Una 'au pair' cuida de un bebé y un niño / PEXELS

Una 'au pair' cuida de un bebé y un niño / PEXELS

Vida

‘Au pair’, ¿oportunidad o explotación laboral?

Cuidar niños en otro país a cambio de alojamiento es una opción económica para aprender idiomas, pero detrás de esta práctica se esconde una realidad con jornadas interminables y míseros salarios

6 septiembre, 2021 00:00

Viajar al extranjero y cuidar niños a cambio de estancia y comida puede ser una vía económica para aprender inglés, conocer nuevas culturas y visitar otros países. Trabajar como au pair es la opción que escogen algunos jóvenes con estas inquietudes.

Sin embargo, a pesar de que esta experiencia resulta enriquecedora para la mayoría, un número significativo de personas encuentran una realidad muy distinta a la esperada. Las jornadas interminables, los bajos salarios y las tareas fuera de lo pactado son habituales en este tipo de trabajos-experiencia.

Agencias y grupos de Facebook

El proceso empieza con la búsqueda online de una familia de acogida. Puede hacerse a través de diferentes plataformas: grupos Facebook --como Au pair in Spain-- en los que las familias comparten sus anuncios para buscar au pairs; páginas de bases de datos especializadas en este tipo de viajes; o por agencia.

Con las dos primeras opciones, el viaje lo planifica uno mismo: se escoge a una familia, se concierta una entrevista con los miembros de esta, se pactan las condiciones de trabajo y se organiza la estancia. Una agencia, en cambio, ofrece una serie de garantías. Esta misma es la encargada de establecer cuáles pueden ser las condiciones laborales y ejercerá de intermediaria en caso de conflicto entre las partes.

Una 'au pair' lee un cuento a un niño / PIXELS

Una 'au pair' lee un cuento a un niño / PIXELS

‘Trabajaba el doble de horas’

Por desgracia, son numerosos los casos de au pairs que no han tenido una buena experiencia. A veces, se dan situaciones incómodas en la convivencia o las familias son desagradables con sus huéspedes. Otras veces, son comentarios salidos de tono o, incluso, casos más graves acoso sexual. Pero las vivencias negativas que más se repiten suelen estar relacionadas con la explotación laboral y las exigencias de los anfitriones.

Paula Sánchez es una estudiante de medicina de 20 años. Ella estuvo al cuidado de dos pequeñas de tres y cinco años en Londres. Por su trabajo cobraba 100 euros a la semana, una cifra algo más elevada que la de algunas de sus compañeras, que recibían por el mismo servicio unos 70 euros.

Acuerdo entre las partes

Su vivencia no fue cómo había imaginado: “No firmé ningún contrato, todo fue apalabrado, pero pactamos que trabajaría entre siete a ocho horas diarias y, al final, siempre eran el doble”. La estudiante añade que los padres “salían casi todas las noches” y ella debía quedarse al cuidado de las niñas.

La relación laboral entre la futura au pair --en general son mujeres jóvenes quienes emprenden esta aventura en el extranjero-- y la familia se basa, en la mayoría de los casos, en un acuerdo verbal. Aunque se recomienda la firma de un contrato, no es obligatorio. Asimismo, la falta de este documento puede ayudar a que se generen situaciones de abusos o explotación.

Contrato ‘au pair’

El contrato pone por escrito los acuerdos a los que llegan el au pairs y la familia. En él se incluyen las tareas, las horas de trabajo, la paga y el tiempo libre, entre otras condiciones. Suele ser la familia la encargada de redactar el convenio, aunque antes se deberá llegar a un consenso entre las dos partes.

Au Pair World, uno de los portales online para au pairs más populares, insiste en su web en que no se debería “en ningún caso” empezar a trabajar sin un convenio escrito. Además, anima a señalar a aquellas familias quesugieren que un trabajador viaje y comience la estancia sin contrato”. Algunos países, como Alemania, Francia o Bélgica, cuentan con documentos oficiales, pero no sucede lo mismo en España. Aunque puede utilizarse el modelo europeo, aceptado a efectos burocráticos.

Tareas fuera de contrato

Las tareas que suelen estipularse en estos acuerdos deberían estar relacionadas con el cuidado de los pequeños. Esto no siempre se cumple y muchos trabajadores acaban realizando también quehaceres del hogar

“Mi trabajo debía limitarse al cuidado de los niños, pero acabé planchando y lavando también la ropa de sus padres”, cuenta Sánchez, quien considera que para la familia “era un chollo” contar con ella a jornada completa: “Les salía mucho más barato tenerme todo el tiempo que contratar a alguien que hiciese ese trabajo”.

Un joven cuida de una niña / PIXELS

Un joven cuida de una niña / PIXELS

Horas extras

“Además de hacer horas extras que nunca me pagaron, no siempre respetaban mis días libres”, anota Sánchez y explica que, en realidad, “libraba cuando a ellos les iba bien e, incluso, trabajaba los fines de semana”.

Alicia Delicado vivió una experiencia similar en Nueva Jersey (Estados Unidos). La joven de 28 años, que viajó a este estado americano en 2016, describe su experiencia como “un infierno”. Su familia de acogida tampoco respetó sus días de libranza y, a veces, debía quedarse con los niños los sábados y domingos.

Menos de 200 euros al mes

Además de no firmar contrato, los padres insistieron en que llegase a Estados Unidos en calidad de turista y no con el visado de trabajadora: “Si alguien preguntaba quién era, debía responder que una amiga de la familia que estaba de visita”.

Delicado quedó a cargo de cuatro niños de entre dos y nueve años durante dos trimestres, por poco menos de 200 euros de mensualidad. Una cifra que considera “poco para vivir allí” y que los padres prometieron aumentar con la llegada de las vacaciones, ya que tendría que estar con los pequeños a tiempo completo.

Niños conflictivos

Otra de las circunstancias con la que se encontró la joven a su llegada a Estados Unidos fue la noticia de que uno de los niños sufría hiperactividad. Los padres advirtieron a su nueva trabajadora, aunque tarde, que el menor había tenido problemas “con todas las niñeras”. Delicado declara que acabó viviendo “un infierno” con el pequeño, que según remarca, “era muy violento”.

“Llegó a robarme el dinero, destrozó mis cosas, incluso, me acusó de haberle pegado”, explica la antigua au pair sobre su convivencia con este mismo menor. La entrevistada subraya que el problema no fue que el niño fuese problemático, sino que sus padres no actuaron como lo tendrían que haber hecho.

Dietas

En estos acuerdos, la familia se comprometen a dar alojamiento y a ofrecer dietas a su huésped, como una condición sine qua non. En su caso, tampoco se garantizó esta cláusula del trato: “Con la comida me dejaron muy claro que si quería más de lo que me ofrecían, tendría que comprarlo yo”. Sin embargo, “las raciones eran siempre pequeñas”, comenta.

La joven añade que eran los niños quienes decidían qué podía comer y qué no. “Si no querían que comiese de unos cereales, yo no podía comer”, tal y como los padres le hicieron saber.

Una 'au pair' enseña a hacer repostería a una niña / PIXELS

Una 'au pair' enseña a hacer repostería a una niña / PIXELS

‘E-mails con la listas de tareas’

Los tutores también comentaron a Delicado que trabajaban mucho y que la joven debía ayudar con las tareas de casa. “Me enviaban e-mails por las noches con todo lo que debía hacer a la mañana siguiente”, explica y añade que estos mensajes eran cada vez más largos: “Me mandaba limpiar, recoger la casa, poner lavadoras… Al final, tuve que compaginar las tareas del hogar con el cuidado de los niños, de nueve de la mañana hasta las siete de la tarde”.

La antigua au pair cuenta que en una ocasión la madre se enfadó con ella por mezclar en la lavadora sus prendas con la de la familia: “Mencionó que había metido mi ropa barata con la suya que era muy cara”. Delicado declara haber recibido durante su estancia un trato despectivo, en especial, por parte de esta integrante de la familia.

‘No me dejaron volver’

A la au pair se le propuso alargar su estancia unos meses: “Acepté porque me lo pidieron”. La joven necesitaba un pasaje para poder residir un tiempo más en el país y fue la familia quien se encargó de pagar este permiso, pero ese mismo mes lo descontaron del sueldo de su trabajadora, que quedó en unos 50 euros.

Alicia Delicado tomó la decisión de terminar su experiencia en el extranjero antes de tiempo, porque la situación se volvió insostenible. “Me dijeron que no podía irme, la madre cogió mis ahorros y me dejó claro que no me lo devolvería hasta pasadas dos semanas”, que era el tiempo que esta le pedía para encontrar una sustituta. “Tuve que esperar ese tiempo para marcharme y un día antes de irme me devolvió mi dinero”, concluye la joven.