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Seis imágenes del barrio del Besòs, en el que ya no acuden los repartidores y que ha estallado contra la inseguridad / CG

Así es la Barcelona que atemoriza a los repartidores

El barrio del Besòs lleva desde el 17 de agosto saliendo a la calle contra la inseguridad: MRW ya no reparte en algunas zonas y Correos lo hace con extrema precaución

10 min

Nadie pensó en las papeleras de la calle Otranto. De esto se queja Loli, que barre y friega una escalera de esta vía. Esta vecina del barrio del Besòs-Maresme dice que su marido es vigilante de seguridad del Metro de Barcelona. "Tiene suerte, porque le ha tocado en la estación de Besòs Mar, aquí cerca. Pero por otro lado siempre hay bronca. Cuando no son los MENA son los toxicomómanos, cuando no, una pelea", enumera. La batalla de ella, sin embargo, se libra contra las flamantes papeleras de recogida neumática. "Pueden funcionar en Londres, pero no aquí. La gente ya ni baja la basura, la tiran por la ventana".

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Locales comerciales sin actividad en la calle Maresme, una de las arterias del barrio de Besòs-Maresme / CG

Loli adecenta una escalera en la que, de nuevo, ha hallado una jeringuilla y restos de sangre. "Son los yonquis, que se ponen aquí, se pinchan y lo dejan todo... La brigada ha llegado a recoger 17 jeringuillas en esta calle", reconoce. La calle Otranto es una de las vetadas por MRW. El grupo catalán de mensajería no reparte en esta zona: obliga a los vecinos a recoger sus paquetes en la oficina del número 455 de la calle Pallars de Poblenou. ¿Por qué? "Zona conflictiva". Correos sí distribuye aquí, como atestiguan los repartidores y camiones visibles en la zona. Pero con cautelas. "No te suben a casa. Te dejan el paquete abajo y se van, porque les roban", aseguran dos vecinos de la calle Salern.

Estalla una revuelta vecinal

MRW y el resto de empresas de paquetería y mensajería (aún) llegan al epicentro del barrio, la Rambla Prim. Así lo deja claro en conversación con este medio Francisco Abad, presidente de la asociación de vecinos Besòs. Este activista vecinal ha presenciado cómo se sublevaba una parte del área contra, según lo que ellos describen, una auténtica emergencia de seguridad. ¿De qué se quejan? "El ayuntamiento nos tiene olvidados, la policía ya ni pasa", denuncia Gabi. Este residente toma algo con un vecino de origen ecuatoriano en el bar La Cantonada de Prim. No es que sus demandas sean nuevas. Crónica Global dio cuenta de ellas, por ejemplo, cuando alertó en junio de 2018 de que la droga se había movido del Raval al Besòsde que los narcos habían acampado también en este barrio en febrero de 2019; de que el plan contra la aluminosis se había calado en enero de este año; cuando dio la alarma en junio de que los clanes de La Mina volvían a campar a sus anchas o que lo mismo ocurría [en agosto] con los clanes de la okupación en el trozo de la Rambla Prim que cae en el vecindario de La Verneda.

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En el bar La Cantonada, junto a Rambla Prim, hay 'cabreo' por la dejadez en el barrio / CG

Si este medio escuchó, estuvo atento, otros no lo estuvieron y se apresuraron a tildar de "bulo" la noticia de que las empresas de paquetería no repartan en el barrio. También se apuntaron a la tesis de las fake news los Mossos d'Esquadra [ver aquí], pese a que empresas como MRW avisan de ello en su página web [ver aquí]. Tampoco parecen haber atinado del todo en el Besòs el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat de Cataluña. O no lo suficiente. "Es muy raro ver por aquí una patrulla de los Mossos. Ahora pasan por las manifestaciones de los vecinos. Y la [Guardia] Urbana montó ayer una control para hacer el paripé. Pero aquí no ves una patrulla", se queja Gabi. Aún desde el bar La Cantonada, su compañero señala a la vecina "que le robaron el móvil a punta de cuchillo". Ambos apuntan a la misma causa sobre el origen del estallido vecinal, que desembocó en protestas el 17 de agosto y aún no han cesado: la droga.

"En el Besòs se ha traficado siempre"

Suscribe esta tesis Montse Rodríguez, cofundadora del comedor social Gregal, que opera desde hace seis años y atiende a unos 500 comensales al día. "Está pasando lo que ha pasado siempre: en el barrio siempre hubo mucha droga. Para mí no pasa nada: se ha incrementado un poco más, pero estamos como siempre. Robos siempre ha habido. Antes eran los tirones a pie, ahora son en moto o monopatín", critica la activista. Advierte de que ella "no traga" con los "discursos racistas", pues cree que el inmigrante "no tiene piso, igual que no lo tengo yo". Rodríguez discrepa de la tesis de que "haya más delincuencia". Sostiene que "ocurre lo mismo que en Madrid o en el resto de la Ciudad Condal" y recuerda que "la narcosala [sala de venopunción] ha mejorado las cosas: al menos ahora la gente se pincha con un médico delante".

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El comedor social Gregal alimenta a 500 personas cada día: sus fundadores discrepan del aumento de la delincuencia en el Besòs / CG

No comparte el optimismo Abdeslam El-Haderi, devoto en la mezquita Abubakar Saddique. "Por la noche es catastrófico. Barcelona es una catástrofe ahora mismo. Hay problemas de todo. Duermen [los toxicómanos] aquí, hay problemas", lamenta el vecino. ¿Qué está fallando? "El Gobierno es débil. Hay que enfrentarse a ello, incluso a los jóvenes que vienen de Marruecos [MENA] y crean problemas. Y yo soy de allí. Pero hay gente que viene a trabajar, como yo, mientras que otros, a menudo del centro de Marruecos, vienen a robar y a drogarse. Hay que combatirlos", opina.

"Ya no cojo ni el metro"

No pide mano dura, pero sí está alarmada por la situación actual Francina, responsable de la panadería situada en el número 53 de la Rambla Prim. "Sí, es tan grave como parece. Yo entro a las 5.45 horas de la mañana y vengo con miedo. ¿A qué? A que vengan a robar. La gente a la que han echado del Raval los tienes aquí en el Besòs. Llegas a la tienda y te encuentras la Rambla Prim llena de jeringuillas", asegura. De nuevo, indica que "el problema de la droga se ha trasladado del centro de Barcelona aquí, aunque el epicentro de la droga ya estaba a dos calles: en La Mina".

Según ella y sus compañeras, hace falta "poner más protección". Desde su punto de vista, "hay que erradicar los epicentros de drogadicción y poner más CAS y salas de venopunción. Necesitamos inversión. Imagina que te toca un hijo así. ¿Qué haces?", se pregunta esta comerciante. Recuerda la panadera que ellas "donan el pan que sobra cada día", y que en el barrio hay "dos comedores sociales y la parroquia, que también ayuda".

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Francina es panadera en el Besòs-Maresme: ya no coje el Metro para acudir a trabajar / CG

No es suficiente. "¿Por qué no se llevan el problema a Pedralbes? Esto era un barrio obrero y sin medios y dinero no se solucionará nada", prescribe. Igual que hace Francina, Santos Arias toma precauciones. Vive en el número 16 de la Rambla Prim y asegura estar "harto" de la situación. "Mira, es que no puedes ni pasar. No me extraña que en algunas zonas no vengan ya ni las empresas de reparto: les roban el móvil o una simple caja de cerveza". ¿Están exagerando algunos vecinos y medios de comunicación con el repunte de la inseguridad? "No, no, no. Yo llevo aquí 50 años y nunca había visto el barrio como ahora. Dejas la chaqueta allí, te la quitan. Dejan los chavales el patinete contra la pared, adiós. La Mina es La Mina, sí. Pero yo he estado en La Mina tomando algo en un bar, iba muy a menudo. Y había conflictos, pero no como ahora. Ahora hay manadas, un auténtico saqueo", apostilla.