“Nací en Calafell, Tarragona, hace 23 años, y no tengo la nacionalidad española. Llevo cinco años intentando obtenerla y no hay manera”, cuenta Safia Elaadam a Crónica Global. Esta estudiante de Filología árabe en la Universidad de Barcelona denuncia que para poder ejercer sus derechos como ciudadana, entre los que se incluye votar, le exigen hacer un examen por el que tiene que pagar más de 300 euros que, al sumarle las tasas, queda por encima de los 500.

“Me parece una tontería que tenga que pasar por ese trámite después de haber nacido aquí. Es abusivo. Fui al Registro Civil con mi partida de nacimiento, pero no fue suficiente”, critica. Safia solicitó una dispensa para no realizar la prueba hace más de un año, pero todavía no ha tenido respuesta. “¿Hay alguna solución para que los hijos de inmigrantes que hemos nacido en España podamos votar? Nadie da ninguna”, señala. Un periodo de espera que la mantiene en un limbo legal. “Estoy acabando la carrera y no podré opositar, se acercan las elecciones y no podré votar en mi país. Me da mucha rabia. Por eso he querido denunciarlo una vez más”, explica. ¿Cómo? “Pedí, a través de mis redes sociales, que todas las personas que estuviesen en la misma situación se pusiesen en contacto conmigo. No tenía esperanza de que lo hiciese mucha gente, pero he recibido cientos de respuestas. También de quienes, a pesar de no ser inmigrantes o hijos de inmigrantes, querían apoyarnos”, explica.

Ceder el voto

"Al principio lancé la campaña para denunciar la burocracia, el racismo institucional, y las dificultades para obtener la nacionalidad pese a haber nacido aquí. Quería contactar con personas que estuviesen en la misma situación que yo para poder organizar una protesta. Y fue cuando me dieron la idea de ceder el voto”, relata. Una iniciativa que, al principio, gestionaba ella misma a través de sus redes sociales y que, al verse desbordada --“no daba abasto, había muchísimas personas que se ofrecían y no podía ponerlas en contacto a todas”, narra-- creó la página web “votar es un derecho”. ¿Cómo funciona? “Una persona que puede votar deja que otra que no tiene este derecho escoja el partido”. Gente que no participa en las elecciones y que cede su papeleta a aquellos que no tienen la posibilidad de hacerlo. “Para demostrarlo pueden acudir juntos el día de las elecciones o se lo puede enseñar con una foto”.

Para dar visibilidad a esta campaña, Safia ha convocado una concentración el próximo 27 de abril a las 18:00 horas en la plaza Sant Jaume de Barcelona, donde se encuentran el Ayuntamiento y la Generalitat. 

"Un español no solo es blanco y cristiano"

“¿Por qué el Estado pone tantas dificultades? ¿Por qué me tienen que imponer un número de identidad extranjero si yo he nacido en este país? Y de manera obligatoria, porque si no lo tengo soy una persona ilegal”, señala. “Nada más nacer mis padres tienen que tramitarme el Número de Identidad del Extranjero (NIE). Deberíamos decir adiós a la tradición. Un español no es solo alguien blanco y cristiano. Puede ser de todos los colores”.

Safia Elaadam con el cartel de la concentración 'Votar es un derecho' / CG

Safia Elaadam  con el cartel de la concentración 'Votar es un derecho' / CG

“Calcula que hay personas que tienen tres hijos. ¿Tienen que pagar 1.500 euros? Hay mucha gente que no puede tener la nacionalidad porque no tiene ese dinero. ¿Por qué no puedo ir como una persona normal que va a renovar su DNI o su pasaporte porque quiere viajar?”, se pregunta. “Una persona que no haya estudiado nunca, y que lleve 30 años en España, como mi madre, si no puede hacer el examen, ¿no va a obtener la nacionalidad nunca?”, se pregunta esta activista. “Eso es lo que denuncio desde hace mucho tiempo”, relata.

Nacionalidad heredada

¿Cómo se obtiene la nacionalidad en nuestro país? Mediante el criterio de ius sanguinis, explica Safia, lo que significa que los niños la adquieren cuando alguno de los padres es español, independientemente de su lugar de nacimiento. También la obtienen los extranjeros si los adopta alguien español.  “En España la nacionalidad que tienes es la de tus padres. Si no tienes sangre española, tampoco la nacionalidad”, critica, “tienes que esperar un año y luego realizar diferentes trámites burocráticos”. ¿A qué se refiere? Un año después de que el menor tenga el NIE, los padres ya pueden solicitar la ciudadanía. "El problema es que nadie les informa. Y, si no lo hacen, las cosas se complican más. Además, aunque lo hagan, es un proceso que tarda mucho. Hay personas que la han pedido hace cinco o seis años, y todavía están esperando”, explica.

“Como yo hay muchos otros. Hijos de familias que vinieron aquí para trabajar. No aprendieron bien el idioma y no conocían sus derechos. Algunos incluso creían que obtener la residencia permanente ya implicaba tener la ciudadanía y entonces no realizaban este pequeño trámite, cuyas consecuencias y recorte de derechos sufrimos los hijos de inmigrantes”, señala. “Alcanzamos la mayoría de edad y no podemos votar en nuestro país. Acabamos una carrera y no podemos opositar. En esta situación, igual que yo, se encuentran miles de personas", denuncia.

15% de la población de Cataluña, excluida

Safia propone alternativas. “Si los trámites son lentos, o no hay suficientes funcionarios, pueden decidir que votemos si acudimos con el certificado de nacimiento, o el resguardo de solicitud de la nacionalidad”. “Ahora lo que sucede es que llegan las elecciones y el 15% de la población en Cataluña queda excluida. Incluso en algunos municipios el 30% no puede escoger a su alcalde”, lamenta.

No somos turistas. Hemos nacido aquí, vivimos aquí, pagamos impuestos, cumplimos con todas las obligaciones pero no tenemos los mismos derechos”, reivindica esta joven activista que rechaza que la causa se politice. “Denuncio el racismo y las discriminaciones pero a nivel individual. No formo parte de ninguna organización”, explica. ¿Por qué? “Algunas están vinculadas a un determinado partido político y así no se puede actuar de manera conjunta. Si estamos luchando por los derechos humanos, contra una injusticia, ¿qué importan las siglas?”, reivindica.

Safia aprendió la lección hace cuatro años, cuando acudió a una manifestación acompañada de miembros de una formación. Integrantes de otro partido le pidieron hacerse una fotografía, y el resto rechazó la propuesta. “¿No hemos venido para luchar contra algo todos juntos? No me gusta ir en contra de nadie, sino luchar contra las injusticias. No importa ni que nacionalidad tienes ni a que partido político perteneces”, reivindica esta joven que batalla por obtener un derecho que le pertenece, el de escoger a sus gobernantes, y que rechaza que su causa se politice.