Sargento Ángela Sánchez, jefa de la Unidad Central de Química Forense que analiza las muestras de drogas incautadas en las calles catalanas por la policía autonómica / GALA ESPÍN - CG

Sargento Ángela Sánchez, jefa de la Unidad Central de Química Forense que analiza las muestras de drogas incautadas en las calles catalanas por la policía autonómica / GALA ESPÍN - CG

Vida

Albornoces impregnados y latas de piña, los métodos para introducir la cocaína en Cataluña

La Unidad Central de Química Forense de Mossos d’Esquadra analizó en 2021 un total de 15.000 muestras de drogas aprehendidas en las calles catalanas

17 septiembre, 2022 00:00

Cocaína, marihuana, hachís, éxtasis… todas las drogas aprehendidas en las calles y en los centros penitenciarios catalanes por los Mossos d'Esquadra acaban pasando por las manos de los policías y facultativos que conforman la Unidad Central de Química Forense, ubicada en el Complejo Central Egara (Barcelona). Hasta este laboratorio, que desprende un fuerte olor a hierba, han llegado alijos tan variopintos como albornoces impregnados en cocaína o latas de piña en conserva que ocultaban droga en su interior, explica la sargento Ángela Sánchez, jefa de este departamento. También catinonas sintéticas con aspecto de los dulces típicos catalanes: las catanias. "El ingenio de los que se dedican a esto es muy amplio", asegura.

En esta unidad, que depende de la División de Policía Científica de los Mossos d’Esquadra --junto a los laboratorios de genética e informática forense--, trabajan conjuntamente en un mismo espacio policías y facultativos. Los seis agentes policiales y los diez facultativos --con licenciatura en Química o Farmacia-- llegaron el año pasado a los 2.200 expedientes judiciales. Cada uno de ellos, recuerdan, supone una causa judicial abierta que puede terminar con una condena de prisión por un delito contra la salud pública que se basará en los resultados emitidos por este laboratorio. En lo que va de 2022, la unidad lleva 1.900 expedientes. “Seguramente superemos la cifra del año anterior”, advierten.

15.000 muestras en un año

Cabe recordar que cada expediente puede tener asociadas varias muestras de drogas. El año pasado estos 16 profesionales gestionaron y efectuaron el análisis de 15.000 muestras judiciales de sustancias estupefacientes, sin contar las intervenidas en los centros penitenciarios. Aunque el proceso se realiza en cadena, cada uno de estos análisis requiere de una media de unos 45 minutos. Pero ¿qué son estas muestras?

Pastillas de éxtasis en el laboratorio de la Unidad Central de Química Forense de Mossos /  GALA ESPÍN - CG

Pastillas de éxtasis en el laboratorio de la Unidad Central de Química Forense de Mossos /  GALA ESPÍN - CG

En el momento de la aprehensión de una sustancia estupefaciente, el cuerpo policial que haya participado en el operativo debe proceder al levantamiento de un atestado en el que se incluirá un acta de aprehensión. En esta acta debe figurar toda la información referente al alijo de la sustancia incautada: el peso bruto, el tipo de embalaje, el origen, las características externas, la apariencia y, siempre que sea posible, fotos o vídeos que den muestra del material. Mientras que el grueso de la droga decomisada se traslada a una comisaría o depósito judicial donde se almacena hasta su destrucción –tras la correspondiente autorización judicial--, hasta el laboratorio llega solo una pequeña cantidad.

Se separa una pequeña parte

De cada droga intervenida, la Unidad Central de Química Forense recibe solo una pequeña parte. El acuerdo marco plantea que durante el decomiso se tiene que hacer un muestreo: separar una parte representativa del total a partir del que poder extrapolar el resultado obtenido en el laboratorio al resto de la incautación sin necesidad de analizar toda la droga intervenida.

La unidad policial se encarga de la gestión: la recepción, preparación y comprobación de que la droga llega en un estado idóneo para su análisis, así como del contacto con juzgados, la gestión administrativa con unidades policiales y las comunicaciones con otros cuerpos policiales, mientras que el personal de laboratorio se encarga de realizar las analíticas.

Análisis cuantitativos y cualitativos

Una vez que la muestra llega al laboratorio de la Unidad Central de Química se realiza una analítica que consta de dos procesos. En primer lugar se realiza un análisis cualitativo para conocer la composición de la droga. Esta primera aproximación, mediante técnicas cromatográficas, permite conocer la composición de la sustancia, pero no la proporción de los componentes. “En esta primera parte sabemos qué composición tiene, pero no en qué porcentajes”, expresa Sánchez. Después hay que saber, mediante un segundo análisis cuantitativo, cuál es su pureza. Ambos resultados quedan plasmados en los informes que se entregarán al juzgado.

Una de las facultativas del laboratorio de la Unidad Central de Química Forense de Mossos /  GALA ESPÍN - CG 

Una de las facultativas del laboratorio de la Unidad Central de Química Forense de Mossos /  GALA ESPÍN - CG 

En el caso de la marihuana, para conocer su pureza se comprueba que las plantas estén secas, que se hayan desechado las partes no consumibles --como las raíces y las ramas-- y se guardan solo los cogollos y las hojas anexas a estos. Para conocer el peso se utiliza un número representativo de plantas enteras. Estas se pelan, se secan y se trituran. El peso resultante se extrapola al resto de las incautadas para obtener el peso neto total de la plantación, sobre el que se basará la sentencia que pedirá un fiscal o decretará un juez. “Lo que es interesante en el caso de las plantaciones es el peso total de la plantación, porque legalmente lo que interesa es el peso, más que el porcentaje de principio activo (THC), que debe ser al menos de un 0,2% para ser considerado ilegal. Una vez por encima, el porcentaje de principio activo es irrelevante. La pena va en relación al volumen total de las plantas en seco”, explica Sánchez.

¿Mayor pureza?

“Las drogas que nos llegan son cada vez más puras, sobre todo en el caso de la marihuana”, asegura la sargento de la unidad. Cuando lo normal es que una planta de marihuana contenga entre un 5% y un 10% de principio activo de forma natural, los investigadores se están encontrando con porcentajes de un 30% o incluso un 36%. “Esto significa que han sido modificadas genéticamente, no solo para que contengan más THC, sino también para alterar la floración y que den cogollos durante más épocas del año”, aseguran.

Además de la marihuana, cuya producción crece exponencialmente cada año, con tres o cuatro grandes operativos de Mossos a la semana, las sustancias más habituales son el hachís, seguido de la cocaína, la heroína y las drogas sintéticas. En el caso de la cocaína, el escenario en cuanto a su pureza difiere sustancialmente con respecto a la marihuana. Mientras que en la segunda se busca una mayor pureza, en la cocaína los grupos criminales tratan de rebajarla. Cuando les llega en forma de ladrillos, su pureza es muy alta. “Nos hemos llegado a encontrar cocaína de un 100% de pureza, cuyo consumo puede resultar mortal”, expresa Sánchez. Sin embargo, cuando llega en monodosis, su pureza es mucho menor. ¿El motivo? Puramente económico.

Marihuana en la Unidad Central de Química Forense / GALA ESPÍN - CG

Marihuana en la Unidad Central de Química Forense / GALA ESPÍN - CG

Las drogas también siguen modas

Los investigadores expresan que los grupos criminales “cortan” la cocaína para sacar una mayor rentabilidad en el mercado negro. “La mezclan con otra sustancia, que normalmente son cafeína o lidocaína”, de forma que de un kilo de cocaína pueden extraer hasta tres para vender en el mercado ilícito. El peligro reside, advierten, en que el consumidor no conoce la pureza de la droga que está a punto de consumir. “Una dosis de elevada pureza, para alguien que no está acostumbrado, puede ser mortal”.

Hasta este laboratorio también llegan “pastillas de todo tipo”. Aunque la base suele ser anfetamina o derivados anfetamínicos, su aspecto cambia según las modas. “Antes nos llegaban pastillas con la forma del conejito playboy, ahora con la forma del logo de Netflix”, aseguran. De vez en cuando, a la unidad llegan nuevas sustancias. La última fue el 2CB, bautizado como coca rosa, “que ni es cocaína, ni es rosa”, expresa la sargento. “Se la conoce así porque queda bien en determinados ambientes, pero es una sustancia sintética teñida con un colorante alimenticio, si bien la hemos intervenido también en azul”.

Pruebas cromatográficas en el laboratorio de la Unidad Central de Química Forense de Mossos / GALA ESPÍN CG

Pruebas cromatográficas en el laboratorio de la Unidad Central de Química Forense de Mossos / GALA ESPÍN CG

Crímenes, suicidios e incendios

Tras analizar las sustancias aprehendidas a partir de la “muestra suficiente”, esta se tiene que conservar hasta que el proceso judicial finalice y el juez autorice su destrucción. Mientras el proceso judicial está en curso, se tiene que guardar una cantidad suficiente como para realizar un contraanálisis a petición de la defensa. Una vez que la sentencia sea firme, el juez ya puede decretar una sentencia ejecutoria para su destrucción. Este es, expresan, la unidad de Mossos d’Esquadra a la que más juicios asiste.

Aunque el 80% del tiempo lo destinan al análisis de estupefacientes, no es el único cometido de este laboratorio, que analiza cualquier químico que no esté presente en tejidos biológicos y que también colabora con otras unidades en la resolución de homicidios, asesinatos o suicidios. Si en la escena del crimen se encuentra, por ejemplo, un blister de pastillas, un vaso con algún resto o una jeringuilla, ellos son los encargados de analizarlo. En los casos de tiroteos estudian, en el orificio que deja la bala, el tipo de munición que se ha utilizado. “La munición deja unos restos metálicos dependiendo de la pólvora que se utiliza. Esos compuestos metálicos tienen una disposición específica. Nosotros analizamos esas muestras para conocer la composición y disposición y así saber qué tipo de munición se ha usado y si es compatible con un disparo”, expresan. También colaboran en determinar quién ha apretado el gatillo. Analizan los restos que quedan en las manos o en la ropa de las personas sospechosas de haber disparado un arma. “Nos hemos encontrado con casos de gente que se autoinculpaba, pero no tenía restos de pólvora en las manos, que sí fueron hallados en las de otras personas del grupo”. También en los suicidios --o supuestos suicidios-- por disparo buscan restos en las manos de la persona fallecida. Son capaces también de determinar si un incendio ha sido provocado o no, analizando si se ha usado algún acelerante. Lo mismo con los explosivos. Por último, en este laboratorio, los facultativos analizan trazas y realizan comparativa de pinturas, cuerdas y cintas americanas.