Carles Pastor, el periodismo con rigor

Carles Pastor, el periodismo con rigor

Vida

Carles Pastor, el periodismo con rigor

Fallece a los 69 años uno de los periodistas especializados en política más honestos desde la Transición

10 noviembre, 2017 18:54

Carles Pastor, que murió en Barcelona el jueves a los 69 años, era uno de los periodistas más serios, limpios y rigurosos que han integrado esta profesión desde los años de la Transición hasta ahora. Especialista en política, con el corazón y las ideas a la izquierda, nunca en sus textos podía apreciarse el más mínimo sectarismo o la manipulación más obscena. Era consecuente, pero le horrorizaba el periodismo de camiseta o de trinchera que prolifera últimamente, a cuyos practicantes despreciaba intelectualmente.

Se formó en las escuelas francesas de Barcelona, estudió Historia Moderna y Contemporánea en la Universidad de Barcelona y se graduó en Periodismo en la Escuela Oficial de la Rambla. Empezó a trabajar en 1974 en Mundo Diario, el combativo periódico del Grupo Mundo, en el que estuvo hasta 1978. Ese año se incorporó al equipo fundador de El Periódico de Catalunya, al que volvió en 1998 tras haber ejercido de redactor y jefe de sección en la edición catalana de El País desde 1982 a 1998. En El Periódico se jubiló como subdirector en 2010, pero siguió colaborando hasta 2014 con artículos de política catalana y española, temática que también trató en Crónica Global, el último medio en el que apareció su firma.

Crítico con los políticos

Dentro de su especialización en la sección de Política, ejerció todas las funciones, desde redactor a cronista parlamentario, jefe de sección, redactor jefe o subdirector, y destacó asimismo como periodista de investigación. Fue, por ejemplo, uno de los periodistas que mejor informó del caso Casinos sobre la financiación irregular de Convergència. Muy crítico con los políticos, se preocupó de destapar sus contradicciones y sus incumplimientos.  “En conclusión, está por nacer el político que admita sin una pistola en el pecho que se ha equivocado”, escribió al final de su comentario en El Periódico sobre la intervención de Artur Mas en el debate de política general el 28 de septiembre de 2011.

Dotado de una bondad natural, Carles o Carlos, que de ambos modos le llamaban sus amigos, tenía también un fuerte carácter, un punto cascarrabias, sobre todo cuando descubría entre sus compañeros de trabajo o sus subordinados la falta de interés o la dejadez profesional. Su rigor y su seriedad eran tan acusados que no podía soportar la falta de profesionalidad.

Una herencia de talento

Entregado horas y días enteros a esta profesión esclava, su jubilación, lamentablemente corta (siete años), fue una liberación para él y para su mujer, Maite, la principal sufridora por las ausencias de Carles, pendiente siempre de la última reunión política y de las exigencias del cierre de la edición, Ya jubilado, cuando le preguntabas a qué se dedicaba, respondía que a la bolsa, a la bolsa del pan, a la bolsa de la compra, añadía con una sonrisa pícara.

Esa liberación y el orgullo por sus hijos David y Álex, cineastas de éxito en Estados Unidos y en España, donde han dirigido mano a mano dos largometrajes y una serie de televisión, llenaron sus últimos años de vida, truncada por un cáncer de pulmón que se le detectó hace menos de un año. Había sido un fumador incesante y  compulsivo hasta que consiguió dejar el tabaco con gran esfuerzo, pero, desgraciadamente, fue demasiado tarde.