El 'cohousing', con larga tradición en otros países europeos, ya es una realidad en Cataluña / COHOUSINGLAB

El 'cohousing', con larga tradición en otros países europeos, ya es una realidad en Cataluña / COHOUSINGLAB

Vida

'Cohousing': la convivencia colaborativa ya es una realidad en Cataluña

Compartir intereses y valores es la base de este sistema, en el que un grupo de personas decide dónde, cómo y con quién vivir manteniendo la privacidad con espacios comunes adaptados a sus necesidades

8 julio, 2019 00:00

“Buscamos personas interesadas en crear su propia casa con jardín y espacios compartidos. Una comunidad cuyos valores estén articulados entorno a los animales, la música, la sostenibilidad y el respecto al colectivo LGTBI”. Pep y Guillem definen así su nuevo proyecto vital, convencidos de que otra forma de convivencia es posible. Y para ello, han recurrido al cohousing, donde un grupo de personas decide dónde, cómo y con quién vivir.

Con una larga tradición en otros países como Dinamarca y Holanda, este sistema comienza a ser una realidad en Cataluña.

Proyecto de comunidad para personas con esclerosis múltiple / COHOUSINGLAB

Proyecto de comunidad para personas con esclerosis múltiple / COHOUSINGLAB

“Hace años que somos urbanitas, ahora vivimos en el barrio de Gràcia, pero desde que tenemos los perros --dos preciosos Jack Russell-- nos planteamos otro modelo que nos permita convivir con amigos o con personas que compartan nuestros intereses. Una amiga francesa nos habló del cohousing. Ya sabemos lo que es pagar una hipoteca, pero este sistema ofrece precios muy por debajo del mercado”, explica Pep a Crónica Global.

En lugar de acudir a una inmobiliaria, esta pareja contactó con Cohousing Lab, que forma parte del vivero de empresas de Barcelona Activa, empresa dependiente del Ayuntamiento de Barcelona. De esta forma contribuyen a desmercantilizar el acceso a la vivienda.

Uno de los proyectos de Cohousing Lab es el impulsado por la Cooperativa aflorEM, creada por personas afectadas por la esclerosis múltiple, consistente en la creación de once apartamentos completamente adaptados a sus necesidades específicas. La localidad elegida por este grupo fue Badalona, por la proximidad de los servicios y de las actividades que los integrantes realizan actualmente.

Aquí fue muy importante la elección de un solar en un entorno con relieve plano. Sus servicios comunitarios incluirán gimnasio con fisioterapia y piscina climatizada para ejercicios, un espacio para el cuidador, lavandería, aparcamiento para las scooters, jardín y dos terrazas. Todo ello sobre una superficie de 1.320 metros cuadrados de obra nueva.

Anuncio de la comunidad que proyectan Pep y Guillem

Anuncio de la comunidad que proyectan Pep y Guillem

Pep y Guillem tienen muy claro lo que quieren, Y ahora hace falta encontrar a otras personas que compartan su proyecto. La idea es buscar una zona, preferiblemente en el área metropolitana de Barcelona“, a diez minutos de una estación de tren y que ésta contecte con Plaza Cataluña en 20 minutos. En eso queremos ser prácticos”. El proyecto incluiría ocho viviendas de unos 75 metros cuadrados con espacios comunes, como un estudio de grabación, jardines o lavandería. Un lugar, en definitiva, donde hacer música a cualquier hora, sin quejas vecinales, y donde las mascotas nunca estén solas.

También 'coworking'

“Somos trabajadores autónomos, y por eso creemos que en esta comunidad podemos crear también un coworking, donde poder grabar música o ensayar sin molestar a nadie, sean a las 11 de la mañana o a las 11 de la noche. Y si te vas de vacaciones, que los vecinos se queden con tus perros”, añade. Algo muy parecido se intentó en L’Hospitalet de Llobregat, donde un grupo de artistas se planteó crear un cohousing en una nave industrial en la que, además, se pudieran organizar exposiciones. Pero el proyecto no salió adelante.

Pep y Guillem calculan que el precio por propietario en su comunidad serán unos 175.000 euros. La entrada, a pagar en 2020, alcanzaría los 40.000 euros. Cohousing Lab, experta en dinámicas de grupo, se encarga de poner orden a todo ello gracias a su equipo de arquitectos, abogados e ingenieros.

“En realidad, no se trata de ningún invento. Mi familia tiene una casa en un pequeño pueblo del Pirineo que se remonta al siglo XV, donde todos los vecinos se abastecían de pan de un mismo horno”, explica Pep.