

La otra cara del editorial del Financial Times es la que subrayan PP y Ciudadanos, el alto coste de la propaganda rupturista en la prensa extranjera, puesto que no a otra cosa atribuyen que el FT se dedique al proceso en vez de ocuparse de las peripecias del grupo terrorista Boko Haram. Lo cierto es que uno de los altos cargos del FT, David Gardner, también forma parte de una cosa llamada "Institute For Integrated Transitions", (IFIT) no confundir con la Fundación del Coche Fantástico. Total, que en IFIT, Gardner comparte inquietudes con los propietarios de "Independent Diplomat", que son los asesores diplomáticos de la Generalidad cuyos honorarios son un misterio mayor que las caras de Bélmez y la financiación de la Assemblea de Forcadell. Conclusión: que sí, que el FT internacionaliza el proceso y que pagando, hasta San Pedro canta.

El valor del editorial reside en que es una carta abierta de Mas a Rajoy, la manera que tiene el primero de comunicarse con el segundo, por un correo certificado desde Londres en el que se fija la posición de partida, el pacto fiscal. ¿Significa que Mas estaría dispuesto a renunciar a la consulta? Todo lo contrario, habría consulta para certificar (o no) el enjuague financiero. Y luego plebiscitarias, etcétera, etcétera. Un callejón sin salida que el FT no explora por falta de espacio o, en términos publicitarios, módulos.

El nacionalismo está encantado con el editorial y no puede disimular su alborozo. Se dota al FT de una gran carga simbólica, mucho mayor que la que puedan tener los informes de la factoría Margallo. Los periódicos dicen que Exteriores ultima otro documento sobre la inviabilidad internacional de la independencia desde la perspectiva de la ONU. Vamos, que Margallo sigue centrado en la parte exterior de la política interior pese a que la portavocía para asuntos catalanes habría pasado a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría.

La euforia de Homs estaría más justificada si, en vez de un editorial del FT, el proceso hubiera obtenido un mínimo aval en Bruselas. El prestigio del diario londinense no es incompatible con su acento anticomunitario, cosa que contrasta con la supuesta vocación europeísta del frente indepe, CUP y Forcades al margen. Por otro lado, están las lecciones de la historia. Joaquim Coll, historiador, articulista y promotor de Sociedad Civil Catalana, ocupa hoy una página entera de opinión en El País para hablar de ello:

"Es muy ilustrativo de lo que quiero explicar un extenso comentario que realizó la periodista Mònica Terribas en su programa matinal de Catalunya Ràdio del pasado 28 de marzo. Tras reseñar una entrevista al filósofo francés Sami Naïr, centrada en analizar la posición de Bruselas y de las cancillerías europeas ante la consulta soberanista, afirmó que sus conclusiones nos devolvían ni más ni menos que a la Barcelona de 1714: tampoco ahora Cataluña puede esperar nada de la Europa más avanzada. Si en el pasado los aliados ingleses, holandeses y austriacos se desentendieron del Principado una vez que el conflicto dinástico español dio satisfacción a sus múltiples intereses territoriales, comerciales y coloniales, tampoco esta vez 'las tropas democráticas de las potencias europeas acompañarán a los catalanes en su proceso', sentenció Terribas".

Los ingleses es lo que tienen, que si te he visto no me acuerdo, razón por la que no se cortan a la hora de hacer calvos en Salou o desparramarse por la Sagrada Familia. Dice más Coll:

"Sin embargo, la idea de fondo que acompaña esta resignada afirmación de resonancias bélicas es que el proceso soberanista ha de seguir adelante, pase lo que pase, y que la consulta se ha de hacer arriesgando lo que sea. Tres siglos atrás, los elementos más radicales impusieron una resistencia numantina, acompañada de un enorme fervor religioso, confiando en que el escenario internacional cambiaría y, en el último momento, los ingleses vendrían en socorro de la Barcelona sitiada y obligarían a Felipe V a alcanzar un acuerdo que salvara las Constituciones del Principado. Pero eso no sucedió, entre otras razones porque los austracistas catalanes no fueron más que un peón de una guerra internacional. Pero ahora, razona Terribas y con ella muchos independentistas, 'las tropas democráticas de las potencias europeas' no podrán desentenderse si los catalanes perseveran hasta el final".

Después del análisis de actualidad, Coll adopta el tono de su oficio:

"Sin duda no podemos olvidarnos de algunas de las precondiciones favorables al austracismo, como la fuerte galofobia por la pérdida del Rosellón en 1659 y las interminables incursiones bélicas francesas sobre Cataluña de las décadas anteriores. Tampoco de los precipitantes sin los cuales tal vez nada se hubiera desencadenado, como el pacto de Génova suscrito por un pequeño núcleo de propietarios de la Plana de Vic con Mittford Crowe, enviado por la reina Ana de Inglaterra para empujar a los catalanes a rebelarse contra Felipe V. Pero lejos de una victoria rápida, el curso de la guerra en España se complicó enormemente y, en 1711, el inesperado acceso del archiduque al trono del Sacro Imperio imprimió un giro radical a los acontecimientos. Al final, el Principado se quedó solo luchando por salvar sus fueros y Barcelona se negó a capitular hasta el 11 de septiembre de 1714. Sin duda esta es una historia deplorable: se arriesgó mucho para ganar poco y al final se perdió casi todo. Si alguna lección podemos extraer del Tricentenario es que la apuesta austracista fue tan equivocada como innecesaria, cuyo componente oportunista no podemos obviar desde la historiografía ni pretender justificar".

A falta de noticias frapantes, los diarios hablan del paro, de que el TC ha tumbado el euro por receta de la Generalidad, de la encuesta del CIS que apuntalaría el bipartidismo con ventaja para el PP, de un nuevo detenido en el trinque del AVE, del secuestro de niñas y jóvenes por los islamistas de Nigeria, de la renovación de Messi y El Punt Avui de la hacienda catalana, otro hecho consumado.

En opinión, además del mentado Coll, destacan tres clásicos. Como el que avisa no es traidor, advierto a los lectores (si los hubiere) partidarios del derecho a decidir, de las drogas blandas y de lo políticamente correcto que los tres clásicos son Federico Jiménez Losantos, Alfonso Ussía y Luis Racionero.

Jiménez Losantos, en El Mundo, escribe sobre los gustos musicales y revolucionarios de la candidata europea del PSOE, Elena Valenciano:

"Por lo general, los políticos son tan de carril, tan previsibles, que lo único que puede sorprendernos es su ingenuidad. O su fatuidad, que les lleva a proclamar como hechos notables, sólo por ser suyos, bobadas y banalidades. Es el caso de Elena Valenciano, que ha revelado como hitos de su evolución ideológica a Jesucristo, el Che Guevara y Felipe González. Por este orden, ojo. En una chica de familia rica y mediana edad, el paso del catolicismo a la izquierda es de cajón. Desde Francisco García Salve, el famoso Cura Paco, que pasó de escribir en los años 60 El diario de un muchacho de preu -libro conmovedor sobre la difícil relación entre las hormonas y la vocación sacerdotal- a fiero estalinista, los ejemplos son abundantísimos. También, aunque menos, se da la evolución del Rojo o el Vicio a la Cruz, véanse Fabio MacNamara, Bettie Page o Leonard Cohen, que pasó de la Torá a monje budista y retornó al laicismo arruinado por su representante. Vamos, como si Pablo se subiera al caballo de Saulo. Al lado de Cohen, lo de Valenciano se queda en la clásica venta de la burra. Dice que descubrió a Jesús en Jesucristo Superstar; ah, y a Magdalena, 'tan orillada por la historia oficial'. Pues que nos la desorille la cristóloga".

Siguiente escalón, Ussía en La Razón sobre el libro de Bosch, Rosa Díez y Jesús Posada, el presidente del Congreso. El artículo se titula "Tonto institucional", que no es otro, según el autor, que Posada. Escribe: "El tonto institucional puede perfectamente ser muy listo en su casa. Un tonto institucional es todo aquel político que, por complejos de inferioridad, intereses o amistades, pone en peligro la dignidad de la institución que representa con decisiones incomprensibles. Es decir, que es un tonto discrecional, exclusivamene tonto en su despacho, pero con amplias posibilidades de redención durante los fines de semana. (...) Lamento escribirlo. Es persona cordial y con buenos resultados de gestión en su pasado político. Pero don Jesús Posada se ha comportado como un tonto institucional. El Congreso de los Diputados no puede ser el escenario de la presentación de un libelo separatista aunque su autor sea diputado. El Congreso de los Diputados no está para esas cosas. Y en el caso de que lo estuviera, el libro del diputado separatista no merece ser presentado por su Presidente. Buenismo mal entendido, complejo estallante de inferioridad o simple majadería". A Rosa Díez la llama "plumero" por participar.

El postre es de Racionero. Sostiene en La Vanguardia: "Nuestro humor es o bien negro o bien de grano grueso, como diría Pla, o lo que es peor, teñido de una dosis de mala leche que lo convierte en sarcasmo, que es el humor agriado por el mal humor. José Bergamín padre era muy feo. Un día lo increparon en las Cortes: 'Su señoría tiene dos caras'. '¿Usted cree que si yo tuviera otra cara vendría con esta?'. Es una lástima que este sentido del humor no abunde en las formaciones políticas y partidos españoles. Tendríamos entonces no sólo una lectura más agradable de la prensa diaria, sino también una cierta dosis de humanidad, incluso de bondad, que el humor introduce inevitablemente en las relaciones humanas".

7 de mayo, San Juan de Beverley. Según Santopedia: "En Beverley, Northumbria, San Juan, obispo de Hexam, y después de York, en Inglaterra, que unió el trabajo pastoral a la oración en soledad".