Caso club erótico de Barcelona: violencia y gas pimienta. El precinto del local de estriptís Dollhouse Showgirls vino precedido de al menos dos ataques violentos que añaden un halo de dudas y misterios sobre el posterior cierre del espacio por parte del Ayuntamiento de Barcelona.
Preguntado por la cuestión, D.H., propietario de los locales Divas y Diamonds de Sarrià, negocios desde los que el administrador de la sociedad explotadora interpuso la denuncia iniciática que propició el cierre del Dollhouse, se ha vuelto a desvincular de la misma. "Se trata de una guerra en la que yo no tengo nada que ver. Probada hay una denuncia por usurpación de personalidad interpuesta por mí con fecha en enero. Me han mezclado con esto y no es de mi interés. Cuando adquirí la sociedad a la que el administrador denunció, ésta era una mercantil vacía. No tenía actividad. Así que no sé qué hizo el antiguo administrador", ha argumentado el empresario.
Dos ataques
Cualquiera que fuere el inicio del expediente, también está probado que el local de estriptís clausurado ha denunciado al menos dos ataques. Uno de ellos habría ocurrido el pasado 28 de febrero. Aquella noche, de madrugada, tres individuos entraron en el local y uno de ellos se dirigió al baño. Allí, vació un espray de gas irritante que obligó a desalojarlo. El trío huyó tranquilamente del negocio con los rostros cubiertos con prendas que portaban de casa.
Denuncia formulada por la propiedad de Dollhouse por un ataque con gas irritante / CG
Un día después, un desconocido atacó la puerta del Dollhouse con un bote de pintura blanca. Se acercó a la puerta y arrojó el cubo sobre un empleado, dejando impracticable la entrada. Después, huyó a toda prisa. Todo ello está denunciado ante los Mossos d'Esquadra, según el escrito al que ha tenido acceso este medio.
Acoso o deudas
Según quien responda, las versiones sobre los ataques previos al precinto del Dollhouse Showgirls son diametralmente opuestas. "Tenemos a veintidós empleados y somos uno de los clubes favoritos para los turistas en Barcelona. El negocio marcha bien y se ajusta a la ley. Alguien, celoso de nuestra actividad, quiso hacernos daño y lo probó de varias maneras: con ataques físicos y una denuncia", ha manifestado la propiedad.
"Las agresiones se explican por las deudas de los propietarios del espacio con exempleados y proveedores", indica un directivo del sector del ocio para adultos. "Los dueños del Dollhouse manifestaron en una reunión pública que denunciarían al resto de burdeles. Ello le granjeó mala reputación", ha abundado otro directivo.
¿La verdad? La deberían aflorar policía y jueces cuando saquen las claves de las denuncias cruzadas.